En el segundo año de la pandemia, provocada por el virus COVID-19, la inequidad que han enfrentado las mujeres en América Latina y el Caribe por las consecuencias del coronavirus ha sido el centro de nuestro contenido editorial durante el 2021.
La equidad de género e inclusión de diversidad es un eje fundamental de los esfuerzos por impulsar la recuperación –inclusiva, equitativa y sostenible— de nuestra región.
¿Cómo se debe abordar esta recuperación? Te compartimos los temas en los cuales se enfocaron nuestras especialistas para encaminar a la región en esta ruta.
La gran oportunidad
En América Latina y el Caribe, datos recabados por el Observatorio Laboral COVID-19 del BID indican que se llegaron a perder más de 30 millones de empleos durante la pandemia. Las mujeres han perdido más empleos que los hombres y están tardando más tiempo en recuperarlos. Es importante que trabajemos para transformar esta crisis en una oportunidad para articular las herramientas necesarias para mejorar y transformar el empleo de las mujeres.
Dada esta crisis, ¿cuál es entonces la nueva realidad laboral de las mujeres en la región? La recuperación postpandemia requiere la implementación de reformas clave. Estas deben aprovechar la ventana de oportunidad actual para acelerar el crecimiento –inclusivo, equitativo y sostenible—de la región. Aquí delineamos soluciones prácticas para recuperar el empleo femenino en América Latina y el Caribe en tres ámbitos de oportunidad.
Durante la pandemia se ha hablado mucho sobre las medidas de emergencia que los gobiernos de todo el mundo deben implementar para mitigar estos efectos adversos. Sin embargo, se ha prestado mucha menos atención al papel de las empresas del sector privado para ayudar a aliviarlos. Sólo nuevos enfoques, y más importante aún, las soluciones que unan a los sectores público y privado nos mostrarán el camino a seguir. En América Latina y el Caribe (ALC), se destacan algunos esfuerzos.
¿Por qué importa la conectividad?
Los avances tecnológicos están impactando la manera de trabajar, de aprender y de interactuar. El acceso y uso de las tecnologías de la información y comunicación (TIC), como internet y telefonía móvil, se han hecho imprescindibles para expandir las oportunidades de las personas.
Debemos ser más audaces para que la región no solo se recupere del impacto devastador de la pandemia, sino que pueda aprovechar la oportunidad que representa la aceleración de la transformación digital. Hablamos sobre algunos ejemplos para el desarrollo de talento.
Por otro lado, las mujeres rurales son el grupo menos conectado a las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) en la mayor parte de los países de América Latina y del Caribe. Partiendo de una mayor pobreza en los ámbitos rurales, las mujeres se enfrentan a brechas adicionales. Desde la sobrerepresentación en el grupo de personas pobres y las brechas salariales, de propiedad de tierras y acceso a financiamiento. Estas brechas “en línea” y “fuera de línea” no solo coexisten, sino que se retroalimentan. Como muestra un cruce con datos de la Organización Internacional del Trabajo realizado en el estudio, la brecha digital puede tener un impacto directo sobre la no digital, sobre todo en lo referido a empleo.
La transformación digital no solo se ha dado en el ámbito laboral y prestación de servicios como la telesalud. Las medidas tomadas para reducir la transmisión del coronavirus redujeron también el contacto de las mujeres con sus redes de apoyo en la comunidad. Los servicios de atención a la violencia contra la mujer pueden también pasar por una transformación digital. Sin embargo, esta nos plantea dos retos: uno, de conectividad, ¿cómo facilitamos el acceso con calidad a internet para las potenciales usuarias de este tipo de servicios?; y dos, de conocimiento, ¿cómo evaluamos el impacto de estos servicios en quienes los usan? Conoce cómo respondimos a estas preguntas.
Llamemos a la violencia por su nombre
Violencia doméstica, violencia de género, violencia contra la mujer. En distintos medios vemos distintos nombres para hacer referencia a un mismo problema. Pero a la hora de abordar una problemática que ocurre en distintos ámbitos, hacia distintos grupos y de distintas formas, la terminología que utilizamos no es un punto menor. Por esto, es importante llamar a la violencia por su nombre: violencia sexual y basada en género (VSBG).
La VSBG afecta a mujeres de todos los ámbitos de la vida, pero a algunas las afecta más. Cuando el género se junta con otras identidades como orientación sexual, raza, estatus migratorio, y discapacidad, la violencia se ve agravada por otros tipos de discriminación. Hablamos sobre el caso de Uruguay y qué está haciendo el país para enfrentarla.
Dentro de los distintos tipos de violencia que enfrentan las mujeres cis y transgénero en nuestra región, el acoso sexual es uno de los principales problemas, y dentro de este, se destaca el acoso sexual laboral. Sin embargo, pese a su relevancia, es poco lo que sabemos sobre el acoso sexual. No contamos con información que nos permita conocer sus dimensiones ni sus características en los espacios de trabajo. Y no las conocemos porque en la región esto, hasta hace menos de un año, no se medía. En este post te presentamos a ELSA (acrónimo de Espacios Laborales Sin Acoso), una herramienta digital desarrollada por GenderLab con el apoyo y financiamiento del BID.
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