Lo que aprendimos y nos llevamos de nuestra participación en la COP27
Este año tuve el honor de integrar al equipo de delegados del BID que participó en la COP27, que se celebró en Sharm El-Sheikh (Egipto) del 7 al 17 de noviembre de 2022. Es imposible participar en un intercambio de tan grande escala, sobre uno de los mayores desafíos y oportunidades para nuestra región en lo social, y no poner en blanco y negro algunas reflexiones.
Una transición justa nos exige pensar en los millones de personas que serán desplazados de sus trabajos y deberán reinventarse, cambiar de ocupación, de carrera o de sector, para poder ganarse la vida.
La COP de la implementación
Empecemos por decir que no ha sido una conferencia como cualquier otra. La COP27 fue un espacio internacional de reflexión, debate y lucha por acciones concretas frente el cambio climático.
Un colega que ya había participado de algunas de estas conferencias me decía que, en el pasado, estos encuentros estaban llenos de ilusiones, sueños y ambiciones de cambiar el rumbo del cambio climático. Pero para 2022, la situación se ha tornado más realista. Ya es hora de colocar el foco en las acciones a tomar hoy, no mañana, para mitigar los impactos del cambio climático, preparar a la población para transitar hacia economías más verdes, y aprovechar las oportunidades que vienen con esa transición. Es por esto que se ha denominado a esta COP la COP de la implementación.
Y es por esto que no regresé de Egipto con tantas respuestas, pero si con muchas preguntas. Por ejemplo, ¿cómo hacemos para que, en la práctica, la transición hacia economías libres de carbono sea justa en la región más desigual del mundo?, y ¿qué pasos deben seguir los países para acompañar a las personas a transitar este cambio anunciado en la forma en la que trabajamos, consumimos, aprendemos y vivimos?
Transición justa: lo social en el centro del cambio climático
De la COP27 me ha quedado claro que el debate sobre el tema social está más presente que nunca en la agenda mundial de desarrollo alineado con los objetivos climáticos.
Una transición justa implica, por ejemplo, que ningún trabajador ni ninguna trabajadora se quede atrás en medio de las transformaciones productivas, y naturalmente de los empleos, que se están produciendo en el tránsito hacia economías ambientalmente sostenibles. Una transición justa nos exige pensar en los millones de personas que serán desplazados de sus trabajos y deberán reinventarse, cambiar de ocupación, de carrera o de sector, para poder ganarse la vida. El cambio climático podría llevar a cerca de 6 millones de personas más a la pobreza en América Latina y el Caribe en el 2030, y el estrés térmico podría significar la pérdida de 2,5 millones de puestos de trabajo en la región.
Esto significa que los países, en esfuerzo coordinado entre gobiernos, organizaciones multilaterales y el sector productivo, deben asegurarse de conducir estratégicamente y con planificación la transición hacia economías más verdes.
Algunas acciones para conducir una transición justa:
- Maximizar los beneficios de la descarbonización, y distribuirlos equitativamente;
- Reconocer, anticipar y minimizar los costos y pérdidas de empleos y ocupaciones;
- Considerar el impacto ambiental que tienen los principales sectores productivos y negocios de los países;
- Crear inclusividad y espacios de diálogo con todos los que pierden en estos cambios.
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Hay riesgos, pero también oportunidades
No todas son malas noticias. Está clarísimo que la transición hacia economías bajas en carbono y sostenibles también genera muchas oportunidades de desarrollo social para nuestra región. Solo desde el punto de vista del mercado laboral, se estima que se pueden crear hasta 15 millones de empleos netos para 2030 asociados a la acción frente al cambio climático.
Esta ganancia neta de empleos resulta de sectores como agricultura y producción de alimentos de origen vegetal, construcción y energías renovables, que crearán alrededor de 22.5 millones de empleos, y de sectores como la producción de alimentos de origen animal, y las industrias vinculadas con los combustibles fósiles, que perderán cerca 7.5 millones de empleos.
Adicionalmente, la descarbonización les permitiría a los países de la región ahorrar hasta US$621.000 millones anuales en los sectores de energía y transporte.
Tener conocimiento de servicios ambientales te hace dueño de una de las habilidades de mayor crecimiento en todos los países e industrias
Se busca talento con habilidades para empleos verdes
Un estudio reciente del BID en colaboración con LinkedIn, socio estratégico y participante también de la COP27, muestra que la demanda de habilidades verdes está en aumento en América Latina y el Caribe.
Para dar una idea de este crecimiento en la demanda de habilidades, podemos mencionar un expertise cada vez más valorado en la región: tener conocimiento de servicios ambientales te hace dueño de una de las habilidades de mayor crecimiento en todos los países e industrias. La habilidad de servicios ambientales permite identificar y administrar los beneficios que proporcionan los ecosistemas naturales a los seres humanos. Por ejemplo, el abastecimiento de agua y alimentos, o el control de plagas.
Contratación y habilidades verdes al alza, pero con rezagos
A pesar del crecimiento reciente, los mercados laborales de America Latina y el Caribe están en desventaja en la tendencia global de transición verde. El crecimiento de la contratación y la penetración de habilidades verdes es lento en la región, si consideramos la rapidez e intensidad con que los países del mundo avanzan hacia economías más verdes. De acuerdo con los datos del mismo estudio del BID y LinkedIn, la tasa de contratación verde está por debajo de la tasa agregada de contratación total de LinkedIn para la región.
Para aprovechar el potencial del desarrollo a partir de la transición verde, y garantizar que ningún trabajador o trabajadora se quede atrás, es decir, que haya una transición justa en la región, los países deben adaptarse rápido, invertir en habilidades para el trabajo, y diseñar e implementar estrategias de promoción de empleos verdes con perspectiva de género.
¿Por qué con perspectiva de género? Porque existe una brecha de género en el acceso a empleos verdes. Hoy en día, menos del 25% de los empleos verdes en la región son ocupados por mujeres. Si no actuamos con enfoque de género, la mayor parte del empleo que se cree a partir de la transición de los países hacia economías más verdes será solo para los hombres.
¿Qué estamos haciendo desde el BID?
Con toda la intención de pasar de los diagnósticos de riesgos y oportunidades, a la acción, desde el BID estamos acompañando a los países en el diseño e implementación de sus estrategias de empleo verde.
Un ejemplo de esto es Ecuador, pionero en la aproximación estratégica del empleo verde con perspectiva de género. En este país, el BID está apoyando una Estrategia de Promoción del Empleo Verde, a través de una instancia coordinadora multisectorial, y apoyo con servicios especializados para formar en habilidades verdes y para conectar a personas que quieren insertarse en empleos verdes.
Belice por su parte se ha comprometido a mitigar el cambio climático y a aumentar la proporción de electricidad generada a partir de fuentes de energía renovables, por lo que requiere contar con profesionales que puedan trabajar en la instalación, operación y mantenimiento de la infraestructura de energía renovable. En este país, el BID apoya un proyecto de capacitación de la fuerza laboral para aumentar su empleabilidad en trabajos de energía renovable.
En Argentina, Chile y Uruguay estamos ayudando a combatir las condiciones climáticas de sequía extrema que colocan industrias enteras en riesgo. Con apoyo del BID estos países están desarrollando habilidades para sectores con potencial de “verderizarse” a través de un uso más eficiente del agua.
Pasos de cara al futuro
Hacia adelante es importante apoyar a los países en tres aspectos:
- Coordinación entre objetivos económicos, sociales y ambientales para hacer que las metas de cambio climático se alineen con las agendas de desarrollo social, y contemplen la prevención de situaciones de pobreza y desempleo;
- Levantamiento de información confiable para contar con inteligencia de mercado sobre empleos y habilidades verdes, identificando la demanda de habilidades verdes a nivel sectorial, así como brechas de habilidades existentes;
- Colaboración acercando al sector privado al sector de educación y formación profesional, para asegurar que el desarrollo de habilidades esté dirigido hacia la demanda y que los programas de entrenamiento que se vayan diseñando e implementando sean los que se necesitan en la transición hacia economías verdes.
Transición justa implica maximizar las oportunidades sociales y económicas de la acción climática, creando empleos de mejor calidad y sin dejar a nadie atrás. Necesitamos, entonces, invertir en habilidades para el trabajo. Entérate en esta nota.
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