El mercado de trabajo y los empleos verdes confluyen en dos de los grandes desafíos que enfrentan en la actualidad los países y los gobiernos de América Latina y el Caribe: la recuperación económica tras el golpe que supuso el COVID-19 (con el reto de hacerla eficaz, justa e inclusiva) y el cambio climático (con el objetivo de reducir los profundos y nocivos impactos del calentamiento global en el planeta y la vida de las personas). Así, transitar hacia una economía más verde representa una clara oportunidad para avanzar en ambos frentes.
Se estima que se pueden llegar a crear 15 millones de trabajos netos en América Latina y el Caribe en 2030, a través de la transformación verde en sectores clave para el empleo en la región, como la agricultura, la energía, el turismo y la construcción, entre otros. Por otra parte, sin inversiones para una transición verde, se calcula que alrededor de 5,8 millones de personas podrían caer en la pobreza extrema al final de esta década por culpa del cambio climático. Por ello, se requiere avanzar hacia una economía más verde y, en este sentido, es primordial colocar a los trabajadores y sus habilidades en el centro de los esfuerzos.
Sin capital humano debidamente formado y capacitado, la transición verde será imposible.
Transición verde y habilidades
Avanzar hacia una economía más verde implica varias transformaciones en el mercado laboral, que se pueden resumir en tres tendencias: primero, la reducción en la demanda de ocupaciones e industrias menos sostenibles (por ejemplo, las basadas en energía del carbón) y la apuesta por otras más ecológicas; segundo, la creación de nuevas ocupaciones, particularmente en las nacientes industrias verdes (por ejemplo, en las energías renovables); y tercero, la verderización de ocupaciones ya existentes, es decir, la evolución de ocupaciones tradicionales para adaptarse a las políticas y los lineamientos de protección medioambiental.
Lo anterior se puede explicar con un ejemplo quizá no tan intuitivo. Cuando se habla de trabajos verdes, muchos automáticamente piensan en el sector de la energía, que es, sin duda, uno de los motores de esta transformación. Sin embargo, los empleos verdes van más allá de esa industria. Pensemos, por ejemplo, en el agua, un recurso que se necesita tratar cada vez de forma más eficiente, y eso implica también a la fuerza laboral, ya sea un técnico de riego en una plantación de agricultura tecnificada o a los plomeros que realizan instalaciones domésticas o industriales. En Australia, por ejemplo, la mayor preparación de los plomeros ha sido clave para enfrentar la escasez de agua en ese país: gracias al desarrollo de habilidades específicas, la labor de estos profesionales es la responsable del 70% del ahorro de agua en los edificios australianos.
Cómo cerrar las brechas
Todos estos cambios hacen que el conjunto de habilidades que demandan los empleos y ocupaciones cambie, generando nuevas brechas de capital humano y profundizando las existentes. La pregunta es: ¿cómo cerrarlas?
Se necesita que los países de la región den formación en las habilidades para el trabajo que estén alineadas con las demandas de los empleos más verdes. Esto, en realidad, es más sencillo de lo que puede parecer. A menudo se traduce en aprovechar mejor las tecnologías disponibles, o en aspectos tan básicos como enseñar a las personas a utilizar dispositivos móviles. Por ejemplo, en el sector agrícola, el uso de las tecnologías digitales es una tendencia que está marcando decisivamente la verderización del sector.
De hecho, ya se están empleando dispositivos digitales, como drones y robots, además de aplicaciones móviles, para orientar la siembra, cartografiar y optimizar el uso del agua y del riego. Es clave, entonces, dotar al agricultor tradicional con habilidades digitales, para que pueda encaminarse exitosamente hacia la agricultura moderna y para que aprenda y entienda las consecuencias de no hacerlo.
Otro ejemplo claro es el de la electromecánica: es posible brindar formación y capacitación en el uso y gestión de baterías al mecánico automotriz tradicional para que pueda desempeñarse en la creciente industria de automóviles híbridos o eléctricos. Esto puede traducirse en, por ejemplo, enseñar al mecánico tradicional los principios básicos para trabajar con motores eléctricos y a prevenir el riesgo de electrocutarse, o enseñar al bombero las normas de seguridad adaptadas para actuar cuando un accidente involucra vehículos eléctricos.
Un esfuerzo de todos
Dotar a los trabajadores de las habilidades necesarias para la economía verde exige un esfuerzo de todos los actores: gobiernos, empresas, escuelas técnicas, universidades tecnológicas, y agrotechs. En este sentido los países de América Latina y el Caribe están dando pasos en la buena dirección. Desde el BID estamos trabajando en distintas dimensiones con las divisiones de Mercados Laborales, Agua y Saneamiento, Desarrollo Rural y Cambio Climático, para apalancar un mejor funcionamiento del mercado laboral, actuando a la par frente al cambio climático.
Si quieres saber cómo apoyamos y acompañamos a los países de América Latina y el Caribe y sus gobiernos en el desarrollo de habilidades de los trabajadores para la economía verde, y cómo animamos a las personas a seguir carreras verdes, y a formarse para acceder a empleos verdes, te invitamos a conocer todas las iniciativas innovadoras que está financiando el Fondo Multidonante del BID para la Transformación de la Educación Técnica y Formación Profesional en la región.
Vanessa Choque dice
Nesecito trabajar con ustedes