El 8 de marzo de 2018 publicamos la primera versión de esta nota describiendo algunos de los factores que limitan las oportunidades de las mujeres en el mundo del trabajo. Cinco años y una pandemia más tarde, decidimos hacer una actualización de este blog, con nuevas referencias y datos. Claramente, muchas de las causas estructurales que explican las inequidades de género en el mundo del trabajo persisten. De hecho, la pandemia acentuó algunas de ellas y trajo nuevos desafíos. No obstante, sigue habiendo en la región muchos esfuerzos que buscan equilibrar las oportunidades que tienen los hombres y mujeres en el mercado laboral y siguen siendo fuente de inspiración y esperanza
Las mujeres enfrentan grandes desventajas en el mundo del trabajo. Les pagan menos que a los hombres, incluso cuando hacen lo mismo. Y esto no se explica porque ellas sean menos productivas o estén menos educadas. Se explica en gran medida por prácticas discriminatorias, normas sociales y patrones de conducta que las conducen a oficios peor remunerados y a menos progresos en su trayectoria laboral. Quien afirme lo anterior no está defendiendo a las mujeres en ausencia de argumentos. Está defendiendo a la evidencia, que es bastante contundente.
Empecemos por la brecha salarial. En todos los países del mundo las mujeres que trabajan a tiempo completo ganan menos que los hombres. América Latina y el Caribe no es la excepción: según datos del BID, el salario por hora de las mujeres es 18% menor que el de los hombres. Esto en gran medida se debe a un fenómeno de segregación ocupacional que lleva a las mujeres a ocuparse en oficios menos remunerados (docencia, enfermería…). También las lleva a elegir trabajos con modalidades flexibles y que imponen una penalidad por esta flexibilidad. Sin embargo, tanto en países desarrollados, como en América Latina y el Caribe, las disparidades salariales persisten incluso cuando se comparan trabajadores en la misma ocupación e industria y con la misma educación, experiencia y cantidad de hijos.
La discriminación de género en el mercado de trabajo, que está ampliamente documentada, se da cuando dos trabajadores idénticamente productivos reciben compensaciones diferentes únicamente por cuenta de su género.
Discriminadas por el simple hecho de ser mujeres
Las causas para la brecha salarial se han analizado desde dos ámbitos. El primero es la discriminación de género en el mercado de trabajo, que está ampliamente documentada y se da cuando dos trabajadores idénticamente productivos reciben compensaciones diferentes únicamente por cuenta de su género. Un ejemplo famoso es el estudio que analizó las audiciones para seleccionar músicos en las orquestas de Estados Unidos. Las mujeres tenían una probabilidad mucho menor de ser elegidas salvo en los casos en los que la identidad (y el sexo) de los músicos aspirantes se ocultaba detrás de una pantalla. Este doble estándar en la evaluación de desempeño profesional de las mujeres también se ha documentado en otras ocupaciones, como los profesores y los profesionales corporativos. Además, se ha encontrado evidencia de discriminación al momento de la contratación en países diversos: por ejemplo, en estudios con metodologías similares realizados en Perú, Francia y Uzbekistán, los investigadores han postulado a empleos usando hojas de vida falsas que, son idénticas en todos los aspectos salvo por el sexo del candidato y han encontrado que, cuando se ha postulado un hombre, la probabilidad de respuesta por parte del empleador es mayor.
“Numerosos experimentos muestran que las mujeres son más adversas al riesgo, tienen menor preferencia por ambientes competitivos y son menos dadas a sobreestimar sus habilidades que los hombres.
Patrones de comportamiento y normas sociales
Un segundo grupo de estudios se ha enfocado en patrones psicológicos que pueden incidir en el mercado laboral. Numerosos experimentos muestran que las mujeres son más adversas al riesgo, tienen menor preferencia por ambientes competitivos y son menos dadas a autopromocionar sus habilidades que los hombres. Estos patrones afectan su trayectoria laboral pues, por ejemplo, están menos dispuestas a asumir riesgos durante el proceso de búsqueda de empleo y aceptar las ofertas de empleo más rápidamente que los hombres, aun si éstas son poco atractivas. Además, pueden tener menores aspiraciones salariales y menor disposición para negociar sus salarios y solicitar promociones.
La evidencia apunta a que estas diferencias en patrones psicológicos no se deben sólo a aspectos biológicos, sino también a normas sociales que construyen identidades. Por ejemplo, existe evidencia de que las niñas, por su identidad de género, pueden creerse menos capaces que los hombres de adelantar tareas académicas y asumir roles de liderazgo. Y estos estereotipos se pueden convertir en profecías autorrealizadas: si una niña cree que las matemáticas son cosa de hombres, puede no esforzarse en la clase de cálculo ni elegir ser ingeniera. Otro ejemplo es el precio que pagan las mujeres cuando superan profesionalmente a los hombres. Existe, por ejemplo, evidencia de que las mujeres casadas que ganan más que sus maridos tienen mayor chance de divorciarse.
Las normas sociales también imponen mucho mayores responsabilidades domésticas a la mujer. En todos los países del mundo, las mujeres dedican más tiempo a oficios del hogar, incluso cuando ellas son trabajadoras de tiempo completo. Y esto tiene efectos claros sobre su empleabilidad. Una publicación del BID y el Banco de la República de Colombia mostró que, para que las mujeres trabajen, es fundamental bajar los costos de transporte, reducir la distancia del hogar al trabajo y ofrecer guarderías. En el caso de los hombres estas variables son irrelevantes: después de todo, no son ellos los que deben balancear la carga laboral con las tareas del hogar. Y no son ellos los que, tras la llegada de un hijo, pueden enfrentar una penalidad de hasta 20% en sus ingresos laborales pues ven disminuidos sus salarios y horas de trabajo.
De acuerdo con un estudio reciente del BID, las mujeres de la región deberían obtener un ingreso superior al de los hombres, especialmente debido a su mayor nivel de educación. Sin embargo, la brecha es real y se mantiene. Conoce todos los detalles de nuestro análisis de ingresos laborales en 18 países de América Latina y el Caribe acá.
La pandemia y el camino hacia adelante
La pandemia visibilizó, dramáticamente, las brechas de género en los mercados de trabajo de la región. Según datos del BID, en el primer semestre de 2020 se destruyeron más puestos de trabajo que en cualquier otro momento de la historia reciente y este impacto recayó, desproporcionadamente, sobre las mujeres. El mayor efecto sobre el empleo femenino se debió, en gran medida, a que las mujeres se empleaban en los sectores más afectados por la crisis, como los de hotelería y restaurantes. También estuvo asociado a la suspensión de actividades de educación presencial, lo que implicó un aumento en las actividades de cuidado al interior del hogar, que recaen desproporcionadamente sobre las mujeres. Por ejemplo, según una encuesta conjunta del BID y la Universidad de Cornell realizada en julio de 2020, en los períodos de cuarentenas y cierre de escuelas 60% de las mujeres declaraban ser las únicas responsables de la educación de sus hijos en el hogar, en comparación con el 14% de los hombres. Y si bien tras el fin de la crisis sanitaria, muchas mujeres recuperaron sus empleos, lo hicieron a un ritmo más lento que el de los hombres y los determinantes estructurales, que desequilibran las oportunidades en el mercado de trabajo, persisten.
Cuando mis abuelas nacieron, las mujeres colombianas tenían prohibido ir a la escuela secundaria, no podían votar, y estaban obligadas por ley a obedecer a su marido. Mis hijas, sin duda, viven en un mundo mucho más equitativo. Claramente, en América Latina y el Caribe se han hecho avances inmensos en equidad de género, pero esto no quiere decir que la tarea haya concluido. Aún hay grandes desventajas en el mundo laboral y combatirlas requiere de múltiples instrumentos regulatorios, educativos y culturales, que van desde aumentar la flexibilidad en los horarios de trabajo, hasta aumentar las licencias de paternidad que se da a los hombres cuando tienen un hijo, combatir estereotipos de género en la elección de carrera, construir una masculinidad sana y redistribuir las tareas del hogar.
De hecho, cambios importantes podrían provenir de una medida tan doméstica como la de liberar el tiempo que las mujeres dedican a lavar la ropa y enseñar a los hombres a usar una lavadora. Esta intervención fue piloteada en Bogotá y los resultados preliminares fueron muy prometedores. La intervención fue liderada por Ximena Peña (q. e. p. d.), economista laboral colombiana que visibilizó y analizó las desigualdades de la mujer en el mercado laboral, recibió el premio Juan Luis Londoño por su aporte al diseño de políticas sociales y fue esposa, madre, mentora y amiga entrañable. Cuando escribí la primera versión de este texto, en 2018, lo hice para honrar su memoria. Cinco años más tarde, el legado de Ximena sigue más vigente que nunca y pienso en cómo ella entendía que el objetivo último de esta causa no es el de avanzar la agenda de las mujeres a costa de los hombres. El objetivo, por el contrario, debe ser el de equilibrar las oportunidades que tenemos los hombres y las mujeres, para construir una sociedad más justa. El mundo que soñaba Ximena, en un sueño que sin duda muchos compartimos, es uno en el que su hija, mis hijas y todas las niñas de América Latina y el Caribe pueden construir su destino con igualdad de oportunidades: un mundo verdaderamente equitativo.
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Federico G. dice
Interesante y oportuno el tema. Quizás los desarrollos recientes en la relación entre Economía y ciencias del comportamiento (que incluye necesariamente los factores sicológicos personales y las costumbres o ideas socioculturales) pueden ayudarse del tema como estudio de caso y viceversa. Pero no soy especialista en ello. Se plantean acá diversas variables muy atrayentes no sólo para analizar las economías del hogar o de la sociedad; también para estudiar lo que hay en el fondo de los comportamientos, los prejuicios, ideologías presentes tanto en personas como instituciones. Sí es indudable que existen factores arraigados de discriminación. También hay otros factores propios de los roles del hombre y la mujer, sobre todo cuando se mira el núcleo familiar (el que constituye en mayor parte y más promueve la fuerza laboral en el mundo). Resulta muy importante en ese sentido que la empresa (o cualquier lugar de actividad económica) y la familia puedan lograr complementarse mutuamente y, para mencionar algo quizás más avezado aún, que esa institución económica llegue a asumir políticas que fortalezcan más la institución familiar y no oponerse a ella como infortunadamente llega a suceder, haciendo parte de su misma naturaleza y actividad los roles que cada miembro de la familia debe ejercer. Roles que no deben ser del todo exclusivos, sin duda. El estudio o proyecto de enseñar tareas del hogar a los hombres que acá se menciona me parece una idea genial. Hay mucho por hacer y no es fácil estoy de acuerdo, en particular para la mujer. Son cambios de fondo, culturales en buena medida, de los que somos responsables todos: el hombre, la mujer, el empleador(a), el empleado(a), toda institución.
Yadira A. Velázquez dice
Yo soy una mujer universitaria. Tuve una hija muy joven, sin embargo mi madre me impulsó a seguir con una carrera universitaria. En mi generación fueron siempre más hombres que mujeres.
El desarrollo de mi carrera en las artes plásticas y visuales siempre ha sido difícil y pude ver cómo los hombres tuvieron mas posibilidades de desarrollo sobretodo por ser una mamá con una niña en casa no tenia tanto tiempo para el desarrollo profesional, durante la crianza. Así pasaron los años y buscando siempre tener mejores ingresos pasé por muchos trabajos dentro de las artes. Con el tiempo he hecho una carrera muy sólida. Sinembargo no gano lo que un hombre ganaría por todo lo que yo se hacer profesionalmente.
Ahora que tengo 40 años mi hija es grande y esta en la universidad me siento muy orgullosa pero no obtengo monetariamente lo que yo creo que debo ganar. Me da rabia envejecer porque me siento con tantos conocimientos que creo que me faltarían años para seguir enseñando y haciendo proyectos.
En casa las cosas se tornan muy difíciles porque aunque mi esposo es universitario también y de carrera de humanidades cuando llego a casa cansada, de cualquier forma tengo que hacerme responsable de las labores del hogar, porque yo trabajo mas horas que él, abrazo mi situación y me pongo a pensar que ha sido difícil mi camino, pero de ninguna forma cambiaría todo lo que me gusta hacer:
Cocinar
Coser en máquina, dos agujas, bordado, tejido
Tal vez planchar 🙂
Atender mi casa cuando tengo tiempo
Pasar tiempo con mi familia
La pintura, dibujo
Escultura en cerámica
Gestor cultural
El diseño gráfico
Diseño editorial
Diseño de producción para cine
Arte
Desarrollo de proyectos 3D
Museografía
Liderear a 30 personas para que se construya un proyecto concebido
Escribir de vez en cuando
En fin… la felicidad definitivamente se la busca uno, y la encontramos dentro de nosotros mismos, sinembargo aunque el dinero no es la felicidad, un buen sueldo ayuda mucho a las cosas en casa estén mejor: para los niños, escuela, salud, transporte, para la casa mantenimiento y servicios.
Ya me extendí mucho, y no se si llego a un punto concreto. Solo quiero decir mujeres de América Latina; si van a trabajar mucho, que al menos sea en algo que amen con toda su alma.
Armando De Hierro dice
Me parece interesante el artículo. En experiencia propia, en el ámbito laboral la mayoría de las mujeres, ganan lo mismo o incluso más que yo. Los puestos directivos también lo ocupan mujeres. Pero lo que he notado es que, para llegar a esos puestos (Directoras generales en gobierno federal) han tenido que replicar actitudes y acciones como los hombres: tiranas, sin compasión, gritan a sus subornidados y mantienen un estatus de mano de hierro e inflexibles en sus decisiones. ¿será una manera de permanecer? o ¿por qué se replica esas actitudes que en ningún ser humano son aceptables?
Abigail Getsemany dice
En esta época es prácticamente muy común que los pensamientos y las creencias de estereotipos mujer y hombre sigan presentes gracias al mundo tercer mundistas.
Seguir los estándares sociales ahora nos deja estancados y sin seguir nuestros propósitos como mujer, solo por que “nosotras no sabemos o no podemos hacer cosas que los hombres si pueden”
Con base ahora que sabemos que nuestro esfuerzo y nuestra mente no tiene límites tal y cono un hombre, es momento de dejar aun lado los estereotipos de “mujer ama de casa y hombres trabajar”
Y no vernos como hombre o mujer si no como seres humanos que tenemos los mismos sueños y derechos que cualquier otra persona.
Todos somos universos diferentes, colores diferentes y todos deseamos cosas diferentes que no nos deben retener por ser hombre o mujer. 😊
zhenwei dice
oye pero no que si le pagan menos a algien es ilegal
Uno mas dice
Siempre que he aspirado a un trabajo he estado en entrevistas grupales con mujeres, y NUNCA he visto que el entrevistador diga, para las mujeres el sueldo es tal, y para los hombre es mas.. es un complejo feminista absurdo
Lma dice
Yo nunca he estado en una entrevista grupal en mis 50 años de vida. Los salarios si se especifican oscilan en un rango amplio con la observacion ” segun aptitudes” lo que abre el compas a la subjetividad a la hora de asignar un salario
Luis Manteiga Pousa dice
No es fácil ser mujer…ni ser hombre.
maria del pilar QUIÑONEZ QUISPE dice
Eso seria si el mundo los derechos de las mujeres y de los varones son iguales, lamentablemente aun no lo son, Y bueno me agrada que ya porlomenos con tu comentario ya somos iguales 🙂
Mary dice
Mi caso es bastante similar al que padecemos muchas mujeres. En mi profesión hay más mujeres que hombres en el sector de la salud, sin embargo, solo podemos acceder a “privilegios” tales como la efectividad que conlleva a la estabilidad laboral unas pocas, debido a que hay una discriminación por sexo en las convocatorias al cargo. Los llamados masculinos se hacen con más frecuencia que los femeninos, en vez de hacer una lista única, ya que en este momento me encuentro haciendo exactamente lo mismo que cualquier hombre y en algún caso hasta más… Pero, estoy con la incertidumbre de si me convocaran o no a trabajar, siendo que los hombres automáticamente quedan con cargo titular. Me da mucha impotencia, no poder autofinanciarme en el siglo en que vivimos, un asco la verdad.
Leisa Aparicio dice
Mi experiencia personal como mujer profesional: no basta con legislar para incluir a las mujeres en el mundo laboral, se debe, tambien, complementar con la proteccion a la mujer en su gestion profesional hasta que logremos cambiar el paradigma existente en las cabezas de muchas personas (hombres y mujeres) que les impulsa a menospreciar las ideas y el interes de desarrollo profesional de una mujer. A las mujeres nos alzan la voz , nos minimizan, se apropian de nuestras ideas,, etc. Cosa que pasa inclusive en entidades que supuestamente son incluyentes (a mi me paso), porque solo se limitan a sumar un minimo de mujeres para alcanzar un indice de inclusion pero no trabajan sobre la conducta de lps supervisores y el choque es inevitable. El enfoque debe ser integral
Lma dice
Tal vez sea, simplemente porque vivimos en una sociedad cuya principal caracteristica es que el exito esta en el parecer mas que en el ser. Una mujer no es igual a un hombre, biologicamente habalndo, y el hecho de que una mujer que tenga una posicion superior sea comprensiva, amable y atenta puede ser percibido como debilidad o como coqueteo. Entonces para alcanzar una posicion relevante en una organizacion una mujer debe estar dispuesta a sacrificar muchas cosas, ,entre otras, esos razgos del caracter que se consideran femeninos.. Se requiere un cambio profundo para aceptar que los seres humanos somos todos diferentes para que no sea necesario tener que “aparentar” para calzar en una posicion laboral.
Marco dice
Los hombres y las mujeres tenemos fortalezas y debilidades, sin embrago hay cosa que están destinadas para que sean hechas por las mujeres y viceversa, así es la vida y el mundo que cada día cambia.
Denise dice
Destinadas???? En serio???
Ser medico/a, enfermero/a, astronauta o escritor/a es una cosa de destino???
Dani dice
Yo trabajo en una fábrica en Holanda. Cobramos todos los operarios lo mismo pero los hombres descargamos cajas pesadisimas a una mesa y las mujeres solo emperchan las prendas. Nosotros salimos reventados con lesiones musculares y las mujeres no sudan ni una gota. Esa es la igualdad que se proclama en estos tiempos? 😢
Yelenis dice
Si Dani entiendo a lo que te refieres,pero el diseño físico y biológica de las mujeres no es para cargar cosas demasiadas pesadas,ya que la mujer también tiene que gestar en el proceso traer un hijo y esos esfuerzos físicos pueden dañarla,aún así hay mujeres que hacen de todo y muchas son deportistas que levantan pesa,pero eso ya si lleva mucho entrenamiento,pero de ser de otro manera las mujeres si cargaríamos objetos pesados sin ningún problema 🙂