Todos los países de América Latina y el Caribe enfrentan grandes retos para salir del confinamiento tras el coronavirus, pero las economías altamente informales se sitúan en una categoría diferente que contempla retos aún más desafiantes. En lo que era la “vieja normalidad”, antes de la pandemia, la informalidad implicaba en muchos casos baja productividad, condiciones laborales precarias y ausencia de acceso al aseguramiento social. También, los empleos de calidad estaban desigualmente distribuidos, dado que mujeres, jóvenes, personas con niveles educativos bajos y residentes de zonas rurales están sobrerrepresentados entre los informales. ¿Por qué los países más informales enfrentan mayores desafíos para la recuperación?
El gran reto: la informalidad
Muchos países de la región tienen altos niveles de informalidad laboral. Un promedio de 56% de los trabajadores estaban en el sector informal de la economía antes del coronavirus, y estimaciones recientes predicen que esta cifra subirá a un 62% debido a los efectos de la pandemia. Sin embargo, hay países que ya enfrentaban niveles de informalidad mucho más altos desde antes de la crisis, como es el caso de Honduras (84%), Nicaragua (77%), Guatemala (76%) y Bolivia (71%).
Las economías más informales se caracterizan por altos niveles de pobreza, con un crecimiento económico poco dinámico cuyos beneficios se concentran en unos pocos. Asimismo, la informalidad limita la capacidad de ajuste ante choques como el COVID-19. Los sistemas de protección social y de seguridad social vigentes muestran baja cobertura en estos países, lo que limita su capacidad para proteger a todas las personas de los efectos negativos de la crisis actual. Al mismo tiempo, estamos viendo que los programas de transferencias de emergencia no pueden reemplazar los ingresos potencialmente perdidos de una gran parte de la fuerza laboral informal. Adicionalmente, la situación fiscal de muchos de estos países al final de 2019 ya era complicada, lo que les da poco espacio de maniobra para proteger y reactivar el empleo con una situación más dura. Por lo tanto, proteger al empleo es un reto fuerte, especialmente si se incluye a trabajadores informales.
Factores que afectarán a los informales de cara a la reapertura económica y la recuperación
Algunos factores afectarán directamente el futuro de los informales cuando salgamos del confinamiento. En primer lugar, muchos países altamente informales tienen una gran cantidad de personas dedicadas al turismo, uno de los sectores más golpeados por el COVID-19 y que más tardará en recuperarse. Este es el caso de muchos países en Centroamérica y el Caribe. La caída del turismo está teniendo repercusiones en el empleo y los ingresos de los hogares no solamente de los empleados formales, sino también de la gran cantidad de personas que, desde la informalidad, se dedican a tareas relacionadas a este sector (ver también Ilustración 1). En el Caribe, la región que más depende del turismo en todo el mundo, ya se vislumbra el impacto devastador que tendrá la pérdida de empleos de poblaciones más vulnerables.
En segundo lugar, muchos de los países altamente informales de América Latina y el Caribe son muy rurales, y dependen marcadamente de sus exportaciones de productos primarios. La contracción de la demanda mundial de estos productos (en particular la de países como China, que es uno de los mayores consumidores e importadores de estos bienes) tendría efectos negativos en volumen y valor, afectando a millones de trabajadores de la zona rural.
En tercer lugar, los países con estas características tienen baja penetración bancaria y alto uso de efectivo. La baja bancarización limita la efectividad de políticas públicas para mitigar los efectos de la pandemia e implementar la estrategia de reactivación económica.
El primer paso: la reapertura
Los países altamente informales se enfrentan a la necesidad de definir rápidamente cuál es el equilibrio entre salud y economía, con fuerte presión a reabrir, pero ¿cómo hacerlo? Los esfuerzos de países fuera de la región que han iniciado la reapertura son buenos ejemplos para los que recién están comenzando el proceso, haciendo los ajustes necesarios según el contexto local. Existen importantes experiencias sobre el uso de tecnología para expandir la capacidad de monitoreo, rastreo y seguimiento de casos, así como el desarrollo de estrictos protocolos de bioseguridad que se puedan verificar sistemáticamente. Podemos recoger también buenas prácticas a nivel de empresa y de sectores económicos que han venido reabriendo.
Las respuestas a la pandemia en los países altamente informales requieren un análisis cuidadoso. En este contexto, es necesario pensar en formas diferentes para acercarnos a las poblaciones informales e incorporarlas a esquemas de formalización, crédito, y entrenamiento ligados a oportunidades laborales dignas. Debemos pensar en alternativas que ayuden a reactivar las economías en el corto plazo con una visión de mediano plazo para lograr apuntalar el crecimiento, hacerlo más inclusivo y forjar una región con más oportunidades y mayor desarrollo. En un próximo artículo analizaremos en profundidad qué tipo de medidas podrían tomarse para recuperar el empleo en economías altamente informales.
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