Para Nirley, cuidar de los demás es algo que le viene natural. Cuenta que ya antes de su primer trabajo, que fue como niñera, se preocupaba por sus compañeros de clase y cuidaba de sus hermanos menores. Más adelante se capacitó formalmente como cuidadora, con la intención de lograr un mayor reconocimiento en su campo de trabajo. Como Nirley, son muchas las personas que asumen tareas de cuidado en América Latina y el Caribe. ¿Cómo es el día a día para estos trabajadores? ¿Estamos reconociendo como sociedad el importantísimo papel que juegan al cuidar la salud de nuestros adultos mayores?
Trabajos de baja calidad
En términos de empleo, el área de cuidado en nuestra región no es muy atractiva. En general, estas personas perciben salarios bajos y están sujetas a acuerdos de trabajo flexible que no necesariamente les ofrecen las mejores condiciones (como son el trabajo a tiempo parcial, el trabajo intermitente o el trabajo por turnos). Además, tienen poco acceso a oportunidades de formación y desarrollo de carrera y se enfrentan a ciertos riesgos laborales asociados a las características del sector.
En general, los cuidadores perciben salarios bajos y están sujetos a acuerdos de trabajo flexible que no necesariamente les ofrecen las mejores condiciones.
En el contexto del COVID-19, se genera una ecuación muy peligrosa para los trabajadores del cuidado. La gran mayoría de los cuidadores son trabajadores informales, lo que les impide acceder a los beneficios de la seguridad social. Trabajadores que se exponen diariamente al riesgo de contagio (que en muchos casos aumenta por la falta de protocolos y equipos de protección personal), pero que no tienen acceso a un seguro de salud si llegan a contraer la enfermedad ni a un seguro de desempleo si se quedan sin trabajo.
En vista de estas condiciones laborales, no es de sorprender que la oferta de servicios de cuidado en nuestros países sea insuficiente. Esta realidad no solo es preocupante en el momento presente: América Latina y el Caribe es la región que envejece más rápido en todo el mundo, así que estamos metidos en un gran problema de cara al futuro. Además, los familiares (y especialmente las mujeres de la casa) son en muchos casos quienes suelen asumir – de manera informal – las responsabilidades de cuidado, pero la disminución del tamaño de los hogares y la creciente participación laboral femenina resultarán en una oferta cada vez más reducida de cuidadores familiares (en México, por ejemplo, cerca de uno de cada cuatro adultos mayores con dependencia severa no contaba con ningún servicio de atención en el 2015). Por otro lado, la oferta actual se enfoca en grupos muy pequeños de la población: solo quienes tienen recursos pueden pagar un cuidador, y, en el caso de los programas públicos, el universo de beneficiarios suele restringirse en base a criterios como edad, nivel de dependencia y nivel socioeconómico.
En vista de estas condiciones laborales, no es de sorprender que la oferta de servicios de cuidado en nuestros países sea insuficiente.
Mejores condiciones laborales para mejorar la calidad del cuidado
Mejorar las condiciones laborales de los cuidadores se traduce en una mejor calidad del cuidado que se ofrece. Para avanzar en esta dirección, la publicación Envejecer con cuidado del BID recomienda implementar políticas de recursos humanos en donde los gobiernos faciliten la definición de los contenidos de los programas de formación profesional y las competencias demandadas en los cuidadores. También, los países deben promover el acceso a cursos de capacitación y administrar licencias y/o certificaciones; tal como hace Japón.
Asimismo, las políticas de recursos humanos deben incorporar iniciativas que promuevan la valoración de las tareas de cuidado y de la salud física y mental de los cuidadores. En países como Suecia, Alemania y Francia el Gobierno brinda servicios de apoyo y medidas de flexibilidad laboral para que los cuidadores familiares realicen mejor sus tareas y se mantengan saludables (en nuestra región, sin embargo, este tipo de medidas pueden incrementar el riesgo del empleo informal, por lo que es importante modernizar los sistemas de protección social). Como parte del esfuerzo por revalorizar la labor de los cuidadores y posicionar a esta ocupación como una opción de carrera atractiva para los más jóvenes, los países también pueden implementar campañas para sensibilizar a la sociedad sobre la importancia del rol que cumplen estos trabajadores.
Las políticas de recursos humanos deben incorporar iniciativas que promuevan la valoración de las tareas de cuidado y de la salud física y mental de los cuidadores.
Los gobiernos de la región deben comenzar a diseñar e invertir en sistemas integrados de atención para las personas en situación de dependencia funcional, y los trabajadores del cuidado, como Nirley, son un elemento esencial de estos sistemas. Así, para mejorar la retención de los cuidadores en el sector, es imprescindible incrementar su seguridad en el trabajo, brindarles oportunidades de formación y remunerarles con salarios decentes, ofreciéndoles así mejores condiciones laborales.
* Las autoras agradecen a Carolina González-Velosa por su orientación y comentarios, que fueron claves para darle vida a este artículo.
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