No digo nada nuevo cuando digo que el COVID-19 cambió para siempre el modo de trabajar. No me refiero únicamente al cambio repentino hacia el trabajo remoto o a la adaptación de las oficinas, ni a la transformación del espacio privado en home office. Lo más interesante es hablar sobre el nuevo paradigma que quedó a la vista ahora con la pandemia y que ya empieza a asentarse el polvo.
Relaciones verticales y horizontales
En un escenario donde la interacción está limitada, la confianza es condición básica de un trabajo eficiente. Confianza de los líderes en el equipo y viceversa, pero también entre los empleados. Los supervisores que tuvieron que acostumbrarse a trabajar sin tener al equipo a la vista, pronto entendieron que responder con micromanaging es un error, como dice Brian Kropp, vicepresidente de Gartner. Los tiempos exigen aceptar que el trabajo es algo que se hace y no un lugar donde se va, y que el monitoreo debe migrar de las personas a los procesos. La falta de confianza se soluciona con herramientas tecnológicas diseñadas para planificar, colaborar y dar seguimiento en tiempo real con plataformas como Google Drive, Webex o Zoom.
Transparencia
La transparencia y la economía de los datos que permite la tecnología equivale a decir que cada trabajador, independientemente de dónde se encuentre, es responsable por lo que hace. Como emprendedora tecnológica especializada en el espacio de gestión de equipos remotos en lo que llamamos “Business Transparency”, me gusta pensar que no puedes gerenciar lo que no puedes ver y lo que no puedes medir. Mediante tecnología en la nube, la compañía puede seguir el trabajo realizado en tiempo real y evaluar el rendimiento de cada miembro del equipo. Ahora los líderes deben diseñar flujos de trabajo lo suficientemente flexibles como para que todos los empleados, por muy lejos que estén, encuentren su lugar en la organización.
Habilidades duras y habilidades blandas
Las habilidades digitales y las habilidades blandas son el ticket de ingreso al nuevo mundo del trabajo. En el ámbito de lo digital no estoy hablando solamente de conectividad sino de los aspectos tecnológicos de esta tormenta perfecta para la transformación digital que estamos viviendo: la inteligencia artificial, los datos masivos, el internet de las cosas y todas esas habilidades que definen el trabajo a prueba de distancias y pandemias. En lo que respecta a las habilidades blandas estas pasaron de ser “bonito detalle” en las evaluaciones de talento humano a ser tal vez el pilar más importante y crítico para mantenerse dentro de un sistema laboral cambiante. Inteligencia emocional, autonomía, curiosidad, iniciativa, determinación y capacidad de tomar decisiones son requisitos ineludibles para cualquier persona que busca destacarse y navegar con éxito la nueva realidad laboral, y los departamentos de RR.HH. deben enfocarse menos en los roles tradicionales y más en las habilidades transversales.
Lo que estaba escondido sale a la luz
La tecnología es un verdadero democratizador de oportunidades para todos, pero especialmente para las mujeres que, gracias a la transformación digital, pueden administrar sus carreras desde donde estén y balancear su vida laboral y personal. La única competencia corriente es el talento. Y esto también es clave para la incorporación de jóvenes, adultos mayores y personas con capacidades diferentes en el mundo del trabajo. El trabajo remoto cierra todas las grietas gracias a sus horarios flexibles, al acceso democrático a las mismas oportunidades, y a la capacitación y remuneración igualitarias basadas en las habilidades y no en el género, la edad o ningún otro sesgo limitante.
Lo que es transitorio se vuelve permanente
COVID-19 sacudió el mundo del trabajo. En estos meses dramáticos, muchos perdieron sus empleos y otros se vieron en la necesidad de encontrar formas de diversificar sus ingresos. Por otro lado, las organizaciones salieron a contratar personas para que asistan en la transición al trabajo remoto: a nuevas necesidades, nuevos recursos. 32% de las organizaciones están reemplazando a sus empleados tiempo completo por trabajadores contingentes para economizar y diversificar sus operaciones. Que estos trabajadores ocasionales pasen a formar parte de la planta permanente, y puedan acceder a los mismos beneficios que tienen los contratados, es otro de los cambios de estructura que forzó la pandemia.
Es un mundo nuevo. Mientras nos terminamos de acomodar, las personas y organizaciones que pudieron responder al cambio con apertura, inteligencia y mucha agilidad serán los que podrán dar testimonio de cómo hicieron para encontrar la forma de seguir haciendo lo que más les gusta hacer.
David dice
Nice