Vivimos en un mundo marcado por la cuarta revolución industrial y el cambio climático, en continua e intensa transformación, hiperconectado, en sociedades más inclusivas y diversas, con el mercado laboral cambiando a un ritmo vertiginoso y variadas formas de aprender. Y viendo el incremento en la esperanza de vida, ¡lo cierto es que conviviremos en ese mundo muchos años más! Esto implica mantenernos en movimiento, recalculando continuamente, transformarnos, mutar, reinventarnos y acostumbrarnos a ello. En otras palabras, tenemos el desafío de equiparnos de las habilidades necesarias para seguir aprendiendo y poder acceder y progresar en el mundo laboral, desarrollando trayectorias de aprendizaje-laborales exitosas a lo largo de la vida.
Retos en la adolescencia y la adultez
América Latina y el Caribe enfrenta inmensos desafíos para promover el desarrollo de habilidades en la adolescencia. En la región, solo 60% de los estudiantes se gradúan de la escuela secundaria, y de ellos, apenas 19% cuenta con las habilidades básicas para acceder a buenos empleos o seguir estudiando. Y las cifras son todavía más preocupantes en el caso de los grupos vulnerables. Solo 37% de los adolescentes más pobres se gradúa de secundaria, y en el caso de los afrodescendientes, la tasa es de apenas 30%. Tras el COVID-19, se espera que un número muy grande de estudiantes no volverán a la escuela, potenciando el problema de deserción escolar que observamos hoy en día.
En el caso de los adultos jóvenes, la educación postsecundaria sigue siendo baja e inequitativa. En promedio, solo 25% asiste a algún tipo de educación postsecundaria, aunque las diferencias por países son pronunciadas: en Guatemala la tasa es de 8%, comparada con una tasa de 48% en Chile. También hay marcadas diferencias por nivel socioeconómico, con una tasa de 13% para los adultos jóvenes más pobres versus una de 44% para los más aventajados. Más allá de la tasa de asistencia, también es importante considerar la diversificación de la oferta formativa que hemos visto en los años recientes. Sin embargo, este fenómeno se ha dado de forma muy heterogénea y con debilidades en los sistemas que aseguran la calidad y relevancia. Al mismo tiempo, los adultos jóvenes tienen limitaciones importantes en las habilidades y la tecnología requeridas para acceder a las nuevas plataformas de aprendizaje en línea, algo que ha quedado en evidencia a raíz de la pandemia. Como resultado, no están adquiriendo las habilidades necesarias para tener éxito en el mercado laboral.
En lo que respecta a los adultos, antes de la pandemia ya sabíamos que más de la mitad no contaba con habilidades básicas de alfabetización, aritmética y resolución de problemas y alrededor del 40% no tenía habilidades digitales básicas. Esto se traduce en un peor desempeño en el mercado laboral y en menores posibilidades de acceso a oportunidades de formación, siendo los grupos afrodescendientes, indígenas y migrantes los más afectados. Los adultos también tienen limitaciones de tiempo y de financiamiento que les impiden desarrollar habilidades (el 94% trabaja a tiempo completo y tiene responsabilidades familiares). Además, el mercado no reconoce lo que aprenden trabajando, ya que estas habilidades no se validan o certifican adecuadamente. Todo esto se exacerba tras la llegada del COVID-19, impactando los niveles de pobreza y desigualdad y las posibilidades de generar un ingreso.
Prioridades del Grupo BID para el desarrollo de habilidades
Hay varias buenas noticias en el mundo del aprendizaje. Las habilidades son maleables y las adquirimos de forma acumulativa y dinámica a lo largo de la vida… ¡podemos aprender a cualquier edad! Desde los centros de primera infancia hasta los lugares de trabajo, los humanos estamos aprendiendo en todo momento. La tecnología hace que la oferta formativa sea todavía más inmensa y variada, y potencia la individualización del aprendizaje y la inclusión de los grupos vulnerables. Además, la cuarta revolución industrial, la transición a la economía verde y la mayor esperanza de vida también crean nuevas profesiones y oficios de calidad, y habilita nuevas modalidades de trabajo. En este contexto, desde el Grupo BID proponemos cinco líneas transversales para potenciar el desarrollo de habilidades en la región:
- Asegurar el acceso a oportunidades de aprendizaje pertinentes y de alta calidad durante toda la vida. Esto se logra con buenos maestros, instructores y orientadores, acompañados de currículos relevantes y culturalmente apropiados, pedagogías eficaces y culturalmente sensibles, y espacios de aprendizaje apropiados. Así mismo, es clave transformar la educación técnico-vocacional y formación profesional de la mano del sector productivo, y más ampliamente atraer a las empresas al ecosistema de desarrollo de habilidades. Además, es importante promover el aprendizaje permanente como una estrategia para que todas las personas estén equipadas con las habilidades necesarias para ser parte de la sociedad, con especial énfasis en las poblaciones más vulnerables.
- Reforzar los mecanismos de aseguramiento de la calidad y relevancia, y promover una mejora continua de las oportunidades de aprendizaje. Estos mecanismos deben incluir la generación y uso de información oportuna y de calidad para que los estudiantes, docentes, padres, trabajadores y dirigentes puedan tomar buenas decisiones. Así mismo, es necesario expandir las opciones formativas postsecundarias asegurando su pertinencia. el número de instituciones y programas postsecundarios pertinentes.
- Consolidar y desarrollar mecanismos de financiamiento y cofinanciamiento para mejorar la eficiencia, efectividad y cobertura de las oportunidades de desarrollo de habilidades. En este ámbito, es crucial potenciar la formación inclusiva, bilingüe e intercultural y poner especial énfasis en los jóvenes y en los adultos vulnerables. Para ello, es esencial promover incentivos y mecanismos de cofinanciamiento público-privado para aumentar la inversión en el desarrollo de habilidades.
- Apalancar el uso de tecnología para ampliar el acceso equitativo a oportunidades de aprendizaje y mejorar la eficiencia de los sistemas. Para promover el desarrollo de habilidades se debe fomentar la transformación digital en dos grandes áreas: la enseñanza y el aprendizaje, y la gestión y toma de decisiones (incluyendo la expansión de internet para acceder a estas tecnologías). Igualmente, es fundamental no dejar todo en manos de la tecnología y guiar a la persona en sus trayectorias de aprendizaje y laborales, promoviendo esquemas de aprendizaje híbrido. El factor humano sigue siendo esencial, y más allá de las habilidades digitales también es clave contar con habilidades socioemocionales (aún en trabajos relacionados con tecnología). La inteligencia artificial tiene múltiples aplicaciones en este ámbito, pero es importante asegurar una gestión ética de los datos.
- Promover activamente la generación y uso de evidencia para guiar decisiones sobre desarrollo de habilidades. Los gobiernos, los investigadores y la sociedad civil tienen un rol clave en la producción de evidencia rigurosa sobre qué funciona para desarrollar habilidades a lo largo de la vida. El fomento de la innovación, la experimentación y las alianzas estratégicas permitirán crear soluciones escalables y costo-efectivas para mejorar las oportunidades de los ciudadanos.
La clave para acceder a empleos de calidad
La pandemia ha resaltado aspectos que ya eran importantes para el desarrollo de habilidades y ha hecho más vulnerables a los grupos vulnerables. Para recuperar empleo y apoyar a la región a crecer sostenidamente, hoy más que nunca es fundamental impulsar trayectorias de aprendizaje-laborales que equipen a las personas de las habilidades que les permitan acceder a empleos de calidad. De esta forma, podrán contribuir productivamente a la sociedad, mejorar su bienestar y ser buenos ciudadanos.
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