Imagen: La historia del robo, por Manuel González.
¡Los robots roban nuestros trabajos! Día a día, en distintos ámbitos podemos escuchar el miedo a la llegada de los robots. Sin embargo, esta historia del robo no es nueva y así lo refleja Manuel González, el caricaturista de Paraguay que resultó ganador en el III Concurso de Caricaturas e Ilustraciones del BID. Si miramos hacia atrás, ¿qué lecciones podemos aprender sobre la relación entre las nuevas tecnologías y la evolución del empleo? ¿Se han creado nuevas oportunidades laborales a medida que los trabajos manuales han ido desapareciendo?
El empleo en las revoluciones industriales
Cuando llegó la primera revolución industrial, las fábricas pusieron a los artesanos fuera de negocio. Las máquinas permitían que los consumidores pudieran conseguir productos más baratos (y, en muchas ocasiones, de mejor calidad), pero algunos trabajadores fueron desplazados y hubo una migración enorme del campo a la ciudad. No obstante, la “revolución” también creó nuevos puestos de trabajo que complementaban la labor de las máquinas y, con el tiempo, el empleo alcanzó niveles más elevados que nunca antes en la historia.
La revolución industrial también creó nuevos puestos de trabajo que complementaban la labor de las máquinas.
De la primera a la cuarta revolución industrial, hemos aprendido que lo que hemos experimentado ha sido una transformación del trabajo, y que esta transformación ha sido siempre muy difícil de predecir. Solo basta mirar un gráfico de la evolución del empleo en los Estados Unidos, en donde ha habido una caída importante del empleo en el sector agrícola al tiempo que han aumentado los puestos de trabajo en las industrias relacionadas con el sector servicios (como educación, entretenimiento y salud).
De la primera a la cuarta revolución industrial, hemos aprendido que lo que hemos experimentado ha sido una transformación del trabajo.
A pesar de los tremendos avances tecnológicos que han permitido explicar el crecimiento en el ingreso per cápita de los países, el trabajo no ha desaparecido y las sociedades y los mercados laborales se han adaptado para absorber estos profundos cambios. Si le hubiéramos preguntado a un trabajador agrícola a mitad del siglo XIX qué tipo de tareas se veía haciendo en el siglo siguiente, seguramente no hubiera podido decirnos con certeza, dado que desconocía los enormes cambios que se avecinaban.
¿Cómo sobrevivir las oleadas tecnológicas?
Ahora bien, si los cambios tecnológicos han sido constantes en la historia de la humanidad, ¿por qué se ha puesto de moda discutir el futuro del trabajo ahora? ¿Qué tan distinta es la cuarta revolución industrial a aquellas que se dieron a fines del siglo XIX o a principios del XX? ¿Cómo se compara esta ola de nuevas tecnologías como la inteligencia artificial, la impresión 3D, el internet de las cosas o la robótica, con la llegada de tecnologías tan disruptivas como lo fue la electricidad? Como contábamos en la primera entrega de la serie El futuro del trabajo en América Latina y el Caribe, lo que hace que este tsunami tecnológico sea diferente es la velocidad con la que se están viendo los cambios (por ejemplo, apenas se han necesitado dos décadas desde la comercialización de los primeros teléfonos inteligentes para que más de la mitad de la población mundial tenga uno en su poder).
Lo que hace que este tsunami tecnológico sea diferente es la velocidad con la que se están viendo los cambios.
Lo mejor que podemos hacer para enfrentar los desafíos que presenta la cuarta revolución industrial es tratar de entender con la mayor anticipación posible cuáles son las tendencias que van a estar marcando el cambio en el mundo del trabajo. Además, debemos ser flexibles, tener capacidad de adaptación y continuar invirtiendo en nuestra habilidades y aprendiendo a lo largo de la vida. Estar dotados con herramientas que nos permitan navegar el nuevo mercado laboral será clave para nuestro éxito en el futuro del trabajo.
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