Cuando hablamos de violencia basada en género o de violencia contra las mujeres, en Latinoamérica y el Caribe, los números son grandes. Grandes en la prevalencia de la problemática: 25% de las mujeres de la región han sido víctimas de violencia física o sexual por parte de su pareja. Si incluimos violencia fuera de la pareja, este número aumenta al 34%. Los números también son grandes en las consecuencias de la expresión más extrema de esta violencia: 4.473 mujeres fueron víctimas de femicidio en 2021, una de las estadísticas más altas del mundo.
La problemática de la violencia basada en género además de grande es cambiante. Por ejemplo, en años recientes han surgido nuevas formas de violencia relacionadas a la tecnología. Sin embargo, también la tecnología tiene el potencial de ser una herramienta para probar nuevos enfoques que permitan prevenir la violencia o brindar atención a las sobrevivientes. La tecnología suele abaratar costos de llegar a escala a más personas. Sin embargo, ¿se logra entregar intervenciones efectivas a través de esta vía? La realidad es que estamos en la etapa más temprana del desarrollo de esos enfoques nuevos. Y si bien la innovación es atractiva, debe implementarse con cautela en un tema tan sensible como este: en base a la evidencia y respaldada por la evaluación de resultados. Una temática delicada requiere más que soluciones atractivas – requiere de soluciones robustas.
¿Cómo impulsamos la prevención, atención y eliminación de la violencia basada en género?
Hace 24 años que el 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer. Las cifras presentadas al inicio demuestran que el camino que tenemos hacia adelante es largo. Desde el BID seguimos buscando mejores enfoques para prevenir, atender y eliminar de la violencia basada en género. Te compartimos algunas reflexiones y lecciones aprendidas en nuestro trabajo con esta problemática.
1. Enfoque interseccional
Buscamos integrar cada vez más un enfoque interseccional al abordaje de la violencia basada en género. Al igual que ocurre con otras problemáticas, la violencia se exacerba cuando el carácter de mujer interactúa con otras identidades, como la raza, la pobreza, el estatus migratorio, la etnia, la orientación sexual e identidad de género, o la discapacidad. En Uruguay, por ejemplo, integramos una mirada interseccional a una operación a través de la cual el Banco está apoyando la ampliación y mejora de los servicios de atención de violencia. Parte de esto incluye diseñar e implementar respuestas diferencias para mujeres migrantes, lesbianas, bisexuales y transgénero. Se espera que el proyecto beneficie a más de 28.800 mujeres y 13.000 personas jóvenes.
2. Una mirada intersectorial
La problemática de la violencia requiere una mirada holística para su prevención y atención. Modelos como Ciudad Mujer, que se ha implementado en cuatro países de la región, requieren de una evaluación constante para conocer su efectividad y sostenibilidad en el tiempo. Esta iniciativa ofrece servicios integrados bajo un mismo techo que incluyen la atención y prevención de la violencia de género, la salud sexual y reproductiva y, la autonomía económica. La coordinación entre sectores es costosa y compleja de implementar a escala. Demanda compromisos políticos y presupuestarios de largo alcance.
Es clave tener evidencia que permita priorizar qué atenciones priorizar para la atención de cada problemática. El manejo de casos es una herramienta clave para orientar a cada mujer hacia el conjunto de atenciones idóneo para su situación. Y permite hacer un uso racional y eficiente de los recursos de los diferentes sectores. Seguimos trabajando en fortalecer la coordinación con los sistemas de protección social y los sistemas de justicia de los países, así como la sostenibilidad del proyecto con el paso del tiempo.
La evaluación de efectividad también es importante cuando integramos la tecnología a los servicios para supervivientes. En Colombia, el BID apoyó el desarrollo del Sistema Salvia. El mismo plantea una herramienta tecnológica asociada al Sistema Nacional de Registro, Atención y Monitoreo a Violencias Basadas en Género que integra múltiples canales. Por nombrar algunos: atención presencial, línea telefónica, aplicación móvil, sitio web y mensajería instantánea.
Salvia busca mejorar la atención a las víctimas a través de la conexión entre los diferentes datos disponibles y sistemas de información. Específicamente, evita la revictimización al registrar los hechos por una única vez, permite realizar seguimiento caso a caso para verificar la atención en tiempos oportunos, fortalece rutas desde un enfoque diferencial y genera alertas tempranas para entidades responsables.
3. Considerar las masculinidades
Otra área de trabajo emergente en la prevención de la violencia basada en género es el trabajo con nuevos modelos de masculinidad. Estos involucran redefinir lo que significa ser un hombre en términos de relaciones, paternidad y cuidado, y desvincular la masculinidad de la violencia. Un ejemplo de este tipo de trabajo es el programa Hablemos entre Patas, en Perú, que otorga a través de WhatsApp herramientas para reducir la tensión y conflicto con la pareja. En su fase piloto, el 67% de los participantes reportaron mejoras en áreas como la distribución de trabajo doméstico, comunicación con la pareja, y manejo compartido de finanzas.
¿Qué nos muestra el futuro?
Si bien las nuevas tecnologías y los enfoques innovadores son atractivos, hay mucho trabajo por delante para determinar cuáles de ellos funcionan de forma efectiva, con calidad y sostenibilidad y a un costo que hace factible su operación a escala. Esta es un área donde necesitamos acelerar la generación de conocimiento.
En este esfuerzo de probar nuevos enfoques y evaluarlos, tomamos nota de estos tres aprendizajes. Primero, integrar enfoques que consideren cómo la violencia afecta a mujeres de diferentes identidades de diferentes maneras. Segundo, abordar las intervenciones con un enfoque holístico. Y tercero, integrar a los hombres como posibles agentes de cambio en una problemática que no solo los involucra, pero, además, muchas veces les afecta directamente. Se trata de un trabajo difícil, pero con la posibilidad de cambiar la vida de muchas personas.
Vicenta Dice
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