Hace 11 años tuve la oportunidad de entrar en contacto y brindar asistencia técnica al programa Ciudad Mujer, apoyado por el Banco Interamericano de Desarrollo. Esta iniciativa ofrece servicios integrados bajo un mismo techo. Se trata de centros integrales orientados a promover el empoderamiento de las mujeres a través de la atención y prevención de la violencia de género, la salud sexual y reproductiva y, la autonomía económica. Son comunes, también, actividades de educación comunitaria para promover la igualdad de género, impartidas en las áreas aledañas al centro. Las usuarias del programa pueden solicitar cuidado de niños y niñas en el centro, mientras reciben los distintos servicios. Así mismo, todos los servicios son brindados por funcionarias debidamente capacitadas. Se busca así propiciar un ambiente más protegido y de confianza para las usuarias.
Ciudad Mujer ha generado gran interés en América Latina y el Caribe. Primero, por la calidad y calidez de sus servicios. También por unir a diferentes instancias públicas que proporcionan una respuesta coordinada a las necesidades y problemáticas que se presentan a las mujeres. Una evaluación de impacto de corto plazo realizada a esta iniciativa reportó resultados positivos, ya que las mujeres que visitaron los centros reportaron una mayor utilización de los servicios públicos (43% más) y una mayor proporción de ellas se sentía satisfecha con su vida que las que no los visitaron.
Este programa ya ha sido adaptado a cuatro países de nuestra región.
Servicios integrados en un solo lugar: ¿Por qué y para qué?
Ciudad Mujer surgió para dar respuestas a la diversidad de situaciones y problemáticas que enfrentan las mujeres. La iniciativa busca aumentar y mejorar los servicios ya existentes, pero se enfoca en tres desafíos:
Atender integralmente las múltiples problemáticas que enfrentan las mujeres.
Las problemáticas a las que se enfrentan las mujeres pueden estar relacionadas entre sí. En consecuencia, una sola institución no siempre puede brindar las alternativas que cada caso en particular requiere. Un ejemplo sería el de una mujer sometida a control y violencia por parte de su pareja que no cuenta con un empleo o fuente de ingresos propios, por lo que depende económicamente de su agresor. Ella puede acudir a Ciudad Mujer, plantear la situación que atraviesa y, dicho programa puede brindarle el apoyo que requiere tanto para salir de la violencia como para obtener una fuente de ingresos que le permita alcanzar su autonomía económica.
Otro ejemplo puede ser el de una mujer que presenta padecimientos de salud tanto físicos como emocionales, asociados a la violencia de género que experimenta en su vida. Este caso puede ser atendido en Ciudad Mujer, dado que se tiene la cobertura especializada tanto a nivel médico como psicológico para responder de manera pronta y efectiva a su situación. En este punto, algunas personas pudiesen pensar que ambas situaciones se pueden resolver con el establecimiento de un sistema de referencias y contrarreferencia que facilite el tránsito de estas mujeres de una institución a otra. Aquí cobra relevancia el segundo desafío:
El dinero y el tiempo son recursos son más escasos para las mujeres que para los hombres
Esta falta de recursos constituye una barrera de acceso a los servicios. Es frecuente que las mujeres no cuenten con recursos propios o vivan en hogares empobrecidos. En América Latina, 27.8% de las mujeres no cuentan con ingresos propios en comparación con solo el 12% de hombres y, por cada 100 hombres viviendo en hogares pobre, 113 mujeres habitan en las mismas condiciones. Asimismo, en la región, las mujeres suelen dedicar más horas al trabajo doméstico y otras tareas de cuidados no remuneradas. Estas llegan incluso a promediar el triple de tiempo que los hombres dedican a estas labores.Por lo anterior, es probable que no tengan el dinero, ni el tiempo, ni las fuerzas para trasladarse a las diferentes instituciones destinadas a la resolución de sus múltiples problemáticas.
La fragmentación y dispersión de los servicios puede producir revictimización en las mujeres
Bajo un esquema de múltiples instituciones, las sobrevivientes de violencia basada en género deben repetir procesos y contar una y otra vez sus casos con el consecuente sufrimiento que eso conlleva. Además, la gestión y seguimiento de casos se torna más difícil.
¿Los servicios integrados son un esquema viable para impulsar el empoderamiento de las mujeres?
Programas como Ciudad Mujer ofrecen múltiples oportunidades y ventajas encaminadas al impulso y promoción tanto de los derechos como del empoderamiento femenino. Lo he podido comprobar en primera persona. Al concentrar en un mismo lugar servicios tendentes a satisfacer necesidades de las mujeres, contribuyen a la eliminación de barreras que, por su dispersión, pueden estar impidiendo u obstaculizando el acceso a servicios que pueden salvar o mejorar su calidad de vida. Adicionalmente, este modelo facilita la coordinación y el trabajo conjunto entre instancias y con ello, hacen posible la implementación de mayores estándares de calidad en los servicios. Es por ello por lo que servicios integrados para las mujeres pueden ser modelos exitosos que se pueden adaptar y escalar según las necesidades de cada país o territorio. Además, las usuarias, que son el componente fundamental de la estrategia, parecen valorar estas iniciativas en los contextos donde estos programas están operando.
Si bien la gestión de este modelo no es tarea sencilla, conforme se logre conjuntar voluntades y superar los obstáculos para ofrecer servicios pensados (o repensados) para el empoderamiento de las mujeres, rendirá sus frutos.
Mayra Rodriguez Dice
Buena tarde en guatemala estamos con la iniciativa de poder implemnetar el programa Ciudad Mujer Guatemala..