En los últimos veinte años, apoyadas por una mayor escolaridad, las mujeres de la región de México, Centroamérica, Panamá y República Dominicana(MECAPARD) se han venido incorporando al mercado de trabajo y han logrado una mayor representatividad en altos cargos de decisión, como lo evidencian las tres mujeres presidentas que ha tenido la región en este período. No obstante, la tasa de participación laboral femenina en MECAPARD aún se encuentra en promedio por debajo de la de América Latina y el Caribe y de la OCDE, y continúa alejada de la de los hombres con 33 puntos de diferencia en 2019.
Esta diferencia en participación se refleja en otros indicadores del mercado laboral. Por ejemplo, los empleos femeninos son en promedio de menor calidad que los masculinos con una remuneración inferior (en 16%), y mayor informalidad, lo que implica falta de cobertura de seguridad social y menor protección legal. Otra brecha importante se observa en los puestos de liderazgo. Las mujeres de MECAPARD no alcanzan la mitad del número de posiciones de los hombres en puestos gerenciales en el sector privado (42%) o en el gabinete en el poder ejecutivo (30%), y en el sector empresarial apenas dirigen un 24% de las microempresas y un 8% de las grandes empresas.
Factores a tener en cuenta en la región
El rezago en la participación laboral femenina de la región se genera a lo largo del ciclo de vida de las mujeres y en múltiples dimensiones, como lo muestra el estudio Cerrando brechas de género en el mundo del trabajo: Centroamérica, México, Panamá y República Dominicana. Algunos factores que resaltan desde el punto de vista de mercados laborales son la baja inclusión en carreras relacionadas con Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (CTIM), la inequidad en el entorno institucional y los estereotipos de género, y la brecha de ingresos por pensiones.
Todo empieza por la educación
De cara a la acumulación de capital humano, en MECAPARD sobresale el rezago de mujeres en la educación en CTIM y el embarazo adolescente. Las mujeres de la región han logrado tener una mayor escolaridad que los hombres en todos los niveles educativos, incluyendo la educación terciaria. Sin embargo, hay una baja proporción de mujeres que siguen carreras CTIM o continúan con estudios de maestría y doctorado, lo que limita la obtención de mayores remuneraciones o trayectorias a puestos de máxima jerarquía. Además, muchas mujeres abandonan la escolaridad a edades tempranas, y entre las razones destaca el embarazo adolescente, el cual coarta la acumulación de capital y refuerza el ciclo de pobreza.
Un sistema de educación que llegue a zonas rezagadas y contenga un enfoque de género en sus programas y docencia contribuiría a mitigar esta problemática. A su vez, la participación de las mujeres en las actividades donde están subrepresentadas mitiga los estereotipos y promueve la incorporación de otras. Las mujeres tienen mayor probabilidad de participar en el mercado laboral cuando son hijas de madres trabajadoras; y de ser emprendedoras cuando sus padres se han dedicado a la actividad empresarial.
La importancia de los marcos institucionales y sociales
La inequidad en el entorno institucional y los estereotipos de género contribuyen a mantener la diferencia en participación. Persisten algunas diferencias en derechos laborales o estos no incorporan una perspectiva de género. Por ejemplo, en ningún país de MECAPARD se ofrece una licencia parental remunerada, la cual contribuiría a una distribución más equitativa de los cuidados familiares y a promover el cambio cultural. Tampoco existen mandatos que garanticen legalmente igualdad de remuneración entre hombres y mujeres por un trabajo de igual valor, entre otros. Por otra parte, los estereotipos de género asocian como responsabilidad de las mujeres el cuidado familiar y las tareas del hogar. Esto parece reflejarse en que un tercio de las mujeres emprendedoras en América Latina y el Caribe se han sentido discriminadas debido a su género al hacer negocios.
Una política fiscal con enfoque de género en los países de MECAPARD podría ser favorable para apoyar el gasto en protección social, el cual está asociado con una mayor participación femenina. También es clave el fortalecimiento institucional y mejoras legales para fomentar un mercado laboral inclusivo. Desde el BID, el programa Apoyo a la igualdad de género en Panamá ha sido el primer préstamo de reformas en MECAPARD y cuyo propósito es el de promover políticas para potenciar la autonomía física, económica y la toma de decisión de las mujeres.
Desigualdades en pensiones y jubilaciones
Un último factor a tener en cuenta desde la perspectiva de mercados laborales es que las brechas salariales de género generalmente se acentúan al final del ciclo de vida. En este período estas se manifiestan en los menores ingresos que reciben las mujeres en comparación con los hombres por concepto de jubilaciones y pensiones. Además, la evidencia muestra que la presencia de madres pensionadas contribuye a que sus hijas se incorporen al mercado laboral, esto al apoyarlas en el cuidado de los hijos y seguramente al servir como ejemplo.
Centroamérica en particular reúne las condiciones para cambiar esto y lograr que las pensiones sean más inclusivas. Otras formas de apoyar una mayor participación laboral femenina son mejores políticas de conciliación laboral y familiar, así como la de los servicios de cuidado. Un ejemplo de esto es el programa del BID Transparencia y equidad del gasto en protección social en Panamá, que apoyó reformas institucionales y mejoras en la oferta de servicios de atención integral a la primera infancia en el país, mayormente para mujeres.
Una gran oportunidad para transformar el empleo femenino
Las mujeres que presentan las mayores desventajas en el mercado laboral con relación a los hombres son también las más vulnerables. Tienen un bajo nivel educativo, empleos precarios y susceptibles de automatización, una alta carga de trabajo no remunerado, familias numerosas o se encuentran en una situación de dependencia. El importante impacto de la crisis sanitaria, aunado a las brechas existentes, hace necesario hoy más que nunca avanzar en la región en una agenda de políticas que tenga como núcleo la igualdad de género. En el estudio Cerrando brechas de género en el mundo del trabajo: Centroamérica, México, Panamá y República Dominicana compartimos buenas prácticas en distintos ámbitos para avanzar en esta dirección.
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