La aplicación de tecnologías digitales a la agricultura puede hacernos pensar en un futuro donde los robots harán todas las labores agrícolas: preparar el terreno, sembrar, quitar hierbas y cosechar. Mientras tanto, los dueños de las fincas solamente estarán administrando sus tierras y supervisando que todo funcione correctamente (o tal vez ni siquiera tengan que hacer eso, pues alguna computadora lo hará por ellos). Aunque ese futuro aún está muy lejos (si es que realmente es posible), es importante preguntarnos cuáles serán las implicaciones laborales de transitar hacia allá. ¿Qué impacto tendrá el uso de tecnologías como la inteligencia artificial y la robótica en el sector agrícola?
¿Acabarán los robots con los trabajos del campo?
Por una parte, existe la preocupación de que la inteligencia artificial y los robots reemplacen a los trabajadores agrícolas y los dejen desempleados. Aún existe poca información al respecto, pero los efectos de la mecanización agrícola pueden servirnos como paralelismo (después de todo, el desarrollo de las máquinas agrícolas generó esa misma preocupación en el pasado). La evidencia indica que, en general, la incorporación de maquinaria en la agricultura ha generado efectos mínimos de desplazamiento laboral y empeoramiento de la equidad. Esto puede ser contra intuitivo, pero una explicación es que esta mecanización muchas veces estuvo acompañada de una expansión del área agrícola: al adquirir maquinaria, los productores tendieron a aumentar la producción expandiendo el área bajo explotación, en lugar de despedir trabajadores y seguir produciendo la misma cantidad. Eso sí: el perfil de los trabajadores cambió en cierta medida hacia una mano de obra más calificada (por ejemplo, operadores de las máquinas).
La incorporación de maquinaria en la agricultura ha generado efectos mínimos de desplazamiento laboral y empeoramiento de la equidad.
Otros sectores también han experimentado este tipo de efectos con la incorporación de nuevas tecnologías, como señala un blog reciente del BID. Una explicación complementaria consiste en que, en muchas ocasiones, el orden de las cosas es al revés: los trabajadores empiezan a dedicarse a otras tareas (quizás inclusive en otros sectores económicos), lo cual hace que la mano de obra en el campo se vuelva escasa y costosa y que, por tanto, resulte rentable adquirir maquinaria que reemplace a los trabajadores. En los países donde se ha presentado este fenómeno, la mecanización ha avanzado más rápidamente (y lo mismo está ocurriendo con la automatización). El desarrollo de tecnologías y su adopción no surgen en el vacío, sino que responden a fuerzas económicas.
Tecnología para generar empleos de mejor calidad
Otra implicación de la aplicación de tecnologías digitales a la agricultura es que las mismas pueden traer beneficios laborales. El trabajo en el campo suele ser arduo y, muchas veces, mal remunerado. Por ello, muchas personas migran hacia las ciudades en busca de mejores empleos y condiciones de vida. Las nuevas tecnologías podrían cambiar esa situación en un futuro no muy lejano: el empleo agrícola podría volverse menos manual y rutinario, y más concentrado en las ciencias computacionales, informacionales y biológicas. Este tipo de empleos serían necesarios para seleccionar, poner en funcionamiento, supervisar y reparar los sofisticados equipos, así como para gestionar las fincas en función de la información generada y procesada por los mismos. Las ganancias en eficiencia generadas por esas tecnologías podrían acarrear mayores ganancias que permitirían pagar mejores salarios. Ahora bien, estos cambios en el mercado laboral no serían sencillos e implicarían una recomposición muy importante de las habilidades de los trabajadores agrícolas.
El trabajo en el campo suele ser arduo y, muchas veces, mal remunerado. Las nuevas tecnologías podrían cambiar esa situación en un futuro no muy lejano.
En América Latina y el Caribe aún estamos lejos de esa situación. Para empezar, la mecanización de la región aún es baja en comparación con la de otros países más desarrollados. Un artículo reciente encuentra que, aunque tenemos el 12% de la tierra cultivable a nivel global, solo tenemos el 4% de los tractores (85% de los cuales se concentran en Brasil, Argentina y México). La adopción de tecnologías digitales está aún más rezagada en la región. Si bien existe poca información al respecto, el GSMA (asociación que representa a los operadores móviles a nivel mundial) reporta que el uso de tecnologías agrícolas o AgTechs móviles en nuestros países es menor que en otros países en vías de desarrollo en África y Asia.
Invertir en las personas
Teniendo en cuenta estas consideraciones, es importante que América Latina y el Caribe facilite la adopción de nuevas tecnologías para poder aprovechar al máximo las oportunidades que trae consigo la cuarta revolución industrial para el sector agrícola. Si bien es necesario invertir en infraestructura complementaria (por ejemplo, en el área de telecomunicaciones), la inversión en capital humano es tal vez una necesidad mucho más apremiante. De esta forma, podremos garantizar que la región cuenta con mano de obra calificada para complementar y operar las nuevas tecnologías; pero, más importante aún, podremos evitar que los trabajadores cuyas tareas empiezan a ser realizadas por máquinas queden desempleados.
*Este artículo cuenta con la autoría del experto invitado Héctor Valdés Conroy, especialista sénior de la División de Medio Ambiente, Desarrollo Rural y Gestión de Riesgo de Desastres del BID.
Héctor Valdés Conroy es doctor en economía del desarrollo por la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA). Después del doctorado, trabajó dos años como consultor en el Banco Mundial, colaborando en la elaboración de un volumen para América Latina y el Caribe que acompañó al Informe sobre el Desarrollo Mundial 2009. Trabaja en el BID desde septiembre de 2007, primero en la Oficina de Evaluación y Seguimiento y, desde noviembre de 2016, en la división de Medio Ambiente, Desarrollo Rural y Gestión de Riesgo de Desastres. Le interesa ayudar a que los miles de pequeños productores agropecuarios de la región tengan un nivel mucho mejor de vida y de forma mucho más armónica con la naturaleza. |
Leave a Reply