El futuro del trabajo es un tema cada vez más presente. El interés es creciente, a medida que constatamos cómo se intensifican algunas tendencias, como la automatización o la economía gig, de las que venimos hablando desde hace ya tres años en este mismo blog. Así que es de esperar que, este 2018, el futuro del trabajo sea un tema muy presente en las discusiones sobre mercados laborales y políticas públicas, también en América Latina y el Caribe. Para abordarlo, conviene no olvidar que, además de amenazas y desafíos mayúsculos, el futuro del trabajo nos brinda grandes oportunidades.
Es de esperar que el futuro del trabajo sea un tema muy presente en las discusiones sobre mercados laborales y políticas públicas, también en América Latina y el Caribe.
Analizar el futuro del trabajo será un tema central de la III Cumbre Empresarial de las Américas que tendrá lugar en Lima, Perú, los próximos 12 y 13 de abril. Allí reunirán los jefes de Estado y los principales dirigentes empresariales del continente para promover el crecimiento económico y las inversiones mediante la interacción público-privada, facilitar el comercio e impulsar el desarrollo sostenible e inclusivo de la región.
El fin del trabajo como lo conocemos
Muchas de las señales que recibimos nos indican que poco a poco nos estamos adentrando en una nueva era para el trabajo. La Cuarta Revolución Industrial, los increíbles avances que brinda la tecnología, están modificando los esquemas del trabajo tradicional. Por un lado, vemos cómo la automatización sigue ganando terreno, lo que hace que algunos trabajos (y sobre todo muchas tareas en numerosas ocupaciones) sean susceptibles de desaparecer.
El auge de la tecnología (robots, inteligencia artificial…) va a implicar que el mercado laboral demande habilidades más sofisticadas, que complementen a las máquinas. Aquí no solo me refiero a las socioemocionales (saber comunicarse, tener empatía, capacidad de trabajo en equipo y de liderazgo, etcétera), sino también a habilidades analíticas más complejas (saber aprender a aprender, tener capacidad de resolver problemas, tener habilidades de emprendimiento…).
El auge de la tecnología va a implicar que el mercado laboral demande habilidades más sofisticadas, tanto las socioemocionales como habilidades analíticas más complejas.
La otra gran tendencia es la de la economía gig. Empresas como Uber, Lyft o Cabify, plataformas como UpWork o Workana, se han introducido en el día a día de millones de personas en todo el mundo, también en nuestra región y los países deberán adaptarse a esta nueva realidad.
Así, vemos que las amenazas han sido, probablemente, las grandes protagonistas en el debate incipiente sobre el futuro del trabajo. Sin embargo, merece la pena observar este tema analizando las oportunidades que trae consigo. En el caso de América Latina y el Caribe, el rezago tecnológico (que en sí mismo es una mala noticia) da un margen de maniobra a los hacedores de políticas con el que quizá no cuentan en los países más desarrollados.
Las personas son la clave
Para triunfar en la era de los robots, los países de América Latina y el Caribe necesitan invertir en su capital humano. Ahora bien, ¿cómo pasar de la teoría a la práctica? Posiblemente, el primer paso consista en observar la tecnología como la solución y no solo como el problema.
En el nuevo mercado laboral, en el que el ‘trabajo para toda la vida’ será la excepción, los trabajadores necesitarán redes de protección y apoyo para sus transiciones laborales. Por suerte, ya estamos viendo cómo surgen esfuerzos que buscan ofrecer a los buscadores de empleo mecanismos más rápidos y eficientes para acceder a las mejores vacantes. En Corea, por ejemplo, los servicios públicos de empleo han desarrollado aplicaciones digitales muy sofisticadas que permiten a un trabajador acceder a toda la oferta de vacantes desde su teléfono. En Bélgica, es posible incluso encontrar mentoría a través del celular. También desde el sector privado hay iniciativas interesantes. En Estados Unidos, por ejemplo, un exdirectivo de Tinder quiere trasladar al mercado laboral la fórmula exitosa de esta aplicación para encontrar pareja.
Ya estamos viendo cómo surgen esfuerzos que buscan ofrecer a los buscadores de empleo mecanismos más rápidos y eficientes para acceder a las mejores vacantes.
Los trabajadores necesitarán acompañamiento en sus transiciones laborales y también mecanismos que les permitan actualizar sus habilidades constantemente. El mundo del trabajo muta con rapidez y ello explica, por ejemplo, el auge de ofertas formativas como la de los nanocursos de Udacity. Los sistemas educativos que proporcionan conocimiento darán paso probablemente a sistemas que enseñen a aprender, combinando trabajo con aprendizaje a lo largo de la vida. En este sentido, es muy relevante los avances de empresas como Linkedin que están tratando de sacar partido al big data para conocer y anticipar las demandas de habilidades del sector productivo.
La tecnología también puede ser una aliada de la región para enfrentar el otro gran reto: repensar el Estado del Bienestar. La nueva realidad del trabajo y los cambios demográficos (América Latina y el Caribe pasará a ser una de las regiones del mundo más envejecidas) son un enorme reto para los actuales sistemas de seguridad social. Así, innovaciones como la aplicación AforeMóvil (con la que en México invitan a los jóvenes a ahorrar para su retiro) son toda una declaración de intenciones ante un futuro en el que, quizá más que nunca, necesitaremos soluciones imaginativas.
La mejor noticia de todas es que estamos a tiempo para prepararnos ante el futuro del trabajo. Con las políticas apropiadas y teniendo muy presente que la región todavía tiene grandes desafíos en materia laboral y de seguridad social, la región puede entrar con buen pie en el futuro del trabajo.
Calós Morales Gamarra dice
EL PERU NO ESTÁ EN EL PELOTÓN.
Franco Giuffra, el incisivo analista, nos alerta hoy en El Comercio que no estamos en el pelotón que corre para estar a la altura de la tecnología de la digitalización, tecnología que en veinte años dejará a miles de nuestros jóvenes sin empleo. Son ya millones en el mundo los desplazados por los robots y la inteligencia artificial. Pone el escalofriante ejemplo del supermercado abierto por Amazon en Seattle donde coges los productos, te los llevas sin pasar por caja; y ya después, mediante un reconocimiento facial, la tienda te los cobra cargando a tu tarjeta de crédito. Efectivamente, lo que se viene con la IV Revolución Industrial no la ven nuestros políticos y periodistas enfrascados en la minucia política que creen eso nos gusta. Tampoco los funcionarios del M de Trabajo y su nuevo ministro, a los que alude FG, quienes no se atreven a dar para el Peru la esperada reforma laboral por temor a los políticos y a los izquierdistas. Tampoco vislumbran la Industria 4.0 la academia. Quieren crear nuevas universidades con carreras lejos de los empleos del futuro; e institutos tecnológicos, como los actuales, formando mano de obra para una industria que no los necesitará. Serán otras las carreras técnicas que se requerirán. No las que hacen el trabajo con las manos, sino con los dedos e inteligencia. Estos futuros trabajadores tendrán las manos libres y no quedarán exhaustos. Utilizarán la tecnología móvil con una nueva generación de tablets, teléfonos , inteligentes que les pondrán a su disposición información. Trabajarán a lado de los robots que garantizan una producción rápida y eficiente. McKinsey Global Institute de NY, que cita Giuffra, estima que entre 400 y 800 millones individuos podrá ser desplazados en el mundo por la automatización. Esto al 2030. Siemens, el gigante industrial alemán invierte cuatro mil millones de dólares anuales en investigación y desarrollo para que los empleos sean diferentes. La I Revolución Industrial entre 1760 y 1840 con la máquina de vapor y el ferrocarril, la II entre finales del S XIX y principios del S XX con la electricidad y la producción en masa y la III iniciada en 1960 con los primeros ordenadores y el internet, también desplazaron trabajadores. La IV hará lo mismo con empleos pero no con los que se generarán en el campo de las matemáticas, la computación matemática, las ingenierías, las finanzas, la salud. Necesitamos políticos estadistas. No de este montón.
Teresita Moreno dice
Las personas que se nieguen a aceptar el cambio inminente en las características de los trabajos, quedaran fuera de la realidad. Ahora bien, los Estados deben establecer políticas a mediano y largo plazo, para no solo acompañar, sino patrocinar estos cambios, tanto en el sector empresarial, como en la Educación en general. Todos los Estados de América Latina y El Caribe, deberían estar instaurando profundas reformas educativas, que vayan más allá de proporcionar a kos alumnos con ordenadores o tablets, pues es quedarse en la superficie.