Antes de la crisis del COVID-19, existía la impresión de que los cambios tecnológicos de nuestra época, supuestamente con una rapidez sin precedentes, iba a transformar radicalmente los mercados laborales. Los robots iban a robar nuestros trabajos. Algunos pocos ganarían una fortuna mientras la mayoría no podría conseguir empleo porque sus habilidades serían obsoletas. Si no entendíamos el futuro del trabajo, tan distinto a lo que estamos acostumbrados, enfrentaríamos un problema social y económico enorme.
Por mi parte, era y sigo siendo escéptico. Simplemente no veo la evidencia empírica que respalde la afirmación de que los cambios tecnológicos estén transformando los mercados laborales más rápidamente que antes. Un estudio reciente del mercado laboral de Estados Unidos de 1850 a 2015 encuentra que los niveles recientes de rotación ocupacional están en mínimos históricos. En el caso de México, la rotación laboral en 2019 fue sustancialmente menor que en el periodo 1998 a 2000. Y a pesar de la impresión de que el mundo del trabajo está transitando hacia la economía gig y el emprendedurismo, la siguiente gráfica muestra que la tasa de trabajo asalariado en México casi alcanzó un máximo nivel histórico en marzo de 2020, justo antes de la crisis del COVID-19.
No hay duda de que la pandemia esté afectando los mercados laborales de una manera sin precedentes (al menos desde que existen datos). Pero, además de las pérdidas de empleo que observamos, se dice que la crisis actual “está acelerando dramáticamente los procesos de digitalización y automatización de los que venimos hablando hace tiempo.” Por mi parte, no me convencen estas afirmaciones, y otra vez pienso que la evidencia preliminar de la crisis me da la razón.
No hay duda de que la pandemia esté afectando los mercados laborales de una manera sin precedentes.
En un estudio reciente, Raymundo Campos-Vázquez, Gerardo Esquivel, y Raquel Badillo analizaron una base de datos de anuncios de trabajo en México durante el periodo de enero a julio de 2020. Los autores encuentran que, mientras en abril de 2020 la distribución de vacantes por ocupación había cambiado mucho respecto a la situación antes de la crisis, la distribución de vacantes por ocupaciones ya se había normalizado en mayo. Más importante aún, las habilidades y características de los trabajadores solicitadas por parte de las empresas no cambiaron de manera importante en el periodo analizado. Tampoco encuentran reducciones en los salarios ofrecidos para ocupaciones específicas, como se esperaría si hubiera un cambio permanente de la demanda por habilidades. Los autores concluyen “no encontramos evidencia de un cambio significativo ni permanente de la demanda laboral en México.”
¿Es demasiado temprano para observar los cambios permanentes en el mercado laboral provocados por la crisis del COVID-19? Es posible que sí. Pero llevo años esperando ver la evidencia del futuro del trabajo que muchos pronostican, o dicen que ya ha llegado. Aun con la supuesta aceleración de los cambios del mercado laboral provocada por la crisis actual, sigo sin ver la evidencia.
¿Es demasiado temprano para observar los cambios permanentes en el mercado laboral provocados por la crisis del COVID-19? Es posible que sí.
Estoy convencido de que se necesitan políticas públicas fuertes como subsidios a la contratación y programas fortalecidos de capacitación e intermediación laboral para acelerar la recuperación de los mercados laborales de la región. Y, como ocurre en todos los tiempos, algunas personas necesitarán apoyo para adquirir nuevas habilidades porque los cambios tecnológicos harán obsoletas las habilidades que tienen hoy. Pero pienso que la demanda laboral en 2021 será similar a la demanda laboral en 2019, así que sería un error implementar políticas públicas orientadas excesivamente a promover las nuevas ocupaciones, habilidades, y modalidades del trabajo que nos imaginamos del futuro del trabajo.
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