Al abordar el impacto del COVID-19 en los mercados laborales de América Latina y el Caribe, la cifra de los empleos perdidos ha sido, durante este año y medio, la que más focos ha concentrado. Esto tiene todo el sentido, pues, en el peor momento de la crisis, se llegaron a perder 31 millones de puestos de trabajo en la región, un dato sin precedentes. Sin embargo, hablar de la huella de esta pandemia en los mercados de trabajo puede ser un ejercicio más complejo e ilustrativo si se profundiza en el análisis.
En el informe especial De la crisis a la oportunidad: el COVID-19 en el mercado laboral de América Latina y el Caribe hacemos precisamente eso. Este documento nos brinda, por un lado, una radiografía mucho más completa de lo que ha ocurrido en los mercados de trabajo durante esta crisis, con detalles que hasta ahora desconocíamos sobre el impacto desigual que han sufrido los grupos más vulnerables. Por otro, el informe presenta información relevante para pensar en cuál puede ser el escenario laboral en la pospandemia, descubriendo las áreas de oportunidad en las que la región puede reforzarse de cara a la nueva etapa.
Entre las grandes cifras, resulta particularmente interesante la que certifica una de las principales características de la crisis ocasionada por el COVID-19: dos de cada tres empleos perdidos en América Latina y el Caribe durante la pandemia fueron informales, lo que implica que, al contrario de lo que sucedió en otras recesiones del pasado, en esta ocasión el empleo informal no funcionó como el empleo de último recurso. Además, como refleja el informe, la factura de la crisis no solo se puede medir por el número de puestos de trabajos perdidos: también son de relevancia las reducciones en salarios o en el número de horas trabajadas.
La crisis ha golpeado más duramente a los grupos vulnerables
Una de las características de esta crisis, como revela el informe, es que ha impactado de forma desproporcionada en los más vulnerables, particularmente entre los trabajadores jóvenes, de baja educación e informales y, en especial, las mujeres, que han perdido sus empleos en una proporción mayor que los hombres en todos los países para los que hay datos disponibles. Una de las revelaciones más curiosas del informe es que, como muestran los datos, los ajustes en salarios y horas laborales también fueron diferenciados por género: las mujeres salieron del mercado de trabajo (perdieron más empleos), mientras que los hombres redujeron las horas trabajadas y sus salarios.
¿Puede el teletrabajo incrementar la desigualdad?
Otro cambio radical que ha traído el COVID-19 al mundo del trabajo tiene que ver con las nuevas formas de empleo en remoto. El teletrabajo, sin embargo, no es una opción para todo el mundo. Así, como refleja este informe especial, en el pico de la pandemia (junio de 2020), el porcentaje de teletrabajadores en países como Chile, México o Uruguay estaba entre el 20% y el 40%. Sin embargo, como muestran los datos, son los trabajadores de alta educación los que más accesible tienen esa transición al teletrabajo, lo cual contribuyó a los patrones de pérdida de empleo (se calcula que menos del 10% de los trabajadores con baja educación han podido teletrabajar durante la crisis).
Una mirada a nuevas fuentes de datos
Uno de los aspectos novedosos del informe es que también se apoya en fuentes no tradicionales de datos, como las vacantes en línea que se publican en distintas páginas web, así como la información disponible en LinkedIn. Estas nuevas fuentes de datos son un indicador que responde mucho más rápido a las condiciones de la economía y trasladan información sobre el tipo de trabajos y habilidades que están buscando las empresas.
De la crisis a la oportunidad: el COVID-19 en el mercado laboral de América Latina y el Caribe ha sido posible gracias a la información recopilada y analizada durante toda la crisis por el Observatorio Laboral COVID-19.
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