No queda duda, las habilidades digitales son imprescindibles en los mercados laborales del presente y del futuro. Invertir en ellas y en el aprendizaje a lo largo de la vida es una prioridad para el Grupo BID. En esta nota te presentamos dos de nuestras iniciativas para fortalecer las habilidades tecnológicas de los jóvenes en América Latina y el Caribe.
“Hay softwares que han quedado desactualizados y ahora son vulnerables, además de una ingeniería social detrás de los ataques cibernéticos. Son muchas las afectaciones futuras que puede sufrir una organización si no invierte en seguridad.
Esas son algunas de las expresiones que Mallory Galvéz, una joven panameña, utiliza para hablar acerca de la ciberseguridad. Y aunque su jerga técnica parece la de una experta con décadas de experiencia, lo cierto es que hace menos de seis meses Mallory todavía no tenía conocimientos en esta área. Gracias al programa de BID Lab, Potenciando la ciberseguridad y el empleo juvenil en Panamá, ahora puede hablar con esa soltura acerca del tema, y planear su carrera en un área muy demandada en su país y en la región.
El objetivo del programa es, precisamente, desarrollar habilidades digitales relevantes en la fuerza laboral panameña y crear empleos relacionados a ciberseguridad en Panamá, con énfasis en mejorar la participación de mujeres en el sector tecnológico, y ampliar el mercado y acceso a servicios de ciberseguridad asequibles para pymes. “Estos son los primeros pasos para llegar poco a poco a un crecimiento de mi carrera. Al salir del programa con un documento que certifica mis conocimientos, tendré más oportunidades en el campo laboral”, explica Mallory.
Para Isaac Manuel Alvarado Martínez, de 20 años, el cambio fue aún más radical. Cuando se enteró del programa Certificado para Jóvenes en Soporte de Tecnología, no estaba trabajando ni estudiando. “Mi mamá se enteró por una publicación en Instagram y me la envió para que me inscribiera”, recuerda. Ahora, luego de haber terminado el programa, Isaac tiene un trabajo como ingeniero en datos en una empresa. “Además de la formación técnica, fue muy importante la formación en habilidades blandas y socioemocionales. Aprendí a ser más organizado, en la vida diaria y en el trabajo, y eso tuvo un impacto. Me gustaría seguir en el área de la tecnología, y mantenerme siempre actualizado, aprendiendo nuevas ramas”, dice.
Como a Mallory y a Isaac, muchos jóvenes panameños pudieron encontrar nuevas carreras, demandadas y competitivas, en el área de la tecnología. En el caso de Potenciando la Ciberseguridad y el Empleo Juvenil en Panamá, son 400 las becas que otorgará el programa en total, de las cuales ya se asignaron las primeras 80 a jóvenes entre 18 y 29 años.
En el caso del Certificado para Jóvenes en Soporte de Tecnología son 343 los inscritos (muchos de los cuales ya terminaron el programa). Se trata de jóvenes de entre 18 a 22 años residentes en las provincias de Panamá Oeste y Chiriquí.
El decisivo rol de la colaboración público-privada
Además del foco en tecnología, algo fundamental que ambos programas tienen en común es que surgen de la colaboración público-privada. Empresas, organizaciones del tercer sector, como Glasswing International, y el Grupo BID se aliaron para que estos programas respondan a las necesidades de un mercado laboral cambiante, que necesita recursos humanos capacitados en nuevas habilidades. Aún hay subrepresentación de algunos grupos en un área de mucho valor como la tecnológica que no solo puede beneficiarse enormemente de la diversidad y la inclusión, sino que además ofrece salarios competitivos y empleos de calidad.
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Un nuevo ecosistema de ciberseguridad en la región
Específicamente el proyecto Potenciando la Ciberseguridad y el Empleo Juvenil en Panamá reúne los esfuerzos de Numu Academy –una plataforma regional de entrenamiento en habilidades digitales, Deloitte Cyber Academy y BID Lab, el laboratorio de innovación del Grupo BID para la creación de capacidades en el área de ciberseguridad en Panamá. “Durante la pandemia del COVID-19, hubo un crecimiento exponencial de la cantidad de pymes y mipymes en Panamá”, explica Mitzi Castillo, Coordinadora técnica del proyecto. “En este auge del emprendimiento, es vital que generemos conciencia y capacidades sobre ciberseguridad para todas esas nuevas empresas”. A esa necesidad se suma la de jóvenes estudiantes que pueden encontrar en el área tecnológica oportunidades de crecimiento y buenos trabajos. Para suplir esas dos necesidades, la coordinación entre el sector público, los organismos multilaterales de desarrollo como el BID, y las empresas se vuelve vital.
Así lo ve Javier Marín, socio para América Latina y el Caribe de NUMU-BeDisruptive Group. “Al asociarnos entre distintos tipos de actores, podemos enfocarnos en trabajar con las comunidades más vulnerables. El conocimiento que tiene el sector privado se complementa con el trabajo de organizaciones multilaterales, que tienen como misión mejorar vidas. Así juntamos lo mejor de dos mundos”, dice.
Actualmente, de los 80 estudiantes 26 son mujeres, entre ellas, Mallory; esto representa un 32%, cifra muy superior a la participación de las mujeres en el mercado laboral del sector tecnológico en Panamá, que se calcula alrededor del 12%. Desde el proyecto esperan que el número de mujeres participantes crezca aún más para las próximas asignaciones de becas.
La estrategia de difusión del programa fue fundamental para lograr esa alta participación de mujeres. “En la campaña usamos videos con voces femeninas, y animaciones donde se representaban a mujeres jóvenes. También recorrimos universidades y escuelas técnicas para encontrar nichos de mujeres interesadas en tecnología”, explica Mitzi Castillo de BID Lab.
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No solo formación, inserción laboral también
El programa no se detiene en la formación de los becarios, sino que también incluye su posterior inserción laboral. “Cuando hacemos a estos grupos de jóvenes participantes activos de la economía digital, les estamos dando acceso a una economía que no exige pasaporte, que no necesita que otro decrezca para crecer uno, que tiene salarios competitivos y que genera efectos de propagación inmediatos, porque la transferencia de conocimiento en este sector tiene un coste marginal”, detalla Javier Marín de NUMU-BeDisruptive Group.
Y para que el ecosistema que el programa busca crear sea completo, el Grupo BID se encuentra trabajando con Numu Academy en la creación de un Centro de Excelencia en Ciberseguridad (CEC) con base en Panamá, pero dirigido a toda la región, que ofrezca servicios de desarrollo de competencias, empleabilidad, servicios de ciberseguridad y concientización sobre los riesgos cibernéticos.
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Certificaciones tecnológicas adaptadas a las necesidades locales
Certificado para Jóvenes en Soporte de Tecnología, el programa que cursó Isaac, es otro ejemplo de cómo la colaboración público-privada puede generar resultados virtuosos, en particular cuando la sinergia que produce permite atender a las necesidades concretas de las comunidades en las que existe.
El punto de partida de esta iniciativa son cursos de formación profesional de Google, destinados a formar potenciales trabajadores en el rubro tecnológico. Cuando la empresa decidió ampliar su alcance, recurrió a BID Lab y a la fundación Glasswing International, dedicada a abordar las raíces y consecuencias de la violencia y la pobreza a través de programas de educación y salud que empoderen a jóvenes y comunidades, y fortalezcan los sistemas públicos.
A partir de esa alianza, el programa se enfocó específicamente en las necesidades de los jóvenes panameños. A la formación en habilidades digitales “duras” de los cursos en línea que proveía Google se sumaron clases presenciales dedicadas a las habilidades “blandas” o socioemocionales necesarias para el desarrollo profesional, como la comunicación asertiva y las técnicas de organización. Además, el programa también se adaptó a las necesidades tecnológicas de las empresas locales. Mientras que el foco de la capacitación original de Google estaba en los servicios cloud, muchas empresas locales todavía no han migrado sus infraestructuras tecnológicas a entornos nube, y todavía necesitan trabajadores formados para trabajar con redes y servidores físicos.
“El programa está dirigido a jóvenes que terminaron el bachillerato pero que no tienen un empleo ni están estudiando en la universidad. Es decir, a jóvenes que muchas veces no han sido favorecidos por la situación económica y el entorno familiar y social”, explica Samuel Díaz, Gerente de proyecto Carreras en Tecnologías de la Información para Jóvenes de Glasswing International.
Al igual que en el programa de ciberseguridad, otra de las metas de este proyecto fue atraer mujeres. “Nos propusimos que el 35% de los participantes fueran mujeres y superamos esa meta. El programa tuvo más de 40% de mujeres”, concluye Díaz.
Empresas, estudiantes, jóvenes y organizaciones del tercer sector: las necesidades y habilidades de cada uno de estos grupos pueden crear sinergias positivas, desarrollo para la región y un nuevo ecosistema tecnológico. Estas experiencias así lo demuestran.
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