Cuando iniciamos la serie El futuro del trabajo en América Latina y el Caribe hace más de un año, nos planteamos dar respuesta a las principales preguntas que surgen cuando hablamos acerca de cómo serán los mercados laborales de la región. A menudo, esta conversación gira en torno a nuevas tecnologías como la inteligencia artificial, la computación en la nube y la realidad virtual; pero hay un tema que va un paso más allá y que se solapa con todos los demás: la brecha de género. En esta línea, nuestra entrega más reciente de la serie explora cuál será el impacto de la automatización en las trabajadoras de nuestros países, y cuáles son las promesas que trae la economía gig para mejorar las condiciones de las mujeres en el mundo del trabajo. ¿Es la transformación digital una oportunidad o una amenaza para la igualdad de género en el mercado laboral? ¿Podremos cerrar la brecha de género en la cuarta revolución industrial?
¿Cómo será el mercado laboral para las mujeres?
Como decíamos anteriormente en este blog, no es fácil ser mujer en el mundo del trabajo. Esta realidad afecta a muchos países alrededor del mundo, pero es especialmente cierta en América Latina y el Caribe. A pesar de los avances en los últimos 50 años, la participación laboral femenina en la región es de 58%, mientras que la masculina es de 82%. Más aún, nuestras mujeres ganan entre un 5% y un 30% menos que los hombres con igual nivel educativo y otras características demográficas como edad, estado civil y área de residencia.
A pesar de los avances en los últimos 50 años, la participación laboral femenina en la región es de 58%, mientras que la masculina es de 82%.
Esta nueva publicación, que se titula ¿Cómo será el mercado laboral para las mujeres?, nos deja dos mensajes principales. En primer lugar, las mujeres corremos un mayor riesgo de automatización. Para el promedio de los cuatro países analizados (Bolivia, Chile, Colombia y El Salvador), es posible que un 21% de las trabajadoras requieran una transición hacia una nueva ocupación, frente a un 19% de hombres. En segundo lugar, el estudio resalta que la economía gig puede replicar las brechas de género observadas en el mercado de trabajo tradicional. En ambos casos, las diferencias se asocian a una fuerte segregación ocupacional: las mujeres estamos menos representadas en ocupaciones que requieren habilidades digitales avanzadas y habilidades cuantitativas, que son esenciales para desenvolverse con éxito en un mundo cada vez más tecnificado. En promedio, estas son las ocupaciones que pagan mejor. Incluso cuando las mujeres emprenden en el mundo digital, lo hacen en sectores típicamente femeninos, como los de limpieza o el comercio de servicios para el hogar.
La economía gig puede replicar las brechas de género observadas en el mercado de trabajo tradicional.
En un contexto donde la velocidad de los cambios es exponencial, alcanzar la igualdad de género debe ser una meta primordial. Las tecnologías nos traen una oportunidad única para crecer más; pero, a menos que las mujeres las conquistemos, ese crecimiento no será igualitario. Para ello, debemos hacer un esfuerzo extraordinario para asegurar que más niñas, jóvenes y mujeres adultas adquieran las habilidades necesarias para la cuarta revolución industrial, quebrando estereotipos nocivos que comienzan a manifestarse a edades muy tempranas.
En un contexto donde la velocidad de los cambios es exponencial, alcanzar la igualdad de género debe ser una meta primordial.
Una serie que evoluciona
Así como el futuro del trabajo no es una foto fija, sino un escenario en construcción, nuestra serie El futuro del trabajo en América Latina y el Caribe es un concepto vivo, que evoluciona. Luego de ahondar en las grandes oportunidades y amenazas que plantea la cuarta revolución industrial para la región, pusimos el foco en los sectores de educación y salud e identificamos cuáles son las ocupaciones y habilidades emergentes más demandadas en nuestros países. En esta oportunidad abrimos el debate sobre el impacto de las nuevas tecnologías en la realidad de las mujeres en el mercado laboral, y ya estamos listos para seguir generando información y aportando respuestas a las incógnitas más interesantes que rodean al futuro del trabajo. ¡Te invitamos a seguir nuestra serie!
Un tema muy interesante y complicado. Es necesario que evolucione toda la sociedad para que la brecha de género desaparezca por completo de determinados sectores. En el mundo de la fontanería sin ir más lejos la gente mira con recelo a las mujeres mientras que tienden a fiarse más de un hombre aunque tenga menos formación. Confiemos en que la sociedad avance en su educación para lograr una igualdad real.
Invariablemente se trata de un problema de educación (de hábitos y costumbres). Pero la educación no sólo es un discurso bien articulado de cómo debe ser la sociedad ideal, sino de acciones concretas que materialicen o doten de contenido a estos discursos. La estrategia, por consiguiente, debe implementarse en el ámbito legal (crear el marco legal que obligue a las partes que se rehusan a modificar sus costumbres y hábitos), en el discurso educativo (a través de la propaganda por cuanto medio sea posible de los principios de justicia, equidad e inclusión, como valores supremos técnica y moralmente justificados), y en las acciones cotidianas que hacen los “hechos de la vida”. En este sentido, aunque creo entender la intención de la sección del video en la que se abordan las oportunidades de las mujeres ante la flexibilización del trabajo gracias a las nuevas tecnologías, en tanto permiten harmonizar la vida laboral con la vida personal, me parece equivocado mantener la idea de la responsabilidad del hogar (“estar al pendiente de la familia”) como una de las “responsabilidades” que la mujer puede atender con los cambios en la dinámica laboral provocados por la tecnología. Salvo la lactancia “natural”, es decir, aquella que provee la mujer por motivos fisiológicos, no veo cómo la “atención de la familia” sea un “problema” o una “circunstancia” que deba afectar sólo a la mujer. En ese sentido es por lo que afirmo que el cambio debe darse tanto en el plano simbólico (de significados y significantes) como en el plano material (trabajo y quehaceres cotidianos). Es un gran desafío, porque modificar las estructuras de las sociedades que permiten que unos grupos se beneficien a expensas de otros genera, como es de suponer, mucha resistencia.
No tengo duda que la brecha se puede cerrar a través de la educación. En buena parte el problema deviene desde la misma discriminación cultural en el proceso de educación. Las habilidades y los conocimientos no tienen diferencia de genero. Yo soy financiero, con experiencia de 38 años en banca, tengo dos hijos hombres, ingenieros y con estudios superiores, uno de ellos estudia y vive en Madrid, y una hija, ingeniera también, que estudia una especialidad en Noruega. No veo ninguna diferencia atribuible al genero, todos ellos son extraordinariamente creativos y nuestras discusiones son verdaderamente enriquecedoras. La educación es la base de su desarrollo. Éxitos.
Hay un hecho positivo que estoy notando y que va a ayudar en la disminución de la brecha, en Buenos Aires, aunque no en el resto del país, se está incrementando la cantidad de universitarias mujeres que optan por ciencias duras, en especial las orientadas a la robótica. Además en las cercanías de mi edificio existe una escuela media (High School) con orientación específica a la electrónoca, donde en el primer año hay más mujeres matriculadas que hombres. Además ya hay un buen número a cargo de las Secretarías de Modernización de los diversos Estados, con excepción del Norte, que es netamente conservador. Además hay varias empresas tecnológicas multinacionales que han elegigo mujeres para ser la número 1 en el país, en particular una que va por su cuarta responsable máxima mijer en forma consecutiva y las anteriores han sido promovidas a puestos superiores en el exterior. Pero lo vuelvo a señalar, es un fenómeno que está dependiendo del ambiente y formación cultural del entorno, no es general en todo el país.
Siempre he pensando que la educación es la llave para un futuro mejor para todos, para hombres y mujeres, y está en la educación la llave para un futúro más justo para todo/as, la brecha de género desaparecerá con el tiempo y pasaremos a nuevas etapas a medida que vayamos evolucionando como especie.
Estoy de acuerdo con quien dice que la educación es la clave: tenemos que perseguir una educación de calidad donde el mérito y el esfuerzo tengan su valor. Suspender o repetir curso no es algo malo sino otra oportunidad para hacer las cosas de forma diferente.
La educación es la clave, y unas buenas políticas en igualdad de género también, es inaudito que las mujeres cobren menos por hacer el mismo trabajo.
Como comentaban los compañeros, es necesaria una concienciación general, del problema, y superar esta discriminación con educación, y con política efectivas que no lo permitan
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