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El Banco Interamericano de Desarrollo cumple 60 años. Nació en 1959 con un mandato y un llamado: mejorar las vidas de las personas de América Latina y el Caribe promoviendo el desarrollo inclusivo y equitativo en todas sus formas. Con esta edad, en aproximadamente la mitad de los países de la región, el Banco sería elegible para jubilarse y recibir una pensión, pero nuestro trabajo para promover la igualdad de género está lejos de haber terminado.
Sin lugar a duda, la región ha logrado un progreso impresionante en muchas áreas relacionadas con la vida de las mujeres. La brecha educativa se ha cerrado en gran medida – aunque las mujeres indígenas son una notable excepción – y hoy se gradúan más mujeres de las universidades que los hombres. Las mujeres también se han unido a la fuerza laboral en cantidades impresionantes durante las últimas dos décadas, y la brecha de participación entre hombres y mujeres se ha reducido. Además, América Latina y el Caribe ha sido pionera a nivel mundial en el área del liderazgo de las mujeres en la esfera pública. Es la única región que ha tenido seis jefas de estado ejerciendo el poder simultánea y actualmente es la región con el segundo mayor porcentaje de mujeres parlamentarias.
Claramente, quedan aún grandes desafíos. Las mujeres indígenas en promedio no han compartido este progreso; persisten grandes brechas de participación y salarios; y la violencia contra la mujer sigue siendo un mal demasiado común.
Como institución, hemos aprendido algunas lecciones importantes en el camino.
Primero, hemos aprendido que los bancos de desarrollo deberían trabajar en la igualdad de género en sus áreas de ventaja comparativa. Esto significa trabajar en la formulación de políticas macro e inversiones a gran escala que pueden ser transformadoras. Nuestros recientes préstamos de políticas para la igualdad de género en Argentina, Ecuador y Panamá, por ejemplo, nos permite apoyar macro reformas para mejorar la prestación de servicios de atención y fortalecer la política nacional sobre la violencia contra las mujeres. Nuestras inversiones a gran escala, en proyectos de transporte que promueven el empleo de las mujeres en áreas no tradicionales, responden a las diferentes demandas de servicios de transporte por parte de mujeres y hombres, y abordan el acoso sexual en el transporte público.
En segundo lugar, hemos aprendido que, si bien la transversalización de la perspectiva de género puede haberse convertido en una mala palabra, la transversalización estratégica de la perspectiva de género sigue siendo una herramienta poderosa. Para algunos, está asociada con un esfuerzo desenfocado para influir en todos los aspectos del trabajo de una organización. En el BID, hemos reorientado nuestros esfuerzos de transversalización para identificar una breve lista de oportunidades estratégicas para promover la igualdad de género en áreas específicas de trabajo. Un ejemplo es en el área de vivienda y desarrollo urbano, donde nos estamos enfocando en expandir el liderazgo de las mujeres y participar en la planificación urbana, desarrollar infraestructura y servicios urbanos que satisfagan las necesidades de hombres y mujeres, expandir la oferta de servicios de vivienda para mujeres y promover espacios públicos inclusivos y seguros.
El BID ha pasado la última década trabajando en la trifecta de los temas de género más importantes en América Latina y el Caribe: el empoderamiento económico de las mujeres, la violencia contra las mujeres y las niñas y la participación limitada de las mujeres en puestos de liderazgo en diferentes tipos de organizaciones.
Este trabajo es importante y continuará, ya que quedan desafíos importantes.
Pero ¿qué más nos depara el futuro?
Tomando del título del famoso libro de Nicholas Christof y Cheryl Wu Dunn La mitad del cielo: convirtiendo la opresión en oportunidad para las mujeres, debemos recordar que la igualdad de género implica trabajar con hombres y que los hombres también son “la mitad del cielo”. En el BID, estamos comenzando a trabajar para promover masculinidades saludables en países donde los hombres tienen más probabilidades de abandonar la escuela, participar en la violencia contra otros hombres y contra las mujeres, y no encontrar un empleo productivo. Hay otro camino para estos hombres – un camino que mejora sus vidas, así como las de sus parejas femeninas o masculinas. Pero para entenderlo, los hombres tendrán que resistir las presiones sociales que esperan que “sean autosuficientes, actúen con dureza, mantengan roles de género rígidos, sean heterosexuales, tengan destrezas sexuales y utilicen la agresión para resolver conflictos” – como se señaló en un reciente estudio sobre masculinidad en Jamaica, financiado por el BID y realizado por PROMUNDO, una de las principales organizaciones que trabajan para promover una masculinidad saludable en todo el mundo.
Esta revolución trae nuevos desafíos, así como oportunidades únicas para promover una mayor igualdad. La inteligencia artificial y los algoritmos del presente y del futuro no son benignos y neutrales en cuanto al género; como Cathy O’Neil señala en su libro Armas de destrucción matemática, los algoritmos con frecuencia incorporan los sesgos de quienes los diseñan.
Uno de los mayores desafíos es que la automatización y otras tecnologías pueden amenazar el empleo de las mujeres significativamente más que el de los hombres. El impacto de la automatización en nuestros trabajos dependerá de las tareas que realicen los humanos y de las habilidades que apliquemos, ya que algunas pueden ser reemplazadas más fácilmente por robots o inteligencia artificial. En el futuro, más trabajos requerirán un alto nivel de habilidades sociales e interpersonales. Sin embargo, como sugiere el último estudio del BID, también se requerirán habilidades matemáticas digitales y cuantitativas avanzadas, y es precisamente en estas habilidades donde observamos grandes brechas de género.
Al mismo tiempo, otros elementos de la Cuarta Revolución Industrial ofrecen la promesa de promover la igualdad de género: el teletrabajo y otros arreglos de trabajo flexibles, por ejemplo, pueden ayudar a las mujeres a conciliar el trabajo remunerado con sus responsabilidades domésticas aún sobredimensionadas. La tecnología digital se puede aprovechar para impulsar la prevención de la violencia a bajo costo. En el área de la masculinidad, la ciencia del comportamiento puede cambiar comportamientos masculinos inmediatamente a través de los llamados “empujones”, mientras trabajamos a largo plazo para cambiar las creencias y actitudes tóxicas.
¿Jubilación? De hecho ¡recién estamos comenzando!
José Rossi Flores Solís Dice
Es bastante emotivo saber que se está avanzando en este tema tan importante para la humanidad la igualdad que a veces solo queda en el papel y más no en la práctica, soy un convencido que con ímpetu se llegará a la meta de que América latina y el caribe sean reconocidos por ese avance. Saludos.desde Perú.