“El mayor acceso a internet ha traído beneficios, pero también problemas, sobre todo para nuestra población más joven”, relata Elizabeth Mamani, la primera alcaldesa mujer del municipio de Coroico en Bolivia. Al igual que en otros países de la región, la violencia digital es un problema creciente, especialmente para niñas, adolescentes y mujeres. Según el estudio Conectadas y Seguras de Plan International Bolivia, 7 de cada 10 niñas han sufrido acoso en línea. Elizabeth, quien también ha sido víctima de acoso virtual, considera este tipo de violencia un desafío urgente para su comunidad.
¿Qué es la violencia de género digital?
Las tecnologías han transformado por completo la forma en que nos conectamos y accedemos a la información. Aunque ofrecen enormes oportunidades de desarrollo, también han creado nuevos espacios para la violencia digital de género. Entre estas formas de violencia se incluyen amenazas, acoso, sextorsión (chantaje con contenido íntimo), doxing (exposición de datos personales), grooming (manipulación de menores) y la difusión no consensuada de imágenes íntimas.
Esta violencia afecta más a mujeres y es agravada en personas con identidades diversas, como personas LGBTIQ+ y personas indígenas, quienes sufren discriminación y discursos de odio en línea. Las consecuencias documentadas incluyen daños psicológicos, aislamiento social, autocensura y, en casos extremos, mayor riesgo de suicidio.
Violencia digital en Bolivia
En Bolivia, el 90% de las mujeres encuestadas reportó haber sufrido ciberacoso. Entre sus manifestaciones, se incluyeron insultos por su orientación sexual, amenazas de agresión física o sexual y la difusión no consensuada de fotos íntimas. Este problema afecta especialmente a niñas y adolescentes, restringiendo su desarrollo y participación en espacios digitales por temor al acoso.
En Coroico, un estudio local con adolescentes encontró que más del 50% ha sufrido ciberacoso. Esto se ha manifestado como perfiles falsos, imágenes sexuales no deseadas y contacto con personas desconocidas. Estas experiencias refuerzan el miedo y la autocensura, ocasionando que muchas víctimas no denuncien por temor a represalias.
Un enfoque participativo para prevenir la violencia de género digital
El municipio de Coroico ha promovido varias iniciativas, como una ley municipal de protección de datos. En este contexto, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) desarrolló tres guías educativas que fueron implementadas como un piloto en dos escuelas del municipio. Las mismas recibieron apoyo de la Agencia Francesa de Desarrollo (AFD), el Servicio Plurinacional de la Mujer y de la Despatriarcalización e Internet Bolivia y la Fundación Aguayo.
Las guías están dirigidas a tres grupos: niños y niñas de 8 a 12 años, adolescentes de 13 a 17 años, y personas adultas. Esto incluye a docentes, familias y personas cuidadoras. Su diseño incluye un lenguaje cercano, actividades adaptadas por edad, y un enfoque que evita la penalización e incorpora de forma participativa las particularidades culturales de Coroico. Para alcanzar este hito, consideramos cinco elementos clave:
- Diagnóstico local:
Comenzamos con encuestas y grupos focales para identificar los hábitos digitales de la comunidad y su conocimiento sobre violencia digital. Esto permitió relevar sus principales preocupaciones, definir prioridades y áreas de intervención.
- Codiseño de guías educativas y contenido adaptado:
La guía dirigida a niñas y niños aborda el uso seguro de la tecnología, la importancia de la privacidad y la identificación de riesgos en línea. La guía destinada a adolescentes se centra en la prevención de la violencia digital desde un enfoque de género, ofreciendo herramientas para tomar decisiones seguras, reconocer violencias en línea, respetar el consentimiento y fomentar el diálogo con referentes afectivos. Por último, la guía para familias y docentes busca sensibilizar sobre la violencia digital, promoviendo un acompañamiento respetuoso sin penalizar ni culpabilizar, con información sobre prevención, abordaje y rutas de atención ante incidentes.
- Adaptación cultural:
Se incorporaron ejemplos y narrativas locales para garantizar que las guías fueran accesibles y significativas para la comunidad educativa.
- Implementación interactiva:
Talleres participativos con 650 estudiantes, docentes y familias reforzaron los conceptos clave relacionados con violencia de género digital, yendo más allá de la entrega de materiales.
- Teatro comunitario:
Para complementar las intervenciones, se organizó una obra de teatro protagonizada por niños, niñas y adolescentes, que visibilizó las problemáticas identificadas de manera creativa.
¿Qué resultados obtuvimos?
- Incremento del conocimiento sobre violencia digital de género del 43% al 67% en primaria y del 48% al 74% en secundaria.
- Mayor sensibilización: la percepción de que la violencia afecta más a niñas subió del 80% al 100% en primaria y del 60% al 76% en secundaria.
- Estudiantes ajustaron sus percepciones iniciales sobre habilidades para enfrentar la violencia digital, reflejando mayor comprensión del problema.
Construyendo un futuro digital seguro
La experiencia en Coroico muestra que abordar la violencia digital requiere enfoques integrales y contextualizados. Las guías educativas no solo previenen la violencia, sino que también empoderan a la comunidad para enfrentar los desafíos del entorno digital.
Este modelo puede replicarse en otras comunidades, asegurando que las soluciones sean inclusivas y culturalmente pertinentes. Con participación activa y estrategias bien estructuradas, es posible construir espacios digitales más seguros y equitativos para todas las personas.
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