Al menos una de cada tres personas en América Latina y el Caribe ha experimentado violencia o acoso en el trabajo, siendo las mujeres las más afectadas. En particular, están más expuestas a la violencia psicológica, una de las formas más comunes de la violencia basada en género. Aunque menos visible, este tipo de violencia se manifiesta a través de descalificaciones, humillaciones, insultos, manipulación, aislamiento y amenazas, afectando profundamente el bienestar y desempeño laboral. Además, la violencia y el acoso sexual impactan de manera más desigual a las mujeres que a los hombres a lo largo de sus vidas laborales.
Aunque la violencia y el acoso en el trabajo son fenómenos frecuentes y persistentes, solo la mitad de las personas afectadas ha reportado sus experiencias. Muchas veces, ellas denuncian lo ocurrido después de enfrentar múltiples incidentes. No obstante, la falta de acción tiene consecuencias profundas en quien las padece e, incluso, para las empresas.
Consecuencias de la violencia
La violencia basada en género se manifiesta tanto en el ámbito privado, a través de la violencia doméstica o intrafamiliar, como en el ámbito público, incluyendo la violencia en los lugares de trabajo y en espacios comunitarios, como las calles.
Los efectos de esta problemática van más allá de las personas directamente afectadas, generando costos sociales, económicos y productivos. Las personas que sufren este tipo de violencia suelen enfrentar problemas de salud física y mental que afectan su calidad de vida, sus posibilidades para conseguir o mantener un empleo y su rendimiento laboral.
En el caso de las empresas denunciadas por acoso sexual, estas ven mucho más afectada su imagen pública que aquellas señaladas por otras transgresiones como, por ejemplo, una mala conducta financiera. El acoso sexual suele percibirse como un problema cultural de la empresa, más que como un incidente aislado de una persona individual o grupo particular.
Las empresas son un motor de cambio social y su influencia es clave en la construcción de espacios de trabajo respetuosos y libres de violencia. El sector privado puede hacer mucho para prevenir prácticas y conductas que dañan la integridad y el bienestar de las personas en uno de los ámbitos de sus vidas: el trabajo. Además de ser una obligación legal, prevenir la violencia y el acoso laboral es una responsabilidad social. La violencia basada en género afecta principalmente a mujeres y niñas, pero también impacta a personas según su orientación sexual o identidad de género. Esta problemática incluye distintas manifestaciones como la violencia física, sexual, psicológica, simbólica y digital o en línea, y suele verse agravada en los casos donde confluyen otras dimensiones como la raza, etnia, discapacidad, estatus migratorio o edad.
Es responsabilidad fundamental para las empresas prevenir y abordar la violencia y el acoso en el trabajo. Este compromiso no solo protege a las personas trabajadoras y puede garantizarles un entorno seguro para su desarrollo y contribución a la organización, sino que fortalece la cultura organizacional y mejora la imagen y salud corporativa.
¿Cómo prevenir y abordar la violencia y el acoso en las empresas?
Para apoyar a las empresas en estos esfuerzos, les invitamos a consultar la Guía para promover la igualdad de género en las empresas de América Latina y el Caribe. Elaborada por el Grupo BID en colaboración con el Foro Económico Mundial y la Agencia Francesa de Desarrollo, esta guía ofrece herramientas prácticas y estrategias para promover la igualdad de género en las empresas a través de ocho dimensiones. Una de ellas, se enfoca en medidas efectivas contra la violencia y el acoso en el lugar de trabajo.
La dimensión “Convivencias sanas y libres de violencia y acoso” abarca áreas clave como la prevención, la protección, los canales de denuncia, el acompañamiento y el seguimiento de casos. Además, presenta ejemplos de empresas que han implementado con éxito estas estrategias, destacando prácticas innovadoras en temas poco explorados, como el abordaje de la violencia doméstica o intrafamiliar en el entorno laboral.
Promover una cultura libre de violencia en las empresas requiere políticas claras y un compromiso visible desde el liderazgo. La implementación de prácticas que promuevan un cambio cultural y fomenten un entorno laboral inclusivo y respetuoso es la clave para erradicar la violencia basada en género en el ámbito laboral.
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