Nunca en la historia reciente se ha puesto tanto a prueba la capacidad de respuesta del sector público y privado como en la emergencia generada por la pandemia del COVID-19.
A diario veo con alarma las noticias sobre los sistemas de salud de países desarrollados cuya capacidad se ve desbordada. La crisis también ha afectado el funcionamiento de otros sectores esenciales. Los servicios de protección social han desplegado respuestas de emergencia a través de transferencias de ingresos temporales, los sistemas educativos han trasladado la instrucción a plataformas virtuales y los mercados hacen malabares para mantenerse abastecidos.
En América Latina y el Caribe la capacidad de respuesta ha sido heterogénea. Aquellos gobiernos (nacionales y locales) y aquellos servicios (públicos y privados), que antes de la emergencia estaban mejor dotados de recursos financieros y humanos, que tenían procesos más eficientes, que contaban con planes de contingencia, con sistemas de información ágiles y herramientas tecnológicas para su operación, se han adaptado mejor y han respondido de forma flexible y con mayor efectividad.
¿Qué ocurre con la asistencia a las víctimas de violencia?
En aquellos países que han estado luchando contra COVID-19 durante más tiempo, como China, Italia y España, las denuncias de violencia contra las mujeres incrementaron sustancialmente. También empieza a reportarse un alza pronunciada en estas denuncias en Colombia, Brasil, Argentina, Ecuador, México y Chile.
La violencia contra mujeres, niñas y niños no es una realidad nueva. En la región entre el 25 y 50% de las mujeres reporta haber experimentado alguna vez violencia por parte de su pareja. Detrás de estas cifras hay un sinfín de experiencias personales traumáticas con consecuencias múltiples y de largo plazo. Estas afectan no solo la salud física y emocional de las víctimas, sino también sus decisiones económicas y sus oportunidades. Además sabemos que los niños que crecen en hogares donde hay violencia tienen una mayor probabilidad de reproducir esos comportamientos en su adultez, propagando este ciclo destructivo.
Aun cuando el problema no es nuevo, es muy importante reconocer que junto con la expansión del COVID-19, aumenta la frecuencia y la intensidad de la violencia en los hogares, poniendo en riesgo la vida y el bienestar de millones de mujeres, niños y niñas de la región. El confinamiento, esencial para prevenir el contagio del COVID-19, no necesariamente conduce a todos a un lugar seguro. Este es el caso de aquellos que se encuentran encerrados en sus hogares con su agresor. Si a esta realidad se suman el estrés económico y la sensación de incertidumbre por la pandemia, se genera un entorno en el cual los factores de riesgo se exacerban. Adicionalmente, el distanciamiento de vecinos, familiares y amigos deja a las víctimas aún más desprotegidas.
Recientemente, el BID, la Comisión Interamericana de Mujeres y el Mecanismo de Seguimiento de la Convención para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres en la Región de la Organización de Estados Americanos convocamos a las Ministras de la Mujer y a las principales autoridades que lideran estos temas, a un diálogo regional virtual para intercambiar información sobre la situación en cada país y sobre las acciones que se han llevado a cabo para fortalecer los servicios de atención a mujeres víctimas de violencia. Para las autoridades de la región a cargo del manejo de esta crisis, generamos una nota de lecciones y herramientas que les permitirán garantizar que los servicios de asistencia a las mujeres víctimas de violencia continúen operando y respondan a las necesidades cambiantes en contextos de emergencia. Fue alentador conocer que en muchos países estos servicios han sido clasificados como esenciales y que hay planes en marcha para ampliar su capacidad y cobertura.
Las respuestas de los gobiernos de América Latina y el Caribe
En la mayoría de los países de la región, los servicios telefónicos que atienden llamadas de violencia doméstica siguen disponibles y continúan operando en modalidades de teletrabajo. En algunos casos, incluso se ha ampliado su capacidad de atender más casos por día con la incorporación de más personal. Un desafío persistente es trasladar a una modalidad virtual otros servicios de atención, tratamiento psicológico o asesoría legal. Si bien las herramientas tecnológicas permiten brindar atención en forma virtual, aún sabemos poco sobre la efectividad de los servicios al trasladarse a estas plataformas.
Otro espacio clave para la atención a las víctimas de violencia son los albergues o casas de acogida. Para algunas mujeres el temor al contagio del virus supera el miedo a permanecer encerrada con su agresor. Esto es una decisión imposible que nadie debería enfrentar. Por esto es necesario ajustar la gestión de estos albergues para no desincentivar su uso, por ejemplo, a través de protocolos sanitarios estrictos o la oferta de espacios de albergue alternativos, como en el caso de Francia, que incluso ofreció hospedaje en hoteles para las víctimas.
Las restricciones que enfrentan las usuarias
No debemos de perder de vista que la pandemia también afecta el comportamiento y decisiones de las usuarias. Existe poca información disponible para ellas sobre qué servicios siguen funcionando y cómo acceder a ellos. Ante el temor del contagio y las presiones económicas, las mujeres víctimas pueden postergar el buscar apoyo. A eso se suman las restricciones de movilidad y de los servicios de transporte que dificultan el acudir a los servicios.
Las personas al frente de la emergencia
Un tema que suele pasarse por alto, pero que impacta de manera importante la efectividad de la asistencia a la violencia contra las mujeres es la importancia de cuidar a las personas que proveen estos servicios. El incremento en el número de denuncias, la necesidad de adaptarse a un esquema de trabajo virtual, y la falta de equipamiento para hacerlo, sumado al impacto de la pandemia en sus vidas, afecta su desempeño a la hora de responder con efectividad a la crisis. La tecnología puede facilitar la realización de capacitaciones y dotar herramientas de apoyo a su labor, así como acceso a servicios de auto-cuidado. Cuando sea necesario ampliar la oferta de un servicio en un corto plazo, las plataformas tecnológicas también facilitan la capacitación del nuevo personal.
Hoy vivimos un momento inédito, en el que enfrentamos retos que jamás hubiésemos imaginado hace apenas unos meses. Es un momento en el cual la creatividad es esencial para generar soluciones a los problemas apremiantes. Todos y cada uno podemos -y debemos- contribuir desde nuestros espacios de acción e influencia a salvaguardar el derecho de cada persona a vivir libre de violencia.
¿Cómo puedes tú sumarte al llamado a la acción en este momento histórico?
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Patty Dice
Que gran texto, no podemos negar las cifras, es una realidad latente, el virus también deja en evidencia que la violencia de género es un tema de trascendencia y qué hay que priorizar los mecanismos de ayuda.
José Walter Carrasco Mendoza Dice
Que bueno que haya profesionales muy preparados y con mucha experiencia las cuales permitirá elevar propuestas saludables a los problemas sociales internos y externos a favor de las poblaciones vulnerables .
Maria Auxiliadora Briones Dice
Considero importantes las medidas tomadas por los países, sin embargo la denuncia genera justicia pero no disminuye la violencia exacerbada por el estrés de la situación. Es importante diseñar lineamientos de políticas concretos y efectivos que abran procesos a mediano y largo plazo para asegurar el empoderamiento económico de las mujeres, lo cual ha demostrado ser un instrumento eficaz para disminuir violencia.
FELIX SALAZAR Dice
ALGO MUY IMPORTANTE Y COMO FENÓMENO “MUNDIAL CREO”, ES LA DESAPARICIÓN DE LOS VALORES MORALES Y FATAL DE EMPATÍA SOCIAL.
SALUDOS
Baudlio Miguel Lino Dice
Buenas tarde, hermana Auraujo como estas, espero que bien todo esta situación debemos de prevenir con productos inmunológico para la población humana a como suele hacer las comunidades empiezan crear productos inmune para crear defensas a la población
Carmen Martínez Dice
Estando de acuerdo con que el problema de la violencia de género es muy grave y cambia la situación en el panorama del confinamiento, seguramente agravando las tensiones en las parejas. Me parece un poco prematuro afirmar que “aumenta llas denuncias” y “aumenta la frecuencia y la intensidad de la violencia en los hogares”, Al menos en España, lo que han aumentado han sido las llamadas a los teléfonos de información y de asistencia. Las mujeres que conviven con su maltratador pueden sentirse con más miedo durante el confinamiento, pero el maltratador precisamente se siente con el control de la situación, y no tiene porqué imponerse con mayor fuerza ni mayor agresividad. Habrá que ver si es así más adelante con toda la información.
Los asesinatos por VG ocurren con mayor frecuencia entre exparejas que ya no conviven y ahora es difícil que se puedan encontrar, de hecho han asesinado a 2 mujeres en un mes, y esa cifra es menor de la habitual.
Rosa Isabel Delgado Santillan Dice
Creo que quizás estamos descuidando el actuar abusivo al que responden mayormente y justamente quienes se exacerban, en el fondo nos olvidamos de que el factor DETERMINANTE EN ESTA PANDEMIA ES EL ABUSO DE PODER QUE NO ATACAMOS , QUE NO ENFRENTAMOS CON LA FUERZA QUE SE REQUIERE, SEGUIMOS TRATANDO DE REFUGIAR A LAS MUJERES PERO A LOS AGRESOR, QUE HACEMOS CON ELLOS, LOS DEJAMOS ALLÍ, CON LAS MEDIDAS DE PROTECCIÓN QUE SIEMPRE INCUMPLEN,, ” A SUS ANCHAS” PORQUÉ NO CONSIDERAMOS EL AGRAVANTE QUE ELLO IMPLICA , EXPONER A LA MUJER AL VIRUS TIRÁNDOLA A LA CALLE ES TAMBIÉN UNA TENTATIVA DE FEMINICIDIO, ESA FIGURA LEGAL que dese debe trabajar en esta coyuntura al menos en Perú