El coronavirus nos ha obligado a adoptar nuevos comportamientos de forma más súbita que nunca en la historia reciente de la humanidad. El distanciamiento social y las estrictas cuarentenas destacan como medida clave para contener la pandemia, pero ¿cuán viable es su implementación en América Latina y el Caribe? ¿podemos todos quedarnos en casa? ¿quiénes están más expuestos al contagio? ¿cómo puede esto afectar el desenvolvimiento de la crisis?
Datos estimados por Google que miden cómo se están trasladando las personas desde sus hogares a lugares de trabajo, compra o recreación, nos indican que en la región la permanencia en el hogar post crisis (periodo del 15 de marzo al 26 de abril) aumentó en promedio 21 puntos porcentuales (p.p.), en comparación con 17 p.p. en EEUU y 28 p.p. en España. Pero qué refleja esa cifra ¿están acatando el distanciamiento en igual medida las personas que viven en el interior de cada país?
Permanencia en el hogar en distintos países/regiones
(1) El gráfico muestra en el eje de las Y el cambio en la permanencia de las personas en lugares de residencia para el periodo 17-feb al 26-abril, siempre comparando estos valores con la línea de base de 3-enero al 6 de febrero 2020. Los datos de permanencia en el hogar fueron estimados por Google para su proyecto COVID-19 Community Mobility Reports
La movilidad desigual…
En la región, no todos tenemos las mismas condiciones de vivienda o trabajo para quedarnos en casa. Esto lo confirma los distintos niveles de acatamiento al distanciamiento social que se observamos al interior de los países. Las mediciones de cómo se están trasladando las personas, post y precrisis, son muy distintas entre provincias e incluso municipios dentro de un país, con diferencias que alcanzan valores de más de 20 puntos.
Cruzando datos sobre la reducción en los desplazamientos de las personas con datos socioeconómicos a nivel de municipio, se confirma lo que intuitivamente todos sospechamos: distintos aspectos vinculados con la pobreza están estrechamente asociados con la capacidad de las familias a quedarse en sus hogares. En municipios donde una mayor proporción de hogares viven en condiciones de hacinamiento, el cambio en movilidad ha sido menor. Adicionalmente, una gran proporción de los hogares donde existe mayor movilidad no cuentan con acceso a servicios básicos apropiados de agua potable o acceso a internet.
La movilidad también se reduce menos en áreas con mayor proporción de hogares de bajos ingresos, mayor proporción de trabajadores informales y con mayor proporción de población adulta con bajos niveles de educación.
Las gráficas muestran la correlación entre el cambio en la movilidad (eje Y) y proporción de hogares en condición de hacinamiento (eje X). Las medidas de cambio de movilidad para México fueron estimadas por el BID a partir de datos provistos por el proyecto Data for Good de Facebook. La medida de movilidad calcula los cambios porcentuales de movilidad al interior de cada municipio para las fechas entre 16 y 25 de abril, comparando contra la línea de base de enero-febrero de este año. Por su parte, las medidas para Argentina provienen del proyecto “Mapa de Movilidad de las Personas” coordinado por el BID y que utiliza datos provistos por la empresa Veraset. En este caso, la variable muestra los cambios porcentuales en el número de personas que recorren más de un kilómetro por día. Estos cambios se computan para el promedio observado entre el 16 y 25 de abril y el del período del 10 al 12 de marzo. En ambos gráficos se tomaron a los municipios que conforman las áreas metropolitanas de las ciudades capitales. Las variables socioeconómicas provienen de los censos de ambos países (2010), por lo cual son medidas estimadas antes de la crisis.
La vulnerabilidad desigual…
Estos análisis señalan que muchas familias no pueden practicar de manera realista el distanciamiento social, viéndose obligadas a abandonar su hogar todos los días para ir a trabajar o comprar alimentos para subsistir. Sin acceso a agua potable es difícil, sino imposible, cumplir con todas las condiciones de higiene que ayudan a prevenir el contagio del virus. A su vez, en un mundo donde la conectividad se ha vuelto imprescindible, sin acceso a internet no es posible acceder a información y realizar actividades básicas de forma remota como trabajo, educación o la compra de alimentos.
La vulnerabilidad de la región en esta crisis es producto de la interacción entre la pandemia y las debilidades estructurales ya existentes en el acceso y la calidad de los servicios sociales básicos, como bien resaltaron cuatro expertos en el tema de pobreza y desigualdad, en el reciente panel virtual que sostuvo el BID sobre desigualdad en el distanciamiento y posibles estrategias y políticas públicas para reducir el impacto social y económico del COVID-19 en la región. Otras reflexiones claves del panel incluyen:
- Las políticas de respuesta a la crisis deben tener una visión multidimensional que aborden tanto la situación económica de las familias, como otros problemas esenciales, incluyendo la violencia contra la mujer, niños y niñas, seguridad alimentaria y la inclusión de grupos vulnerables como poblaciones migrantes, indígenas, afrodescendientes y rurales.
- Debemos pensar en ampliar los mecanismos de protección social existentes para proteger a toda la población. La crisis ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de un grupo importante de personas que no se encuentra actualmente protegida por ningún sistema de seguridad social por encontrarse en el sector informal y fuera de apoyos sociales focalizados a población de pobreza estructural.
- La estrategia de reconstrucción no puede permitir postergar la inversión en servicios sociales básicos de calidad. La crisis ha puesto de manifiesto la relevancia de contar tanto con servicios de calidad en educación y salud como en servicios básicos tales como acceso a agua potable. También pone de manifiesto la relevancia de implementar políticas universales de cobertura a internet.
Una crisis sin precedentes trae consigo retos sin precedentes, incluyendo la incertidumbre sobre la escala de su impacto. Algo sí es evidente: a medida que navegamos la pandemia se pone más de manifiesto la desigualdad de condiciones desde la cual muchos la enfrentan. Los aprendizajes, como los que arroja esta mirada de cerca a la situación real de la movilidad, son un punto de partida para las respuestas de políticas necesarias, para mitigar el avance de la pandemia y construir la nueva “normalidad”, con énfasis en los más vulnerables.
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