¿Qué quieres ser de grande? Esta pregunta, a primera vista tan inocente y que, seguramente, nos evoca tantos recuerdos sobre nuestra infancia, tiene una trascendencia especial cuando nos la formulamos a nivel de país. Cuando investigamos la raíz del éxito de algunas naciones que han conseguido un rápido desarrollo en pocos años, como Irlanda, Singapur o Costa Rica, encontramos que, en su momento, se hicieron esta misma pregunta. Apostaron por una estrategia de desarrollo y dibujaron una hoja de ruta para impulsar o reconvertir su economía. Quizá una economía tan diversa como la de México no tiene una única respuesta para todo el país, pero sí encontramos algunos casos de éxito –como la apuesta de Riviera Maya por el sector turístico– que pueden ser muy útiles e inspiradores para otras industrias.
La evidencia parece confirmar que en esta costa del caribe mexicano supieron contestar bien esta pregunta. El año pasado, casi 4 millones de personas visitaron este enclave turístico e inyectaron a la economía de la región más de 2.100 millones de dólares. Sólo Quintana Roo recibe el 35% de las divisas de turismo de todo México. De las 1.500 habitaciones de hotel que había hace dos décadas, ya se han superado las 41.000. Un crecimiento espectacular que ha contribuido, sin duda, a que el sector turístico se convierta en uno de los puntales de la economía mexicana: el turismo representa ya el 9% del PIB y genera 2,5 millones de empleos directos. Pero hay más aprendizajes útiles de este caso, tal como se puso de relieve en un reciente Simposio Internacional en Playa del Carmen.
Uno de los aspectos clave de un desarrollo tan vertiginoso ha sido la apuesta por el capital humano. Al crecimiento de un sector que ha multiplicado 30 veces su disponibilidad de plazas hoteleras le ha acompañado una necesidad urgente de mano de obra. Trabajadores bien calificados, capaces de responder a estándares internacionales y a las exigencias de un mercado nacional y extranjero cada vez más diverso. Riviera Maya tenía un sueño, pero para hacerlo realidad necesitaba un sistema de formación profesional adecuado a la dimensión del reto.
Para ello, la Asociación de Hoteles de la Riviera Maya (AHRM) se puso a trabajar con la Secretaría de Educación Pública (SEP) y la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS). La Asociación de Hoteles y la SEP, de manera conjunta, diseñaron nuevos currículos adaptados a las necesidades del sector. Se abrieron espacios para realizar prácticas laborales en hoteles (ver video), tanto para alumnos como para profesores, quienes también tienen la necesidad de actualizarse y vivir de primera mano lo que posteriormente enseñan en el aula. Al mismo tiempo, los trabajadores en activo contaron con programas de capacitación en sus hoteles, para fortalecer sus habilidades y mejorar sus posibilidades de desarrollo profesional. Con el apoyo de la STPS, se focalizaron becas de capacitación en planta –solicitadas por las empresas – a través de las cuales buscadores de empleo y trabajadores han logrado adquirir o fortalecer habilidades para facilitar su colocación en un puesto de trabajo.
Este ha sido un proceso de colaboración ejemplar: con un sector privado liderando cambios y trabajando de la mano con las autoridades educativas y laborales para insertar sus esfuerzos en una estrategia de crecimiento regional. Es un modelo de formación continua, porque para seguir siendo competitivos hay que adquirir nuevos estándares internacionales y demostrar una altísima calidad en atención al cliente, gestión de procesos, respeto al medio ambiente, etc. Y también es un modelo de formación pertinente, con un claro objetivo de cerrar la brecha que habitualmente encontramos entre los contenidos que se enseñan en las escuelas o las competencias de la fuerza laboral y las necesidades que requieren cubrir las empresas. Los avances de este proyecto y la apropiación que ha tenido por parte de los empleadores pueden motivar a otros sectores a trabajar con este mismo enfoque de formación para el trabajo a lo largo de la vida.
Hay un aspecto más que podemos aprender del caso de Riviera Maya, que es su enfoque de desarrollo sustentable y enraizado en la propia comunidad. El crecimiento turístico ha supuesto una transformación innegable de todo el entorno. Pero ha sido un crecimiento que ha permitido revalorizar y preservar los propios activos de la región, su cultura y su legado histórico, y al mismo tiempo se ha convertido en una fuente de desarrollo para la economía local. Aunque han llegado trabajadores desde todos los estados del país –como Campeche, Tlaxcala o Chiapas – este modelo ha apostado mayoritariamente por el personal autóctono y ha generado oportunidades de formación y puestos de trabajo calificados para personas que, en muchas ocasiones, sólo habían completado la educación básica.
Seguramente, muchos de los trabajadores de Riviera Maya nunca pensaron que su futuro estaría en el sector turístico. Quizá nunca imaginaron que de grandes iban a ser protagonistas de una economía global y que acabarían hablando más de dos o tres idiomas. Pero su esfuerzo y esta apuesta compartida entre las instituciones públicas y la iniciativa privada pueden convertirse en un excelente ejemplo para otros sectores del país. Ahora México también se encuentra en un buen momento para replantearse esta pregunta y decidir el camino que desea seguir en los próximos años.
Artículo publicado en El Universal de México el 3 de ocubre de 2013. Leer artículo.
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