Existe la preconcepción de que los jóvenes actuales son inconformes y poco comprometidos con el trabajo, los estudios y, en general, con las metas a largo plazo. Sin embargo, nuestro estudio Millennials en América Latina y el Caribe: ¿trabajar o estudiar? demuestra que los jóvenes de la región son optimistas y tienen grandes aspiraciones educativas y laborales. Ahora bien, en nuestra muestra, quienes ya han trabajado (el 59%) han tenido, en promedio, casi 3 experiencias laborales y han durado menos de 2 años en cada trabajo. ¿Podemos decir si es bueno o malo que hayan tenido tantos empleos a tan corta edad? ¿Cómo afecta la rotación laboral a nuestros jóvenes? En este 12 de agosto, Día Internacional de la Juventud, les compartimos algunas reflexiones al respecto.
¿Es buena o mala la rotación laboral?
A priori, es difícil decir que la rotación laboral es mala (no solo para los jóvenes, sino para los trabajadores en general). Si la rotación se da hacia trabajos de mejor calidad, tendrá resultados positivos para el futuro laboral de los jóvenes porque les permite expandir sus habilidades y por tanto su empleabilidad. Por el contrario, si la rotación es horizontal (hacia trabajos de calidad similar), o peor aún, hacia trabajos de menor calidad, tenemos un problema de pérdida de bienestar y productividad.
Desafortunadamente, nuestros datos evidencian que la mayoría de los jóvenes enfrenta el segundo escenario. En el 84% de los casos observamos que los jóvenes que actualmente trabajan están en un empleo de igual o menor calidad a su primera experiencia laboral. Es decir, solo un 16% de los jóvenes tiene un trabajo de mejor calidad.
En el 84% de los casos observamos que los jóvenes que actualmente trabajan están en un empleo de igual o menor calidad a su primera experiencia laboral.
Ahora bien, ¿qué factores consideramos para que un trabajo sea de menor calidad? Por un lado, tenemos el problema de la informalidad: solo 32% de los jóvenes que actualmente trabajan tienen un empleo formal. Por otro lado, el 24% de los jóvenes percibe ingresos que son insuficientes para lograr un estándar de vida mínimo, definido como un ingreso por hora menor a USD 1,92. Otros factores que observamos están relacionados al tamaño de la empresa y el tipo de remuneración. Los trabajos de muchos de estos jóvenes (40%) se concentran mayoritariamente en microempresas de menos de 5 trabajadores, y, en ocasiones, su remuneración es en especie en lugar de en efectivo.
Solo 32% de los jóvenes que actualmente trabajan tienen un empleo formal. Por otro lado, el 24% de los jóvenes percibe ingresos que son insuficientes para lograr un estándar de vida mínimo,
El siguiente gráfico muestra la distribución de un índice de calidad del empleo (similar al Índice de Mejores Trabajos) en la muestra de países que usamos en nuestro estudio sobre los millennials de América Latina y el Caribe. Existen importantes diferencias a nivel regional: por un lado, Chile muestra los valores más altos en el índice y Haití los más bajos. Sin embargo, vemos que no ha habido una mejora sustancial en cuanto a calidad de empleo en ninguno de estos países (es decir, no se observa una diferencia marcada entre los valores promedio del índice entre el primer empleo y el actual).
El gráfico también muestra cómo evolucionó la calidad del empleo de los jóvenes entre su primer empleo y el actual. En El Salvador y Haití, menos del 10% de los jóvenes logró mejorar la calidad de su empleo, frente a más del 20% de los jóvenes colombianos y paraguayos. En tanto, Brasil, Colombia y México son los países con mayor porcentaje de jóvenes en trabajos de menor calidad que la de sus primeros empleos.
Esta evidencia, si bien descriptiva, sugiere que los jóvenes en la región se encuentran atrapados en una trampa de informalidad, baja productividad y escasa inversión en desarrollo de habilidades. Como señala Empleos para crecer, esta situación impone retos de corto y largo plazo para el desarrollo y crecimiento de América Latina y el Caribe.
Igualdad de oportunidades para los jóvenes de América Latina y el Caribe
Las características individuales de los jóvenes determinan su acceso a empleos de mejor calidad. Aquellos con mejores perfiles educativos y de habilidades y mejores niveles socioeconómicos son los que tienen más probabilidad de alcanzar mejores empleos. Estas desigualdades se presentan de manera constante en los mercados laborales de la región. En este sentido, las políticas públicas tienen la tarea y el poder de revertir esta situación y ayudar a que más jóvenes puedan lograr empleos de calidad (especialmente teniendo en cuenta los retos que plantea el futuro del trabajo). Esto permitirá mejorar su bienestar y contribuir a la productividad, crecimiento y desarrollo de América Latina y el Caribe.
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