A lo largo de 2024, Brasil presidió el G20, un grupo que reúne a las mayores economías del mundo y concentra casi dos tercios de la fuerza laboral global. Con ocasión de la Cumbre del G20 que se llevó a cabo el 18 y 19 de noviembre en Río de Janeiro, presentamos en esta nota un resumen de las discusiones del Grupo de Trabajo sobre Empleo (Employment Working Group, EWG, por sus siglas en inglés), del cual el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) participó como institución invitada.
Fueron cuatro los temas proritarios definidos para los debates de 2024:
- Creación de empleo de calidad y promoción del trabajo decente para garantizar la inclusión social y eliminar la pobreza y el hambre;
- La necesidad de una transición justa ante las transformaciones digitales y energéticas;
- El uso de la tecnología para mejorar la calidad de vida de todas las personas; y,
- Equidad de género y promoción de la diversidad en el mundo laboral.
Todos estos temas están en sintonía la estrategia institucional del BID para el desarrollo socioeconómico y crecimiento sostenible de América Latina y el Caribe, la cual orientó nuestra contribución a las discusiones.
Equidad de género y diversidad en el mercado laboral
Para garantizar un mercado laboral más inclusivo y resiliente, es fundamental crear condiciones que permitan a mujeres, personas LGBTQIA+ y otros grupos históricamente marginados tener acceso y oportunidades equitativas de crecimiento y desarrollo profesional. Esto incluye la implementación de políticas de igualdad salarial por trabajo de igual valor, avanzar hacia un acceso equitativo a ocupaciones de mayor calificación y remuneración, y fomentar programas de capacitación, aspectos que fueron tratados en las reuniones del grupo de trabajo.
Sin embargo, lo que se sabe es que, a nivel global, el mercado laboral aún enfrenta desafíos significativos, especialmente en lo que respecta a aumentar la participación de mujeres y grupos minoritarios.
La tasa de participación en la fuerza laboral—indicador que mide la proporción de la población en edad de trabajar que está empleada o buscando empleo—se sitúa en torno al 60%, incluyendo los países del G20. No obstante, al analizar este indicador con perspectiva de género, se observa una gran discrepancia: la participación masculina global es del 72,9%, mientras que la femenina alcanza solo el 48,0%. Esta diferencia refleja la persistente brecha de género en el mercado laboral.
Para abordar esta desigualdad e promover la diversidad, el G20 estableció en 2014 la Meta de Brisbane, que busca reducir la brecha de género en la participación laboral en un 25% para el año 2025. Sin embargo, según un estudio reciente de la OIT y la OCDE elaborado para respaldar los debates del G20 en 2024, poco más de la mitad de los países miembros están cerca de alcanzar esta meta para el próximo año.
En un esfuerzo por cambiar esta situación, los Ministros de Trabajo y Empleo del G20 reafirmaron su compromiso con la Meta de Brisbane, esperando que permita incorporar a 100 millones de mujeres al mercado laboral. Según la declaración ministerial acordada en julio de este año, las políticas prioritarias incluyen la transparencia salarial, la inversión en servicios de cuidado y la reducción de la segregación ocupacional.
Impacto del avance tecnológico en la fuerza laboral
El avance tecnológico, liderado por la automatización y la inteligencia artificial (IA), ha provocado transformaciones profundas en el mercado laboral global. Este impacto es particularmente significativo en las economías emergentes, como las de América Latina y el Caribe, donde opera el BID y donde la informalidad persiste. La automatización está reconfigurando las estructuras ocupacionales y resaltando aún más la importancia de habilidades como las competencias digitales, el pensamiento crítico y la adaptabilidad.
El BID promueve políticas públicas que faciliten la transición hacia un mercado laboral más digitalizado, prestando especial atención a la inclusión y la diversidad. Esto se debe a que las tecnologías emergentes, como la IA generativa, tienen el potencial de aumentar la productividad y generar nuevas oportunidades laborales, pero también pueden agravar las desigualdades, especialmente para los grupos vulnerables, que a menudo incluyen mujeres y minorías étnico-raciales.
En el caso de las mujeres, las barreras en el ámbito tecnológico incluyen estereotipos de género persistentes, la falta de modelos femeninos a seguir y la discriminación en el entorno laboral. Estos obstáculos estructurales y culturales limitan su avance, particularmente en áreas como STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), restringiendo sus oportunidades de influir en el desarrollo tecnológico.
Los Ministros de Trabajo y Empleo del G20 subrayaron la importancia de crear entornos regulatorios que fomenten la innovación, al tiempo que protejan los derechos de los trabajadores. Esto incluye la promoción de la diversidad y la inclusión en el desarrollo y la aplicación de tecnologías de IA, así como la creación de sistemas de protección y seguridad social que brinden apoyo adecuado a los trabajadores desplazados por la automatización.
Transición justa ante los impactos del cambio climático
La transición hacia una economía de bajo carbono tiene implicaciones directas en el mercado laboral. Por un lado, las políticas de descarbonización y adaptación al cambio climático son esenciales para mitigar sus efectos, pero pueden ocasionar la pérdida de empleos en sectores tradicionales. Por otro lado, estas mismas políticas tienen el potencial de generar oportunidades en sectores como la energía renovable, la construcción sostenible y la gestión de residuos.
Una transición justa asegura que las transformaciones necesarias para una economía sostenible sean inclusivas y equitativas, beneficiando a todos los segmentos de la población y garantizando que nadie quede atrás en este proceso de transformación global.
En los países de América Latina y el Caribe, el 17% de los empleos están clasificados como verdes, según una publicación reciente del BID. Sin embargo, la mayoría de estos empleos se encuentran en sectores dominados por hombres.
Es crucial implementar políticas que fomenten la diversidad y la inclusión de mujeres y otros grupos subrepresentados en estos sectores emergentes. Además, los programas de recapacitación y formación son fundamentales para garantizar que todos los trabajadores puedan adaptarse a las nuevas demandas del mercado laboral verde.
Figura 1 – Distribución de empleos verdes en países de América Latina y el Caribe (% de los empleos en cada país)
Fuente: BAPTISTA, D. et al. Los mercados laborales y el cambio climático: ¿Cómo adaptar las políticas laborales y mejorar las oportunidades de empleo? Banco Interamericano de Desarrollo, 2024.
¿Qué son los empleos verdes?
Los empleos verdes son aquellos que contribuyen directamente a la sostenibilidad ambiental, ya sea mediante la producción de bienes ambientales o el uso más eficiente de los recursos naturales.
Los ministros de Trabajo y Empleo del G20 reafirmaron la importancia de una transición justa que promueva la sostenibilidad ambiental, el trabajo digno, empleos de calidad para todos y la inclusión social. Entre las acciones destacadas se encuentra la necesidad de fortalecer los programas de recapacitación y perfeccionamiento de habilidades, así como las políticas de protección social que brinden apoyo a los trabajadores afectados por la transición energética y el cambio climático.
Cómo avanzar en estas áreas
El BID ha respaldado diversas iniciativas para contribuir a un mercado laboral más justo, inclusivo y sostenible en América Latina y el Caribe. Esto implica transformar los compromisos globales en acciones concretas que beneficien directamente a las poblaciones más vulnerables de la región.
Es crucial que las políticas de diversidad y equidad de género sigan avanzando para garantizar igualdad de oportunidades y remuneración. Asimismo, la automatización y la inteligencia artificial requieren un enfoque equilibrado que combine la innovación con la protección de los derechos laborales.
Finalmente, una transición justa es clave para abordar los efectos del cambio climático, asegurando que los trabajadores sean recapacitados y protegidos socialmente en este proceso de transformación global.
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