Las probabilidades de contagio de coronavirus son iguales para todos, pero los impactos económicos de la pandemia no. El costo de esta crisis sanitaria y económica lo están asumiendo principalmente – y dramáticamente- las personas que pierden ingresos laborales y que no tienen ni ahorros, ni activos, ni acceso a un sistema de seguridad social que, se supone, fue creado para protegerlas. Así, esta crisis le puede cobrar de manera escalofriante a Colombia y a toda América Latina una deuda pendiente: no haber reformado el sistema de seguridad social para darle protección a todos sus trabajadores.
Sistemas de seguridad social: la aspiración y la realidad
En el mundo, los sistemas de seguridad social nacieron para que la sociedad en su conjunto garantice el sustento a los trabajadores cuando estos enfrentan contingencias que los dejan sin ingresos laborales, como el desempleo, la enfermedad y la vejez. Como se puede ver en este recuento histórico, en América Latina los sistemas se inspiraron en el modelo que nació en Alemania a fines del siglo XIX recogiendo la visión del famoso canciller Otto von Bismarck: “La verdadera queja del trabajador es la inseguridad de su existencia; no está seguro de que siempre tendrá trabajo, no está seguro de que siempre estará sano y advierte que algún día será viejo e incapaz de trabajar.” Se fundaron basados en el principio de solidaridad y en el compromiso básico que tenemos como sociedad para protegernos mutuamente: hoy por ti, mañana por mí. Colombia, como el resto de América Latina, instauró formalmente la seguridad social en los años 40 y, si bien su sistema ha sufrido modificaciones desde entonces, ha mantenido este principio fundamental de protección. Según la constitución colombiana, la seguridad social es un derecho irrenunciable que se garantiza a todos los habitantes. Y está claramente definida en los convenios de la Naciones Unidas como un derecho fundamental.
Los sistemas de seguridad social nacieron para que la sociedad en su conjunto garantice el sustento a los trabajadores cuando estos enfrentan contingencias que los dejan sin ingresos laborales,
Pero esta aspiración de la constitución colombiana no se cumple en lo absoluto. Pensemos en la protección ante cuatro riesgos fundamentales que enfrenta cualquier trabajador: enfermedad, pobreza en la vejez, accidentes laborales y desempleo. En el país hay aproximadamente 21 millones de trabajadores de los cuales 13 millones se denominan informales porque no cotizan al sistema de pensión, salud y riesgos laborales. Al no cotizar de manera regular, estos trabajadores no podrán recibir ingresos en caso de invalidez, enfermedad o accidente en el trabajo, ni podrán tener una pensión en la vejez. Y, en el caso del riesgo de desempleo o desocupación, si bien no es fácil tener estimaciones precisas, claramente la desprotección es incluso mayor: un estimado grueso sugiere que en Colombia la protección es nula o insuficiente para aproximadamente 16 millones de trabajadores.
Dado que, en la crisis desatada por el coronavirus, el riesgo de desempleo es prevalente, vale la pena analizar este último punto en más detalle. Colombia tiene tres herramientas de protección al desempleo desconectadas entre sí. La primera es el sistema de cesantías que, como su nombre indica, fue concebido originalmente para proteger a los trabajadores que quedan cesantes al perder su empleo. En este sistema contribuyen obligatoriamente trabajadores asalariados formales y empleadores. En principio, el producto de estas contribuciones debía ser entregado al trabajador cesante para que tuviera ingresos tras la desvinculación laboral. Sin embargo, el objetivo original del sistema se distorsionó por completo y hoy en día el ahorro en cesantías es con frecuencia retirado por empleados activos para financiar educación, remodelaciones o vivienda. Luego está la indemnización por despido, que la empresa da a un trabajador cuando hay un despido injustificado. Esta herramienta no aplica para independientes ni para contratistas por prestación de servicios, y protege sobre todo a los trabajadores a término indefinido con antigüedad. Finalmente está el mecanismo de protección al cesante, que ofrece bonos de alimentación a trabajadores formales con muy altos niveles de fidelidad a las cajas de compensación, entre otros servicios. No obstante, los requisitos de acceso a este mecanismo son difíciles de cumplir, en especial para los trabajadores independientes, como confirma una evaluación reciente del DNP y un estudio del BID.
Así, la protección en el desempleo en Colombia es inexistente o muy insuficiente para los trabajadores informales y para buena parte de los independientes. También para los contratistas por obra y labor, temporales o por prestación de servicios que no tienen saldos suficientes en sus cesantías ni fidelidad a las cajas de compensación. Es claro entonces que buena parte de los afectados por las medidas de aislamiento para combatir el coronavirus están severamente desprotegidos. Este es el caso de, por ejemplo, trabajadores de servicio doméstico, camareros, emprendedores, tenderos, meseros, peluqueros, y contratistas de los sectores de entretenimiento, gimnasios, restaurantes, aviación y hotelería. A diferencia de ellos, yo escribo este blog con la certeza de que, si enfermo o pierdo el empleo, tendré un ingreso que garantice mi sustento. Y esta protección no la he adquirido por productividad o mérito: simplemente tengo la suerte de acceder a un privilegio que, en Colombia como en el resto de América Latina, se concede a muy pocos.
La protección en el desempleo en Colombia es inexistente o muy insuficiente para los trabajadores informales y para buena parte de los independientes. También para los contratistas por obra y labor, temporales o por prestación de servicios.
Una crisis: una oportunidad
Mucho se ha escrito sobre las oportunidades que traen las crisis. Por ejemplo, el seguro de desempleo en Estados Unidos nació en 1935 a raíz de la Gran Depresión y en el Reino Unido, los beneficios de desempleo se fortalecieron tras la Primera Guerra Mundial. Mucho se ha escrito también sobre las distintas reformas que podrían adoptar los países de América Latina para dar protección a todos los trabajadores, sin importar las características de su vinculación laboral. Ojalá haya llegado el momento de adoptarlas. Ojalá haya llegado el momento en que, por fin, reformemos un sistema que está fallando estruendosamente justo cuando nuestros trabajadores necesitan más protección.
Gerardo Bedoya Z dice
Muy interesante recuento , aunque no hay profundización en las causas y efectos, por ejemplo la crisis del ICSS que sucumbió por la política. También falta plantear posibles salidas a la informalidad, que tiene un gran componente en la rebeldía innata ante los poderes económicos. Me gusta el tema. esperaría más profundización y análisis en las causas, para permitir posibles soluciones.
Carolina González Velosa dice
Gracias por leer nuestro blog. Está usted en lo correcto. No hay profundización sobre las causas de la informalidad. El espacio de estas entradas es limitado. Puede descargar en este link una publicación muy interesante que elabora mejor sobre la relación entre la informalidad y la productividad en los mercados de trabajo: https://www.iadb.org/es/empleosparacrecer
LAURA GRACIELA SAAVEDRA dice
Muy interesante aunque “Las probabilidades de contagio de coronavirus son iguales para todos,” no concuerdo ya que en los barrios más vulnerables, donde el aislamiento es comunitario en Argentina se proyecta que puede haber mas probabilidades de contagio y a mayor velocidad, como ocurre también en estos días en los geriáticos por ejemplo
Carolina González Velosa dice
Gracias por leer nuestro blog. Tiene usted toda la razón. Si bien (y según entiendo, pero quizá me equivoque) todos podemos contagiarnos con igual probabilidad si el virus entra a nuestro organismo a través de las vías respiratorias, hay entornos en los que el chance de contagio es mucho más alto. Como usted bien señala, este el caso de las comunidades pobres con altos niveles de hacinamiento. Desafortunadamente, las personas más pobres de nuestra región están, en este sentido, también en una tremenda desventaja.