Hace poco leí algo que decía que las mujeres nacemos con todo lo que necesitamos para triunfar en la vida, pero, al final, nuestro éxito depende del apoyo que recibimos por parte de las personas que nos rodean. Lo que muchos no entienden es que el éxito de una mujer no solo la beneficia a ella, ¡sino al mundo entero! Con motivo del Día Internacional de la Mujer, que se celebró este mes, en el BID estamos reconociendo el rol que tenemos las mujeres para promover el desarrollo social y económico de nuestras sociedades.
Un contexto de retos y oportunidades
Mejorar la situación de las mujeres en el mercado laboral tiene un enorme potencial para reducir la pobreza. En muchos hogares, el ingreso de una madre trabajadora es lo que hace la diferencia en términos de la calidad de vida y el empoderamiento de los hijos, dado que es más probable que la mujer invierta en áreas que tienen un impacto positivo en el capital humano de su familia (como alimentación, salud y educación). De hecho, de acuerdo a un estudio de Harvard, tanto los hijos como las hijas de madres empleadas tienen una educación significativamente mayor que los de las madres que no están empleadas. Por otro lado, el estudio determinó que las mujeres criadas por una madre trabajadora tienen 1,21 veces más probabilidades de trabajar y 1,29 veces más probabilidades de supervisar a otros en el trabajo. Una cifra que engloba muchas de estas estadísticas es que el crecimiento del ingreso laboral femenino en América Latina y el Caribe entre 2000 y 2010 representó el 28% de la reducción de la desigualdad y el 30% de la reducción de la pobreza extrema en la región. En otras palabras, el aumento del ingreso laboral femenino en nuestros países sacó a unos 5 millones de personas de la pobreza extrema.
En muchos hogares, el ingreso de una madre trabajadora es lo que hace la diferencia en términos de la calidad de vida y el empoderamiento de los hijos.
A pesar de la evidencia sobre los beneficios que trae la participación laboral femenina, las mujeres seguimos enfrentando numerosas barreras para abrirnos paso en el mundo del trabajo. Según cifras de 2018 para América Latina y el Caribe, la tasa de participación laboral de los hombres era 24,2 puntos porcentuales superior a la de las mujeres, y sus ingresos laborales eran 23% más altos que los nuestros. La brecha salarial persiste incluso entre hombres y mujeres que tienen el mismo nivel educativo (en 2015, por ejemplo, el salario de una mujer matemática o ingeniera en la región era de 4,79 dólares por hora, mientras que un hombre con alguna de esas profesiones recibía 8,23 dólares por hora). Además, ocupamos menos puestos de liderazgo y tenemos mayores tasas de desempleo. Cuando llegamos a la vejez la situación empeora, ya que tenemos menor probabilidad que los hombres de tener una pensión contributiva y, por tanto, corremos mayor riesgo de caer en la pobreza.
A pesar de la evidencia sobre los beneficios que trae la participación laboral femenina, las mujeres seguimos enfrentando numerosas barreras para abrirnos paso en el mundo del trabajo.
La cuarta revolución industrial trae consigo un abanico de oportunidades para cerrar la brecha de género, pero también viene acompañada de numerosos retos. No solo es más probable que las mujeres pierdan su empleo a manos de un robot, sino que, además, el mercado laboral digital está reproduciendo algunos patrones del mercado laboral tradicional; como segregación ocupacional y una mayor participación masculina. Sin embargo, iniciativas como SheWorks buscan aprovechar lo mejor de las nuevas tecnologías para mejorar la posición de las mujeres en el mercado laboral. En Guatemala, el BID trabaja de la mano con esta empresa para capacitar a las mujeres en las habilidades necesarias para desempeñarse en la economía digital y conectarlas con oportunidades de trabajo remoto que les brinden la flexibilidad necesaria para balancear sus responsabilidades en el hogar y su carrera profesional.
La cuarta revolución industrial trae consigo un abanico de oportunidades para cerrar la brecha de género, pero también viene acompañada de numerosos retos.
Una nueva década, una nueva oportunidad para cerrar la brecha de género
El 2020 es un año importante para las mujeres, ya que se cumplen 25 años de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing. Considerado “el plan más progresista que jamás ha existido para promover los derechos de la mujer”, fue sin duda un importante punto de inflexión para la agenda política de igualdad de género. No obstante, como veíamos arriba, todavía queda mucho camino por recorrer para que todas las mujeres tengan acceso a empleos de calidad. Es necesario impulsar programas de formación que nos permitan adquirir las habilidades necesarias para ser competitivas en la cuarta revolución industrial, y promover acciones para facilitar la reinserción laboral de las mujeres adultas que han salido temporalmente del mercado de trabajo (como la implementación de licencias parentales remuneradas y la expansión de la oferta de centros de cuidado infantil). Igualmente, de cara a la etapa de la vejez, es importante brindar educación financiera y previsional para las mujeres y promover que las pensiones puedan ser compartidas con la pareja en caso de divorcio (al menos en la parte proporcional que se construyó durante la duración de matrimonio). Este año también marca el inicio de una nueva década, así que tenemos una nueva oportunidad para implementar estas y otras acciones que permitan impulsar el rol de la mujer como motor de la igualdad en América Latina y el Caribe.
* Quiero agradecer a Johanna Fajardo, Mariángela Mendoza, Carmen Pagés y Georgina Raygada por su apoyo para hacer posible este artículo.
Hola Gabriela
Me gusta tu articulo, sobre todo:
“nuestro éxito depende del apoyo que recibimos por parte de las personas que nos rodean”
Muchas no contamos con ese apoyo, tan necesario en la edad productiva, ni del entorno, ni del estado (centros de cuidado infantil etc.)
Considero que mi país tiene que implementar un programa que de apoyo en la vejez a las mujeres, debido a que el sistema nacional de pensiones te pide como requisito para acceder a una pensión mínima, una acreditación de 20 años de aportes y yo me pregunto que de aquellas mujeres que estuvieron próximas a cumplir ese requisito (la ONP se queda con todo ese aporte?) y en estos momentos no se les permite acceder a una pensión digna.
Atentamente,
Silvia
Excelente articulo Gabriela, nos necesitamos las unas a las otras profundamente para cambiar nuestra realidad por una mas amable e inclusiva, muchas gracias.