En el insistente debate sobre el futuro del trabajo, una de las afirmaciones más importantes es que la economía compartida (gig economy, en inglés) está transformando el mercado laboral y que este proceso continuará y acelerará. En este mismo blog, colegas míos han dicho que la economía compartida “ha roto con las estructuras tradicionales del trabajo” y se han llegado a preguntar si las leyes laborales deberían actualizarse ante este nuevo modelo. ¿Pero hay evidencia de que esta gran transformación está ocurriendo? En mi opinión, hay más afirmaciones tajantes que estudios serios sobre el tema.
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En el caso de Estados Unidos, sí existe un estudio reciente (en inglés) que investiga el impacto de la economía compartida en el mercado laboral. Como suele suceder, los autores no llegan a conclusiones contundentes y recomiendan mejorías de la medición para poder analizar el tema con mayor precisión. Pero hay dos resultados del estudio que quisiera destacar.
Encuestas de hogares no muestran un aumento del autoempleo
En principio, los trabajos de la economía compartida deberían clasificarse como autoempleo en vez de trabajo asalariado. Sin embargo, las encuestas de hogares de Estados Unidos no muestran un aumento en el autoempleo. Es decir, las relaciones laborales tradicionales en que un trabajador presta servicios a un patrón a cambio de un salario son tan comunes hoy como antes.
Para complementar esta observación de Estados Unidos, presento algunos datos de México, donde se aprecia que el porcentaje de trabajadores que son asalariados tiene una clara y fuerte tendencia al alza, subiendo de 58.7% en 2005 a 64.4% en 2016. Desde este punto de vista, no se ve el cambio esperado en el mercado laboral de la economía compartida. En el caso de México, de hecho, parece que el mercado laboral es más “tradicional” que nunca.
Más autoempleo según los datos de impuestos
Los autores señalan que es común que un trabajo de la economía compartida no sea la fuente principal de ingresos, sino un complemento de los ingresos del trabajo principal. Un empleado de tiempo completo en una oficina puede trabajar como chofer de Uber unas horas en las noches o fines de semana. En este sentido, las encuestas de hogares, que normalmente capturan información sobre el trabajo principal del individuo, podrían no observar una parte importante de la economía compartida.
En efecto, los autores encuentran que la información del sistema impositivo sí muestra un aumento en la proporción de declaraciones de impuestos con ingresos provenientes del autoempleo. Este resultado sugiere que, además de tener implicaciones para el diseño de políticas públicas, la economía compartida podría generar nuevos retos para la medición económica, especialmente a través de las encuestas de hogares que tradicionalmente se usan para el análisis del mercado laboral.
Además de tener implicaciones para el diseño de políticas públicas, la economía compartida podría generar nuevos retos para la medición económica, especialmente a través de las encuestas de hogares que tradicionalmente se usan para el análisis del mercado laboral.
Debemos entender mejor antes de reformar
La conclusión principal del estudio, con la cual estoy totalmente de acuerdo, es que tenemos poca información dura sobre este tema. Es decir, no es claro que la percepción popular del impacto de la economía compartida coincida con los hechos. Si consideramos que las implicaciones del futuro del trabajo en general y de la economía compartida en particular podrían ser profundas, debemos iniciar un proceso para recopilar más y mejores datos para medir estos fenómenos. De lo contrario, las decisiones de política pública podrían tomarse con base en anécdotas en vez de información rigurosa.
JOSE ANDRES VILLENA PETROSINO dice
Interesante información, pues nos hace pensar cuanto nos falta entender la evolución del trabajo y estas nuevas tendencias (gig economy, por ejemplo), mientras que en LAC hay un fuerte grupo de conservadores que sigue luchando por mantener el status quo: la rigidez laboral, pese a estar en los últimos puestos en las mediciones acerca de la Competitividad (The Global Competitiveness Report), y no tener alternativas concretas para detener el incremento de la informalidad, dando como soluciones que el Estado los subsidie en diferentes formas.
María Noel dice
Muchas gracias David Kaplan por el artículo. Muy interesante el análisis. Comparto que se necesitan datos más robustos sobre el trabajo en la economía compartida. La Encuesta de Hogares no capta esta realidad, según Usted nos informa.
Tuve el gran gusto y desafío de analizar la regulación sobre la economía compartida en algunos países de la region LAC y colabore en la redacción del artículo que Usted menciona. Hasta la fecha del estudio, las regulaciones analizadas se enfocaban únicamente en las habilitaciones y registros que debían obtener tanto las plataformas, como Uber, así como los choferes, sin calificar la situación laboral de estos últimos. Si bien existen argumentos para sostener que son autoempleados, en ciertos países como Estados Unidos e Inglaterra, entre otros, existen causas judiciales en trámite, en que los choferes demandan que se les otorguen los beneficios laborales de los asalariados. Sin dudas, estos cambios en la forma de trabajar, exigen datos más robustos, para que se dicten políticas públicas acordes al fenómeno.
Cris Caorsi dice
“Más autoempleo según los datos de impuestos”. Probablemente en LAC nos encontremos con el desafío de que efectivamente la renta por otras fuentes (ej.: Uber) incremente, sin embargo, esto no se verá reflejado en una mayor declaración de impuesto a la renta, ya que probablemente el “taxpayer” en LAC decida no declarar ese ingreso adicional, en contraste a un “taxpayer” en un país desarrollado. ¿Alguien se ha cruzado con algún estudio que señale qué porcentaje de personas en “negocios colaborativos” (ej.: Uber, AirBnB) declara dichos ingresos?