Usiel cultiva chile, morrón y jitomate. De su terreno (de 1,5 hectáreas) salen cada día productos para abastecer a grandes clientes en México como Walmart, Italianis o Starbucks, así como a algunas cadenas hoteleras de Cancún. La suya es una historia de éxito y sacrificio. Hace 16 años, su vida era muy diferente: su salario, igual que el de sus padres y 11 hermanos, apenas le alcanzaba para cubrir las necesidades básicas de su familia.
La vida de Usiel cambió el día en que ingresó en el Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales México-Canadá (PTAT). Esta iniciativa, a la que Usiel accedió desde el Servicio Nacional de Empleo (SNE), permite desde 1974 a trabajadores agrícolas mexicanos hacerse con permisos laborales temporales para trabajar en Canadá. A través del SNE, la Secretaría de Trabajo y Previsión Social de México se encarga de reclutar y seleccionar a los trabajadores que cubrirán las vacantes ofrecidas por los empleadores canadienses, bajo una perspectiva de promoción del empleo y desarrollo del capital humano, que acompaña al trabajador y a la empresa antes, durante y después del proceso migratorio.
El Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales México-Canadá (PTAT) permite desde 1974 a trabajadores agrícolas mexicanos hacerse con permisos laborales temporales para trabajar en Canadá.
Una trayectoria ascendente
Usiel comenzó su trayecto con el PTAT en Ontario, donde trabajó en dos granjas cultivando chile morrón, tomate, zanahoria, cebolla, chícharo y alfalfa. Durante siete temporadas, desarrolló su carrera como trabajador agrícola. Primero como recolector, obteniendo un puesto recurrente, siguiendo después como supervisor y, finalmente, como encargado de producción general, donde tuvo bajo su responsabilidad a 20 trabajadores.
Durante siete temporadas, Usiel desarrolló su carrera como trabajador agrícola. Primero como recolector, después como supervisor y, finalmente, como encargado de producción general.
Gracias a su participación en el PTAT, Usiel no solamente pudo ayudar a su familia. También desarrolló nuevas habilidades más allá del área agrícola, que le permitieron construir su propio invernadero, a su vez generando trabajos para su comunidad. Así, pasó de empleado a empleador. En la actualidad, Usiel cuenta con cuatro trabajadores permanentes durante todo el año. En una sola temporada de jitomate, genera entre seis y diez empleos temporales adicionales por un periodo de hasta siete meses. Sus trabajadores reciben un sueldo de $150.00 pesos por día, más dos comidas.
Una triple victoria
Los servicios públicos de empleo son principalmente conocidos por sus programas de asistencia a quienes buscan empleo. Sin embargo, como nos muestra la historia de Usiel, también pueden ayudar tanto a quienes deben buscar empleo fuera de su país como a aquellas empresas que necesitan buscar mano de obra fuera de las fronteras de su país.
En México, como en otros países avanzados, la labor de intermediación internacional que hacen los servicios de empleo por medio de programas como el PTAT es fundamental para maximizar los beneficios de la movilidad laboral para los países de destino y de origen, así como para los propios migrantes. La evidencia es clara: la inmigración favorece a la economía.
La labor de intermediación internacional que hacen los servicios de empleo es fundamental para maximizar los beneficios de la movilidad laboral para los países de destino y de origen, así como para los propios migrantes.
El ejemplo de Usiel nos demuestra que las gestiones del SNE son clave para que la experiencia de la movilidad laboral internacional resulte en una triple victoria. Con trabajadores como él, gana Canadá, que cuenta con trabajadores migrantes con las habilidades y competencias que no existen en su mercado laboral, lo que permite mantener la productividad y competitividad de su sector productivo. También gana México, que se beneficia de las remesas financieras que envían los migrantes mientras están fuera, y de mayores niveles de capital humano, actividad empresarial y cohesión social cuando los migrantes regresan. Y, por supuesto, ganan los propios migrantes, quienes, como Usiel, tienen la oportunidad de desarrollar su capital humano (habilidades, competencias, actitudes y comportamientos) gracias a la experiencia adquirida en el exterior, y así construyen trayectorias laborales positivas.
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