La cuarta revolución industrial ha traído consigo un proceso de desarrollo tecnológico e industrial vinculado con tecnologías como la robótica, el internet de las cosas y la conexión de dispositivos, entre otras. De esta manera, al igual que las tres anteriores, esta revolución ha generado una nueva organización de procesos y medios de producción. Asimismo, ha implicado un cambio en la manera en la que los trabajos operan, incluyendo no solo las cambiantes necesidades de personal y la demanda de habilidades, sino también los recursos y la conectividad requeridos para funcionar. Ahora bien, aunque sabemos todo eso, muchas veces no nos damos cuenta cómo han cambiado cosas del día a día, como son los ascensores.
El origen de los ascensores
Los ascensores, un objeto que muchos utilizamos diariamente, reflejan las distintas transformaciones que ha atravesado el mundo del trabajo. Desde el primer ascensor de pasajeros instalado en 1857 en Nueva York hasta el día de hoy, su propósito ha sido siempre el mismo: facilitar el traslado de los usuarios de un piso a otro dentro de un mismo edificio. Sin embargo, la manera en que los ascensores operan y las herramientas que requieren han evolucionado en múltiples ocasiones, transformando la visión del diseño original de Elisha Otis.
En un inicio, el funcionamiento de un ascensor dependía de la existencia de los ascensoristas. Estos trabajadores encargados de manejar el elevador eran indispensables, ya que eran los responsables de accionar los mandos de la cabina. En ese sentido, los ascensoristas contaban con amplia experiencia y habilidades específicas, necesarias para lograr manejar las unidades de manera precisa y proporcionar seguridad a los pasajeros. Detener el ascensor en el punto correcto era una habilidad adquirida con práctica y dedicación, pero altamente rutinaria.
Los ascensores a través de los tiempos
Con el paso de los años los ascensores comenzaron a sufrir diversos cambios. Primero, la función de los ascensoristas desapareció con la instalación de botones al interior de cada unidad. Estos botones necesitaban grandes equipos que ocupaban habitaciones enteras, que dieron origen a otra clase de ocupaciones asociadas a programar las placas que se requerían para que los ascensores se detuvieran y avanzaran. Posteriormente fueron integrando nuevas herramientas, como sensores de movimiento y una lógica de operación electrónica. Actualmente, los ascensores no solo no requieren de personas a su interior para operarlos, sino que cuentan con funcionalidades inteligentes que les permiten, por ejemplo, asignar a personas por piso, garantizando mayor eficiencia y por lo tanto una mejor experiencia para los usuarios.
Como resultado de esta evolución, los profesionales del sector ya no trabajan en esas habitaciones, sino en la programación de los ascensores y en la instalación de pequeños paneles que les permiten moverse horizontalmente además de verticalmente. También han surgido nuevos modos de brindar soporte, con muchos ascensores inteligentes que se monitorean desde centros de control a distancia. Estos cambios también han afectado otras ocupaciones, ya que una de las principales consideraciones de arquitectos, ingenieros y constructores es dónde y cómo colocar el ascensor y cómo diseñar y construir el edificio para que el mismo sea lo más funcional y seguro posible.
Los ascensores, entonces, son uno de esos casos en los que uno no nota a primera vista que la generación de empleos mucho mejor remunerados y con habilidades que cambian y se desarrollan continuamente es un efecto de esos pequeños cambios tecnológicos que han ayudado a hacer nuestra vida mejor.
Los retos de la revolución digital en América Latina y el Caribe
Si bien la transición hacia los productos inteligentes es inminente, resulta relevante recordar que en América Latina y el Caribe prevalecen retos para su óptima operación. En el caso particular de los ascensores, la industria enfrenta retos inesperados. Me comentaba un amigo que trabaja en este campo que su mayor reto para vender ascensores en la región es la conectividad, ya que los modelos más modernos requieren de una combinación del armado físico con servicios digitales y acceso a conexión de internet para poder monitorearlos a distancia. Otro reto, más común quizás, es la actualización de los operarios y programadores para hacer seguimiento a estos avances. Aunque la penetración de las TIC en nuestros países supera al promedio mundial, más de una tercera parte de la población aún no tiene internet y el acceso a banda ancha es todavía muy reducido. Además, las habilidades necesarias para implementar tecnologías aún no han llegado a la mayoría de los trabajadores.
Para asegurar que la región se beneficia de todos los avances que la cuarta revolución industrial presenta, entonces, es necesario que los países prioricen la expansión de la conectividad y la capacitación para que sus ciudadanos cuenten con las habilidades requeridas para navegar un mundo cada vez más digitalizado.
Adolfo Esteban Hernández Osorio dice
Interesante el tema y comprender que un en nuestros tiempos al igual que los ascensores, debemos potencializar la fuerza impulsora de la tecnología, si bien es cierto el mecanismo no cambia la rapidez y solidez con que se mueven ante las exigencias cada vez más rápidos y seguros, hace que los empleos hoy por hoy sean ágiles y fuetes con la tecnología, un país que combina ambas cosas puede hacer que su productividad media aumente.