En marzo de 2018 publicamos la primera versión de esta nota describiendo algunas de las características del monopsonio, un fenómeno cada vez más presente en los mercados laborales de América Latina y el Caribe. Seis años después, decidimos actualizar este blog con nuevas referencias y datos recientes que dan cuenta de una falla de mercado importante y que puede ser una de las causas de la persistente baja productividad laboral en la región.
Varias décadas -y kilos y canas- después de haber estudiado por primera vez el concepto de un mercado laboral con competencia perfecta, su belleza me sigue maravillando. En este tipo de mercado no hay necesidad de que el gobierno intervenga, puesto que -de forma casi mágica- se da un equilibrio entre las empresas que buscan trabajadores y los trabajadores que buscan empleo. Si el gobierno fijara un salario mínimo muy alto, se generaría desempleo, puesto que los empleadores no estarían dispuestos a contratar a tantos trabajadores si les tienen que pagar un salario más alto. Por el contrario, si el gobierno estableciera un tope salarial, el número de trabajadores demandados por las empresas superaría el número de personas dispuestas a trabajar por ese salario. Más allá de su estética académica, sigo convencido de que las lecciones de este modelo deben estar siempre presentes en el diseño de políticas públicas. Pero, como dice el economista Dani Rodrik, “es un modelo, no el modelo”, y hay muchas posibles fallas de mercado que también deberían considerarse. Entre ellas, el monopsonio, que cada vez genera más atención.
¿Qué es el monopsonio?
No tan conocido como el monopolio, el monopsonio se produce cuando hay muchas personas buscando trabajo y solo hay pocos empleadores, quienes pueden darse el lujo de ofrecer un salario menor al que tuvieran que ofrecer si hubiera más competencia entre ellos por trabajadores disponibles. En este caso, podemos decir que las empresas tienen “más poder” en la relación con la fuerza laboral. Además de ser malo para el trabajador, este modelo genera un resultado que es ineficiente en el sentido económico. Es decir, hay potenciales contrataciones que beneficiarían tanto a las empresas como a los trabajadores, pero estas contrataciones de beneficio mutuo no se dan. Por muchos años, la posibilidad teórica de monopsonio no se consideraba importante para el análisis práctico ni para el diseño de políticas públicas, pero varios estudios recientes sugieren que el problema de monopsonio es relevante: por ejemplo, este estudio basado en la información del sitio web careerbuilder.com, y este estudio basado en una plataforma de crowdsourcing en línea.
El monopsonio se produce cuando hay muchas personas buscando trabajo y solo hay pocos empleadores, quienes pueden darse el lujo de ofrecer un salario menor al que tuvieran que ofrecer si hubiera más competencia por los trabajadores.
¿Dónde en América Latina y el Caribe se produce el monopsonio?
Una reacción común al fenómeno del monopsonio en países desarrollados es dudar que el monopsonio se produzca en países emergentes. No obstante, cada vez hay más evidencia de que el monopsonio no sólo existe en América Latina y el Caribe, sino que tiene implicaciones importantes para las políticas públicas en los países de la región.
Este estudio del BID de 2023, por ejemplo, encuentra que los salarios de los trabajadores son en promedio 46% menores que los ingresos que generan las personas para las empresas en las que trabajan. Este estudio descubre que la brecha entre lo que produce la persona y su salario es mayor en países donde la negociación colectiva es menos importante o la protección para personas desempleadas es menos fuerte. Y este estudio devela que una política pública de prohibición a la subcontratación laboral en México, implementada para mitigar el problema del monopsonio en ese país, aumentó los salarios de los trabajadores.
Otro estudio muestra una conclusión igual de importante: El monopsonio no sólo afecta a las personas ocasionando que los salarios sean más bajos, sino que también afecta directamente la productividad de los países. En particular, encuentra que el problema de monopsonio en Perú se traduce en un menor nivel de productividad porque las personas no están trabajando en los empleos en los que su productividad puede ser maximizada. Los empleadores, especialmente los más productivos, no contratan a suficiente personal desde el punto de vista de la productividad del país porque contratar a menos personas les permite pagar menores salarios.
Es decir, el problema de monopsonio en América Latina y el Caribe reduce el “pedazo del pastel” que reciben los trabajadores a cambio de su labor, tanto porque reciben un menor porcentaje de lo producido como porque menos productividad en el país es igual a un pastel más pequeño para todos en ese país.
El rol de las políticas públicas
El problema del monopsonio tiene al menos tres implicaciones para las políticas públicas del mercado laboral. La primera tiene que ver con el salario mínimo. En un modelo de monopsonio, un pequeño incremento del salario mínimo puede aumentar el empleo, lo cual podría explicar por qué hay estudios empíricos que no encuentran los efectos negativos de los aumentos del salario mínimo que el modelo de competencia perfecta predice. No obstante, cuando el salario mínimo llega a un nivel crítico, seguir incrementándolo tendría el mismo efecto dañino que mencioné anteriormente para la competencia perfecta: aumentar el desempleo (o la informalidad). En este sentido, la existencia del problema de monopsonio puede justificar el uso del salario mínimo para mejorar el funcionamiento del mercado laboral, pero no su uso desmesurado.
La existencia del problema de monopsonio puede justificar el uso del salario mínimo para mejorar el funcionamiento del mercado laboral, pero no su uso desmesurado. .
La segunda implicación de política pública tiene que ver con la importancia de los sindicatos. Según el Consejo de Asesores Económicos de Estados Unidos, los sindicatos pueden proveer un contrapeso al poder de negociación y el ejercicio unilateral del “poder monopsónico” de las empresas, promoviendo mayores salarios, mejores condiciones de trabajo y hasta un nivel más eficiente del empleo. En otras palabras, la existencia del del monopsonio en los países pudiera estar justificada por un intento de revertir una tendencia de largo plazo hacia menores niveles de sindicalismo. De hecho, un estudio reciente encontró que el impacto negativo del monopsonio en los salarios es menor cuando hay un mayor porcentaje de trabajadores representados por un sindicato. Este estudio también demostró que el vínculo entre productividad y salarios es más fuerte cuando los sindicatos tienen mayor representación.
La existencia del monopsonio en los países pudiera estar justificada por un intento de revertir una tendencia de largo plazo hacia menores niveles de sindicalismo.
La tercera implicación es tal vez la más obvia. Igual que existen esfuerzos orientados a combatir y regular los monopolios, los expertos están empezando a analizar cómo regular los monopsonios. Por ejemplo, Alan Krueger y Eric Posner proponen reforzar el seguimiento y escrutinio de las fusiones entre empresas para detectar efectos adversos en el mercado laboral. Igualmente, Krueger y Posner sugieren fortalecer y elevar el poder de los trabajadores prohibiendo los convenios que impiden a trabajadores de salarios bajos buscar empleo en empresas que compiten con su empleador actual. También proponen prohibir los acuerdos entre sucursales de una sola empresa de no competir por los mismos trabajadores.
No obstante lo anterior, es posible que la mejor manera de combatir monopsonio sea promover un ambiente en el que haya más empresas de alta productividad que compiten por la mano de obra disponible. Este estudio, por ejemplo, encuentra que un ambiente económico en que conviven empresas de alta y baja productividad exacerba el problema de monopsonio porque las pocas empresas de alta productividad no tienen competencia en el mercado laboral. En este sentido, combatir el monopsonio no sólo implica medidas que tradicionalmente se asocian con “protección a las personas trabajadoras”, sino también con medidas tradicionalmente asociadas con la promoción de la productividad.
Combatir monopsonio no sólo implica medidas que tradicionalmente se asocian con “protección a las personas trabajadoras”, sino también con medidas asociadas con la promoción de la productividad.
Monopsonio versus competencia perfecta
Mi impresión es que el debate sobre las mejores políticas públicas ante la existencia de los monopsonios está comenzando. Las políticas orientadas a fortalecer el poder de negociación de los trabajadores o limitar el poder de los empleadores tienen mayor justificación ante la evidencia del problema del monopsonio, pero no debemos olvidar por completo las advertencias del modelo “clásico” de competencia perfecta sobre un exceso de intervención del Estado. En mi opinión, los errores de “alabar demasiado las virtudes del mercado laboral libre” e “ignorar las consecuencias no anticipadas de intervenir demasiado en un mercado” son igualmente comunes y peligrosos.
Ante el creciente interés en el tema de monopsonio llegamos a dos conclusiones que van de la mano con la creciente evidencia empírica de su existencia:
- Primero, la protección al sector obrero diseñada para dar a las personas trabajadoras un mayor porcentaje del pastel puede también ser un estímulo para alcanzar un mercado laboral más productivo, es decir agrandar el tamaño del pastel, siempre y cuando se implemente con mesura.
- Segundo, una agenda de productividad diseñada para agrandar el tamaño del pastel puede también terminar dando un mayor porcentaje del pastel a los trabajadores. Es así como vemos en América Latina y el Caribe oportunidades para mejorar las condiciones laborales de las personas trabajadoras, dándoles un mayor porcentaje un pastel de mayor tamaño para todos.
Carla dice
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