A pesar de no estar ampliamente documentada en América Latina y el Caribe, la migración temporal es una fuente importante de ingresos para muchos hogares. Solo en los Estados Unidos, más de un tercio de los migrantes temporales provienen de la región, y Canadá y los países del MERCOSUR también reciben un número importante de trabajadores migrantes. En este contexto, las medidas de confinamiento, los cierres de fronteras y las prohibiciones de viaje en respuesta al COVID-19 pueden traducirse en graves caídas en los ingresos de las familias que dependen del trabajo temporal.
El Banco Mundial estima que las remesas de América Latina y el Caribe caerán aproximadamente un 19% en 2020, lo que representa un golpe significativo para los hogares que envían migrantes. Y si el pasado reciente es un indicador, los hogares con migrantes temporales pueden verse más afectados en comparación con aquellos que reciben ingresos de migrantes permanentes: en la crisis económica de 2008-2009, la migración temporal a los países más ricos de América (incluyendo Argentina, Canadá y Estados Unidos) disminuyó drásticamente, mientras que la migración permanente se mantuvo constante. Si esto se replica bajo las restricciones del COVID-19, los hogares con migrantes permanentes pueden experimentar una caída en las remesas debido a las menores oportunidades de trabajo en los países de destino, pero los hogares que dependen de la migración temporal pueden ver desaparecer la totalidad de sus ingresos migratorios habituales.
Los hogares con migrantes temporales pueden verse más afectados en comparación con aquellos que reciben ingresos de migrantes permanentes.
Lecciones de investigaciones realizadas en el sudeste asiático
Fuera de América Latina y el Caribe, la migración temporal es común en muchas partes del mundo; especialmente en los países del sudeste asiático. En esta región, una gran parte de los hogares rurales pobres tienen trabajadores que buscan empleos temporales en otras partes de su país o más allá de sus fronteras. Este patrón coincide a menudo con el ciclo agrícola: los migrantes viajan durante la temporada de escasez, cuando hay pocas oportunidades de generar ingresos en la economía local, y luego regresan a su tierra durante la temporada de siembra y cosecha, cuando hay más trabajo disponible.
La migración temporal es común en muchas partes del mundo; especialmente en los países del sudeste asiático.
Para conocer cómo las familias migrantes están experimentando la crisis del COVID, hemos hecho una recopilación sistemática de datos a través de entrevistas de hogares migrantes y no migrantes en Bangladesh y Nepal. A continuación compartimos algunas lecciones de nuestra investigación que pueden ser relevantes para las políticas de apoyo a los migrantes en América Latina y el Caribe:
- En Bangladesh, muchos trabajadores migran del campo a la ciudad para trabajar temporalmente en la construcción o para tirar de los rickshaws. La mayoría de estos migrantes viven en alojamientos provistos por el empleador, a menudo compartidos con otros trabajadores. A raíz del coronavirus, estas oportunidades de empleo se agotaron y esta forma de vivienda ya no es viable, lo que ha obligado a miles de migrantes rurales a regresar a sus hogares.
- En Nepal, una gran parte de los trabajadores migrantes viaja a destinos internacionales. Con los confinamientos en los países de acogida y los cierres de fronteras entre marzo y abril, miles de migrantes regresaron a sus hogares antes de lo habitual, con menos ingresos acumulados para compensar el costo de la migración y la búsqueda de empleo y con menos ingresos futuros de remesas dada la incertidumbre sobre la duración de estas restricciones. Como resultado, muchos hogares nepalíes pobres han tenido que reducir sus porciones de comida y se muestran preocupados por quedarse sin alimentos, según en un estudio realizado en el mes de mayo (que tradicionalmente es un período de relativa abundancia en el país debido a la cosecha de trigo).
Si bien la migración puede haber incrementado los ingresos de algunos hogares en el pasado, también les dejó más vulnerables a las medidas de cierre por el coronavirus. A raíz de la pandemia, sus ganancias en el segundo trimestre de 2020 están muy por debajo de las de otros hogares comparables con menos probabilidades de recibir remesas. Esta caída en el ingreso es significativa teniendo en cuenta que estos hogares probablemente tienen muy pocos ahorros de emergencia, y puede conducir a caídas sustanciales en el consumo (incluyendo el de los alimentos). Además, incluso si no hay demasiados casos de COVID-19 en su área de origen y las restricciones de movimiento o empleo no son muy estrictas allí, estos hogares sufrirán si esta no es la realidad en su área de destino. Así, las restricciones de viaje cerraron una fuente importante (y a veces única) de ingresos para los hogares que dependen de la migración.
Si bien la migración puede haber incrementado los ingresos de algunos hogares en el pasado, también les dejó más vulnerables a las medidas de cierre por el coronavirus.
Políticas focalizadas para hogares que envían migrantes
Los gobiernos de todo el mundo están brindando apoyo a las personas que han perdido sus empleos a raíz del COVID-19. Para los hogares que dependen de los ingresos de la migración, a corto plazo puede ser suficiente garantizar que estén incluidos en programas existentes de transferencias monetarias. A largo plazo, sin embargo, para que estas familias puedan recuperar una fuente regular de ingresos, es posible que los países necesiten invertir en programas para brindarles acceso a oportunidades de empleo viables en el mercado local; como son los programas de empleo público. Igualmente, los gobiernos deberán facilitar condiciones seguras de viaje y vivienda en las áreas de destino, tal vez incluso creando vínculos con otras áreas en donde haya nuevas oportunidades de empleo.
Sin medidas focalizadas de apoyo, los hogares que dependen de los ingresos de los migrantes pueden caer en niveles más profundos de pobreza. Si bien las oportunidades de empleo pueden haberse agotado en todos los ámbitos, estos hogares no solo están excluidos de su fuente de ingresos regular, sino que también están menos conectados con el mercado local. Además, estas familias pueden haber incurrido en deudas sustanciales (o ahorros reducidos) para financiar el costo de la migración y la búsqueda de empleo, y corren el riesgo de quedar atrás cuando se considere que su área local ya está lista para reabrir sus actividades económicas si este no es el caso en sus áreas de destino.
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