¿Por qué hay tantos trabajadores informales en América Latina? Es una de las grandes preguntas que todos los que estamos interesados en temas de empleo en la región nos hacemos constantemente. Y la siguiente cuestión es ¿qué podemos hacer para reducir la informalidad? Si pensamos a fondo en el tema, no hay tantas alternativas. De hecho, son las mismas de casi siempre: el palo o la zanahoria. Por un lado, podemos “dar palo” en forma de multas a aquellas empresas o individuos que son informales. Por otro, se puede ofrecer “una zanahoria” para que las empresas cumplan con la legalidad vigente: en otras palabras, hacer rebajas al precio de ser formal. ¿Y qué es lo que funciona? Pues, para ser honestos, todavía no lo sabemos muy bien. Pero tenemos algunas pistas.
Un reciente estudio (Andrade et al, 2013) ilustra lo que sabemos sobre el tema. Los autores fueron a Brasil y consiguieron convencer a las autoridades para que, por lotería, enviaran a algunas empresas un “palo” y a otras empresas una “zanahoria”, y así ver qué pasaba. A un grupo le mandaron información detallada de cómo registrarse formalmente (zanahoria pequeña). A otro, le mandaron la información más un incentivo monetario por registrarse, y además le ofrecieron los servicios de un contable gratuitamente durante 1 año (zanahoria grande). A otro grupo se le asignó la amable visita de un inspector del trabajo (palo), mientras que a otro grupo no le ofrecieron nada (esto es para comparar). ¿Adivinan qué funcionó? Pues al parecer el palo. Ninguna de las zanahorias funcionó, mientras que la visita de un inspector municipal aumentó la probabilidad de registrase en más de un 50%. Pues nada, ya tenemos la solución…a dar palos.
¡No tan de prisa! Eso de dar palos puede ser un poco peligroso y a veces contraproducente. Por ejemplo, en los últimos años, Ecuador se ha puesto muy serio con los hogares que tienen empleadas domésticas sin registrar en la seguridad social. Se llegaron a imponer sanciones penales a los infractores y se organizaron brigadas inspectoras para ir a los barrios ricos de Quito a verificar que las empleadas estuvieran registradas, con un escarnio social para aquellos a los que se les “pillara”. Esta campaña fue intensa y, hasta cierto punto, exitosa. La afiliación a la seguridad social de las empleadas domésticas subió del 24% en 2009 al 42% en el 2011. Pero, por el camino, 80.000 empleadas domésticas dejaron de serlo.
¿Entonces palo o zanahoria? Pues yo llevo mucho tiempo pensando en el tema pero todavía no lo tengo muy claro. Pero en mis siguientes blogs les seguiré contando historias del palo y la zanahoria en la región y ustedes deciden.
Gabriel Martinez dice
No veo el éxito de Ecuador: pasaron de 24 por ciento de 220,000 a 42 por ciento de 150,000. es decir, menos de 10,000 afiliaciones contra 70,000 empleos perdidos.
Mariano dice
Gabriel,
Totalmente de acuerdo. Esta es el disyuntiva a la que se enfrentan muchos países. Si monitorean mucho el mercado de trabajo, probablemente algunos trabajos se convertirán a formales, pero muchos otros desaparecerán.
El objetivo de la entrada de blog era precisamente remarcar esa disyuntiva.
Mariano