Uno de los determinantes más importantes de la competitividad de un país es su talento humano –las habilidades, el nivel educativo y la productividad de su fuerza laboral – y las mujeres representan más de la mitad de esa base de talento humano en el mundo. Sin embargo, cada vez que suelo sacar el tema a colación, tiendo a recibir una mirada de escepticismo sobre cómo abordarlo. Pareciera que cuando uno habla de desigualdades de género, estuviera ondeando una bandera feminista en reclamo a los derechos de las mujeres. Y se suele perder la visión más estratégica sobre el hecho de que cerrar las brechas de género no es sólo un tema de derechos humanos y equidad, sino también de eficiencia.Así lo establece el Global Gender Gap Report 2013. De acuerdo al informe, existe una correlación entre la igualdad entre hombres y mujeres y los niveles de competitividad, PIB per cápita y desarrollo humano de un país. Esto es particularmente cierto para México. A pesar de ser la 13ª economía más importante a nivel mundial, el país se ubica en el lugar 55 del Global Competitiveness Index1. Por su parte, México ocupa el lugar 112 en una muestra de 136 países del Global Gender Gap Index en cuanto a la participación y oportunidades económicas que tienen las mujeres en comparación a los hombres. Estar relegado en la fila en ambos rankings no parece ser una simple coincidencia.
Si bien la correlación no demuestra causalidad, es consistente con la creciente evidencia de que ampliar la participación de las mujeres en el mercado y empoderarlas en el proceso, significa un uso más eficiente del talento humano de un país, y de que reducir las brechas de género impulsa la productividad y el crecimiento económico2.
Con el tiempo, la competitividad de un país depende, entre otros factores, de cómo se eduque y utilice su factor XX (determinación cromosómica de las mujeres). En el caso de México, el país ha logrado cerrar prácticamente al 100% las desigualdades en el acceso a la educación y cada vez más mujeres tienen acceso al nivel superior3. Pero las mexicanas aún enfrentamos barreras para insertarnos en el mercado laboral, pues sólo se ha cerrado el 55% de la brecha en la participación en actividades productivas. Esto quiere decir que los avances en el desarrollo de capital humano no están generando los retornos que podrían esperarse de esa inversión.
La brecha ha disminuido sustancialmente en últimos años, pero aún es significativa. Apenas el 47% de las mujeres forma parte de la fuerza laboral, las que trabajan perciben menos de la mitad del salario de los hombres (female to male estimated earned income ratio = 0.43), mientras que sólo 31% de los puestos gerenciales y de alto nivel de especialización son ocupados por mujeres. En este contexto, la cuestión de eficiencia, si bien atemporal, resurge con fuerza para recordar a los tomadores de decisión, no sólo en México, sino en el mundo entero, que abrir espacios para la participación de las mujeres puede rendir frutos al mejorar la competitividad de sus economías y maximizar su potencial de desarrollo. A tomar en cuenta…
Tzitzi Morán es consultora en la Unidad de Mercados Laborales y Seguridad Social del BID en Méxco desde 2011. Es licenciada en relaciones internacioneles, con una maestría en Relaciones Interncionales por la Universidad de Sciences Po.
[1] El Global Gender Gap Index mide las disparidades entre hombres y mujeres en los ámbitos económico, político, educativo y de salud y ofrece comparaciones internacionales sobre el progreso/retroceso en dichos ámbitos. Surgió en 2006 y forma parte de las iniciativas del World Economic Forum.
[2] Banco Mundial (2012), The Effect of Women’s Economic Power in Latin America and the Caribbean, Banco Mundial; Thévenon, O. et al. (2012), “Effects of Reducing Gender Gaps in Education and Labour Force Participation on Economic Growth in the OECD”, OECD Social, Employment and Migration Working Papers, No. 138, OECD Publishing; OECD (2012), Gender Equality in Education, Employment and Entrepreneurship: Final Report to the Meeting of the OECD Council at Ministerial Level 2012, OECD Publishing.
[3] 28% de las mujeres están matriculadas en educación terciaria, versus 29% de los hombres.
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