Promover la igualdad de género en América Latina y el Caribe
El Día Internacional de la Mujer nos da la oportunidad de reflexionar sobre las brechas de género que aún persisten en América Latina y el Caribe y que la pandemia sin duda ha ayudado a profundizar. Con una participación laboral un 27% más baja que la de los hombres y una brecha salarial del 18%, estas cifras son la punta del iceberg de problemas estructurales más profundos. Promover la igualdad de género sigue siendo un desafío.
Los países afrontan retos nunca vistos antes para cubrir servicios esenciales con un espacio fiscal muy reducido y, en este escenario, es fácil caer en la trampa de que avanzar en la equidad de género no es una prioridad. Al contrario, ahora es más necesario que nunca: el PIB de la región podría crecer hasta un 22%.
Cerrar las brechas de género cambiaría nuestra realidad. ¿Cómo? Les dejo algunas ideas.
Primero, las empresas serían más diversas y equitativas
Un reciente estudio sobre las empresas de la región revela que únicamente el 15% de los directorios cuentan con participación femenina. Su presencia es aún menor en las gerencias: solo el 11% de las empresas cuentan con una gerenta. Sin embargo, en las empresas gerenciadas por una mujer, las contrataciones de mujeres son un 22% mayores que en las lideradas por hombres.
Es decir: si las empresas tuvieran paridad de género en su liderazgo, veríamos un aumento paralelo en contrataciones más equitativas. Esto equivale a tener más mujeres con empleos de calidad y empresas más productivas e innovadoras, ya que las mujeres fortalecen esas dinámicas entre los equipos y aportan diversidad a la toma de decisiones.
Con ese fin, desde el BID hemos impulsado iniciativas como la plataforma WExChange, que conecta a emprendedoras con inversores y mentores. O la iniciativa Creciendo Juntas en las Américas, que apoya a mujeres dueñas de firmas para que se integren al mercado global y a cadenas regionales de valor.
Segundo, las mujeres dispondrían de más tiempo
El trabajo doméstico no remunerado redunda en beneficios para la sociedad porque aporta a la formación del capital humano y brinda cuidados y protección esencial a quienes lo requieren. Sin embargo, mientras que las mujeres en la región dedican 38 horas por semana en promedio a estas responsabilidades, los hombres solo contribuyen 16 horas.
Con una distribución equitativa de responsabilidades domésticas, las mujeres tendrían 11 horas disponibles más cada semana, lo que equivale a 24 días extra por año.
Empresas como Google, que han mejorado sus políticas de licencias de maternidad y paternidad para promover una participación más equilibrada en las tareas de crianza, reportan un incremento de retención de empleadas madres de hasta el 50%. En una región más equitativa, los padres podrían participar de forma más activa en la formación y las actividades de sus hijos, lo cual sabemos contribuye a su desarrollo y aprendizaje.
El BID está apoyando cambios en regulaciones laborales en México, Guatemala y Panamá que buscan garantizar el empleo de calidad y la distribución equitativa de cuidados. Y en Uruguay hemos apoyado el fortalecimiento del Sistema Nacional Integrado de Cuidados, que se enfoca en la atención de niños y adultos con dependencia para reducir la carga sobre las mujeres.
Tercero, los empleos tecnológicos del futuro serían más equitativos
Las mujeres están subrepresentadas en los empleos relacionados con ciencia, tecnología, matemáticas e ingeniería (STEM, por sus siglas en inglés). Y estos empleos no solo están mejor remunerados, también son los que más van a crecer. Para el 2025, se calcula que se necesitarán 3.500.000 profesionales para cubrir las necesidades generadas por la transformación digital en la región. Y en el sector público, una encuesta del BID indica que más de la mitad de los gerentes carecen de habilidades en análisis de datos y un 40% en programación y desarrollo de software.
Sin el talento femenino, será imposible llenar estos vacíos. En nuestra región, solo 3 de cada 10 trabajadores en el área de matemáticas y ciencias de computación son mujeres. Si se promoviera la participación de mujeres en carreras STEM, estaríamos creando empleos de calidad y de alta remuneración, a la vez que fortalecemos la competitividad de nuestras economías.
Desde el BID trabajamos en iniciativas que fomentan el interés de las niñas en estas áreas, como el programa Pequeñas Aventureras, desarrollado con Plaza Sésamo y el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. También impulsamos su participación en carreras STEM con campañas como la que hicimos en Costa Rica para incentivar la inscripción en educación secundaria técnica. Y en Honduras, el programa INNOVAMUJER está apoyando la transformación digital de PYME lideradas por mujeres.
Una región equitativa no es un sueño
Ninguno de estos tres escenarios es inalcanzable. Lograrlos sólo depende de las transformaciones que estemos dispuestos a emprender hoy. La propuesta de valor del BID se enfoca en iniciativas apuntadas a generar oportunidades educativas y económicas para niñas y mujeres porque la equidad de género es un motor innegable de la recuperación económica y social que necesitamos.
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