En América Latina y el Caribe se estima que entre 2020 y 2050, el número de personas mayores aumentará de 8 millones a 23 millones, alcanzando a una de cada tres personas con más de 65 años para 2085. Este cambio conlleva un incremento en la tasa de dependencia del 14% al 16%. Lo anterior va acompañado de una demanda que requerirá cerca de 14 millones de personas cuidadoras remuneradas, principalmente en servicios de atención a largo plazo.
El envejecimiento de la población es uno de los desafíos más apremiantes. A medida que crece la población mayor en situación de dependencia, la demanda de cuidados supera los modelos tradicionales. Estos modelos están basados, en gran medida, en la labor no remunerada de las mujeres en el entorno familiar. Esta situación plantea la necesidad urgente de reorganizar los cuidados de manera más equitativa y sostenible.
La sobrecarga femenina en el cuidado
Las mujeres siguen asumiendo la mayor parte de las responsabilidades de cuidado, tanto remunerado como no remunerado. En la región, dedican entre 6,3 y 29,5 horas por semana más que los hombres al trabajo de cuidado no remunerado, lo que representa entre el 16% y el 28% del producto interno bruto (PIB) de los países, con un 74% de este valor aportado por mujeres. Incluso, en etapas avanzadas de su vida, las mujeres continúan asumiendo roles de cuidado. En Brasil, las mujeres de 60 a 69 años dedican un promedio de 24 horas semanales a estas tareas. Mientras tanto, las mayores de 80 años alcanzan las 17 horas.
En el ámbito del cuidado remunerado, la disparidad es igualmente evidente. De los 9 millones de personas que se dedican al cuidado remunerado en la región, el 95% son mujeres. Sectores asociados al cuidado, como la educación, la salud y el servicio doméstico también reflejan esta tendencia. En estos sectores hay apenas un 6% de hombres empleados, frente al 30% de las mujeres. Las normas sociales que asignan a las mujeres la responsabilidad principal del cuidado perpetúan estas desigualdades.
Más del 75% de las personas mayores dependientes en la región son atendidas por familiares . 6 de cada 8 de estos cuidadores no remunerados, son mujeres. Un estudio en Chile revela que, cuando uno de los padres enferma de cáncer, las hijas experimentan una mayor reducción en su tasa de empleo y en sus ingresos en comparación con los hijos. Mientras una mayor proporción de mujeres asumen el rol de cuidadoras directas de sus padres enfermos, los hombres tienden a desempeñarse en mayor medida como los proveedores financieros.
Impactos físicos, emocionales y económicos
La sobrecarga del cuidado no remunerado afecta negativamente la salud física y emocional de las cuidadoras. Un reflejo de esto es que ellas reportan mayores niveles de estrés, ansiedad y depresión que sus pares masculinos. Las cuidadoras remuneradas, por su parte, reciben salarios más bajos, tienen menos formación y enfrentan condiciones de trabajo más precarias. Inclusive, en algunos casos, sufren violencia física o verbal.
La pobreza de tiempo es una consecuencia significativa para las mujeres cuidadoras. En países como Colombia, Chile, Costa Rica y México, las mujeres que brindan cuidados a largo plazo tienen menos probabilidades de participar en empleos remunerados. Cuando lo hacen, trabajan menos horas. Por ejemplo, en México, las horas laborales de las mujeres se reducen un 7,3% debido al cuidado de sus padres. Los hombres, por su parte, no experimentan un impacto similar.
En hogares de bajos ingresos, la falta de servicios públicos obliga a depender del trabajo no remunerado de las mujeres. Esto exacerba las desigualdades, mientras que los hogares con mayores ingresos tienen más opciones, como la contratación de servicios en el mercado.
Políticas para redistribuir los cuidados
Las políticas para redistribuir los cuidados entre géneros han seguido dos enfoques principales:
- El primero se enfoca en aumentar la participación de los hombres en las tareas de cuidado en el hogar mediante licencias de cuidado, políticas de trabajo flexible y programas orientados a modificar normas sociales. Sin embargo, estas iniciativas suelen priorizar los cuidados infantiles, dejando en segundo plano las necesidades de las personas mayores. Según la OIT, solo cuatro países de la región – Bahamas, El Salvador, Nicaragua y Perú- ofrecen licencias para el cuidado de personas dependientes, incluyendo adultos mayores.
- El segundo enfoque, menos desarrollado en la región, busca fomentar la participación laboral de los hombres en sectores vinculados al cuidado, como la salud. Aunque las acciones afirmativas y campañas de reclutamiento se han comenzado a implementar en otros contextos, en América Latina estas estrategias aún son incipientes y se concentran principalmente en el cuidado infantil. La mejora de las condiciones laborales en el sector del cuidado es crucial para atraer a más hombres. Garantizar derechos laborales, combatir la precarización y promover la formalización del sector no solo mejora las condiciones de trabajo, sino que también eleva la calidad de los servicios.
Un avance significativo en la región ha sido la implementación de programas de formación y certificación de competencias laborales para quienes trabajan en el sector del cuidado. Esta profesionalización responde a una demanda creciente y ha generado nuevas oportunidades de empleo formal.
Sistemas de cuidados más equitativos y sostenibles
Para abordar la creciente demanda de cuidados de larga duración, es fundamental diseñar políticas que promuevan tanto la redistribución del trabajo de cuidados entre hombres y mujeres como la mejora de las condiciones laborales del sector. La formalización, profesionalización y visibilización del trabajo de cuidado son pasos esenciales para reducir la carga que recae sobre las mujeres y garantizar servicios de mayor calidad.
La transformación de los sistemas de cuidado no puede darse sin un compromiso decidido de los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil. Solo a través de un enfoque integral será posible construir sistemas de cuidado más justos y sostenibles que aseguren el bienestar de quienes reciben y brindan cuidados.
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