Que 2014 haya sido el año más caluroso desde 1880, cuando se comenzaron a tomar registros históricos de temperatura, es una mala noticia para todos. Que las mujeres sean mucho más vulnerables al cambio climático hace que sus implicaciones sean además muy distintas para hombres y mujeres.
Y es que las diferencias en los roles domésticos, donde las mujeres se encargan mayoritariamente de las labores del hogar y del cuidado de niños y enfermos; su menor acceso y control de recursos como tierra y agua; junto con las desigualdades de género en el empleo, la educación y en la toma de decisiones relacionadas con el clima las sitúan en la zona más caliente del problema.
Los 0,69º de temperatura superiores a la media del siglo XX significan que en 2014 las mujeres tuvieron que buscar el agua más lejos de sus hogares porque aumentó la desertificación. Significan que dedicaron más tiempo a garantizar la seguridad alimentaria de sus familias porque se incrementaron los fenómenos climáticos extremos. Significan que más mujeres que hombres murieron en desastres climáticos porque no sabían nadar, trepar a un árbol o no recibieron información adecuada.
Por eso es vital que esta mayor vulnerabilidad de las mujeres frente al cambio climático sea tenida en cuenta en la puesta en marcha de acciones de mitigación y adaptación. Las mujeres son víctimas del cambio climático pero también son parte de la solución, ya que son importantes agentes de cambio con conocimientos y habilidades únicas y cuyo liderazgo puede llevar a que estas acciones tengan o no el éxito deseado. ¿Cómo? Pongamos dos ejemplos:
1. Las mujeres suelen ser las encargadas de preparar los alimentos. En un planeta donde tres billones de hogares emplean a diario cocinas altamente contaminantes e ineficientes, las decisiones que las mujeres toman sobre el tipo de cocina y combustible son básicas para reducir las más de cuatro millones de muertes al año producidas por la inhalación de humos al cocinar, la deforestación y las emisiones de gases que contribuyen al cambio climático.
La transición del uso de cocinas de leña tradicionales a cocinas más eficientes sólo se puede hacer con la colaboración y el liderazgo de las mujeres Por ejemplo, un estudio reciente en Kenia pone de manifiesto que las mujeres son tres veces mejores vendedoras de cocinas eficientes que los hombres y que las mujeres que compraron sus cocinas a una mujer las utilizan de manera más adecuadas que aquellas que se las compraron a un hombre.
2. La biodiversidad está siendo alterada por los efectos del cambio climático. Cada 20 minutos se extingue una especie en el mundo, lo que reduce el bienestar de muchas comunidades al amenazar su seguridad alimentaria. Y las mujeres pueden ser una fuente de conocimiento muy valiosa para preservar la biodiversidad.
El conocimiento que tienen de las semillas, por ejemplo, es más amplio que el de los hombres, ya que ellos se dedican más a la agricultura comercial, con sistemas de monocultivos, mientras que ellas cultivan multitud de plantas en pequeños huertos o las recolectan en los bosques de los alrededores para asegurar la seguridad alimentaria de sus hogares.
Estos conocimientos, además de ser útiles para preservar la biodiversidad, pueden ser muy apropiados para hacer frente a la devastación que el cambio climático produce en los cultivos, al conocer semillas alternativas resistentes a lluvias, sequías o heladas extremas y otros fenómenos climáticos.
Ejemplos como estos hacen evidente que solamente se podrá hacer frente al cambio climático si se si involucra de igual manera a hombres y mujeres, sabiendo que tienen conocimientos y habilidades diferentes, roles y accesos a recursos distintos y puntos de vista diferenciados.
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