Género y acción climática
8 de cada 10 personas desplazadas por desastres climáticos son mujeres, y sin embargo, están subrepresentadas en las discusiones sobre cambio climático. La Conferencia de Cambio Climático de Naciones Unidas COP26 en Glasgow pone de nuevo en agenda la necesidad de priorizar las acciones climáticas sensibles al género.
Aunque el cambio climático es un problema colectivo sus impactos afectan más a las poblaciones vulnerables y pobres, entre las que las mujeres se encuentran desproporcionadamente representadas. Las mujeres son las primeras en percibir los efectos de la crisis climática en sus familias y comunidades, ya que ellas, en su mayoría, son las principales encargadas de la producción agrícola de subsistencia y la recolección de agua y combustible para mantener la seguridad alimentaria de los suyos.
Mujeres: Agentes de cambio esenciales
Sin embargo, tras esta visión de vulnerabilidad se esconde una perspectiva más esperanzadora que sitúa a las mujeres como agentes de cambio esenciales para liderar las actividades de mitigación y adaptación al cambio climático pero cuyos conocimientos y capacidades están actualmente infrautilizados.
Las mujeres poseen conocimientos diferenciados a los de los hombres, al igual que sus experiencias vitales son distintas. Las mujeres indígenas, por ejemplo, han adquirido durante generaciones conocimientos para fomentar la adaptación de sus comunidades al cambio climático y han sido precursoras de la conservación de la biodiversidad. Asimismo, las mujeres cuidan del hogar y en muchos países están a cargo de la mayoría de las decisiones de compra en él, por ello, pueden ser excelentes líderes en la adopción de medidas de mitigación y adaptación dentro de sus familias y comunidades.
Desde hace tiempo, se han intentado transversalizar los temas de género en la agenda climática tanto en el ámbito internacional como en ámbitos regionales y locales. A pesar de ciertos avances, las mujeres siguen enfrentándose a barreras sociales, económicas y culturales que dificultan su participación.
Rompiendo el techo de cristal
Durante la COP26, se logró el compromiso de los países desarrollados de duplicar los fondos para los países en desarrollo para medidas de adaptación, se instó a actualizar las metas de reducción de carbono para 2030 y a reducir el uso del carbón.
Temas fundamentales para el futuro de nuestras generaciones, pero que las mujeres no han podido discutir en igualdad porque su presencia en las delegaciones que los países envían a la COP no supera el 40%, mientras que su participación como jefjas de delegación se limita al 27%. Es decir, que de cada 10 personas que asisten a la COP, menos de 4 son mujeres. Lograr la paridad dentro de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) no será posible hasta el año 2042 de acuerdo con algunas estimaciones.
Por un futuro más verde y equitativo
Desde el BID trabajamos en proyectos para aumentar la resiliencia al cambio climático con proyectos donde las mujeres juegan un papel fundamental.
Por ejemplo, en Guatemala, el Programa de Inversión Forestal financiado por el BID pretende mejorar la cobertura forestal de sus bosques a través del acceso de las mujeres a incentivos forestales. En Bolivia, en el Programa Multipropósito de Agua Potable y Riego para los Municipios de Batallas, Pucarani y el Alto se ha realizado un proyecto de emprendimiento para mujeres que permite su participación en nuevas actividades productivas que facilita a las comunidades adaptarse a sus nuevas condiciones frente al cambio climático.
Participación efectiva
Es cierto que en los últimos años las diferentes COP han avanzado en los temas de género. Por ejemplo, en 2014, se lanzó el Programa de Trabajo de Lima sobre Género que promueve la consideración de las cuestiones de género en la elaboración y aplicación de políticas climáticas y la mejora de la participación de mujeres en las delegaciones de la COP. En 2015, el año en que fue aprobado el Acuerdo de París, se introdujo la igualdad de género como un principio preámbulo del acuerdo para toda la acción climática, así como en relación con la adaptación y el desarrollo de capacidades.
En 2017, se adoptó el primer Plan de Acción de Género y en 2019 se aprobó el Programa de Trabajo de Lima Ampliado y su Plan de Acción de Género. Este año en Glasgow, se ha propuesto la elaboración de un documento técnico sobre la acción climática con perspectiva de género y la transición justa.
Aún queda mucho camino por recorrer para mejorar la representación de mujeres en la acción climática, no sólo en estas negociaciones internacionales, sino en las conversaciones regionales y locales que encontramos día a día dentro de nuestros gobiernos o en las propias comunidades, donde las mujeres no están representadas adecuadamente en los órganos de decisión locales. Para contar con la participación plena y efectiva de las mujeres en la toma de decisión climática hay que establecer mecanismos de participación efectivos, institucionalizados y representativos de la diversidad de mujeres, facilitar el acceso a la información pública e impulsar las consultas entre mujeres.
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