Los pueblos indígenas, clave para salir de la crisis climática
Foto: Indígena Kichwa (Ecuador) en ritual de agradecimiento a una cascada sagrada por una cosecha productiva. Por César Cotacachi
Los pueblos indígenas de Latinoamérica y el Caribe son con frecuencia excluidos y discriminados. Son víctimas de prejuicios étnicos y culturales. Sus tierras y recursos naturales están amenazados por actividades extractivas. Tienen poco acceso a servicios públicos. ¿El resultado de esta situación de inequidad?: un alto porcentaje vive por debajo de la línea de pobreza. Los más pobres entre los pobres.
Y a esta situación se ha sumado una nueva amenaza de escala global que pone en riesgo su supervivencia física y cultural: el cambio climático. En Centroamérica y el Caribe, en los andes tropicales y en la cuenca amazónica, áreas particularmente vulnerables al cambio climático, existen cerca de 31 millones de habitantes indígenas. Centroamérica es vulnerable a huracanes e inundaciones. En los Andes, las restricciones de acceso al agua debido al retroceso de los glaciares, el cambio en los patrones de lluvias y la afectación a humedales ya son evidentes. En la cuenca del Amazonas el principal riesgo es su transformación ecosistémica, la desaparición de los bosques y la pérdida de la biodiversidad.
Como miembro de un pueblo indígena, quiero resaltar las importantes contribuciones de los pueblos ancestrales para enfrentar este fenómeno global.
Mitigación: comportamientos menos tóxicos
La cultura, espiritualidad y cosmovisión de los pueblos indígenas están fuertemente ligadas a la naturaleza. Para ellos todos los ecosistemas son sagrados, generan mística y respeto, lo que repercute en comportamientos sostenibles o menos nocivos que los de otras sociedades.
Por ejemplo, la tasa de deforestación en la región es una de las más altas del planeta (0,45% anual), superada sólo por África. Sin embargo, esta cifra es significativamente menor en tierras manejadas por pueblos indígenas. Algunos estudios demuestran que en Brasil, entre 2000 y 2012 la pérdida del bosque en tierras indígenas fue del 0.6%, mientras en otros lugares fue del 7%. Más aún, las zonas mejor conservadas del planeta y con alta biodiversidad y stocks de carbono, son de los pueblos indígenas.
Adaptación: siglos de interacción con la naturaleza
Los conocimientos adquiridos durante siglos de interacción con la naturaleza han permitido a los pueblos indígenas adaptarse a diversos cambios climáticos del pasado. Por lo tanto, estos conocimientos y prácticas tradicionales constituyen alternativas reales para enfrentar la crisis actual. Y hay muchos ejemplos de ello:
En México los Tzeltal, pueden identificar más de 1.200 especies de plantas útiles, los P’urhépechas más de 900 y los Mayas de Yucatán cerca de 500, lo que les permite diversificar el uso de recursos, algo esencial cuando existe variabilidad climática.
En Honduras, los Tawahka han utilizado su conocimiento tradicional para sustentar el comercio de productos del bosque con las poblaciones externas.
Los indígenas de los Andes cultivan más de 50 variedades de papa y el Parque de la Papa, en Perú, es un ejemplo de conservación de la agrobiodiversidad basado en el conocimiento tradicional quechua.
También en Perú, los andenes o terrazas de cultivo permitieron a los Incas sostener un imperio a través de un sistema agrícola sofisticado que aprovecha eficientemente el agua y el suelo en ambientes adversos. Esta práctica permanece hasta la actualidad como un mecanismo eficiente de adaptación local al cambio climático que, además, promueve la seguridad alimentaria.
Las contribuciones de los pueblos indígenas al bienestar colectivo son innumerables, desde la protección de la biodiversidad o la provisión de alimentos hasta su rol en la reducción de la crisis climática. Es urgente, por tanto, reconocer su valor y escuchar la sabiduría de los pueblos ancestrales, cuya voz se manifiesta desde un pasado y presente que intenta compartir con el mundo moderno lecciones sobre cómo vivir de manera sostenible en el único planeta que tenemos.
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