Mercedes-Benz y cooperativas de la amazonía, socios
Hace unos meses escribí un post que planteaba la siguiente pregunta: ¿A las empresas les interesa realmente la igualdad o es solo marketing? Mi opinión personal es que sí, las empresas pueden y deben estar interesadas en la igualdad. Hoy quiero compartir un ejemplo de cómo algunas industrias son incluso capaces de aplicar la innovación en sus negocios creando relaciones basadas en la igualdad.
¿Pueden imaginar que las piezas de un vehículo sean hechas por cooperativas indígenas y afrodescendientes en pequeñas ciudades en la Amazonia? ¿Y si les dijera, además, que este proyecto tiene la marca de calidad de nada menos que Mercedes-Benz?
Una empresa con visión de futuro en alianza con municipios, cooperativas comunitarias y el laboratorio de innovación de una universidad pública han conseguido poner en marcha uno de los proyectos más interesantes que yo he visto.
La división de camiones de Mercedes-Benz Brasil, en São Paulo, utiliza las piezas de fibra de coco y látex natural en los paneles laterales y reposacabezas, cumpliendo así su compromiso de fabricar vehículos que puedan ser reciclados una vez finalizada su vida útil, evitando su destino como basura.
Los municipios, por su parte, han encontrado en el reciclaje la solución al problema que les generaba un creciente mercado informal de agua de coco, donde los restos de este fruto eran vistos como basura.
Y las cooperativas, gracias a la tecnología desarrollada por la Universidad Federal de Pará, han encontrado un mercado en el que aprovechar los restos del fruto de forma económicamente viable. Mezclando las fibras de coco con látex natural se crean piezas prensadas que se utilizan en la carrocería de los camiones. Estas piezas son ecológicas -100% biodegradables, naturales y reciclables- y han sustituido el corcho en la fabricación de los paneles laterales y asientos de los vehículos.
Se trata de un win-win seguro, con altos niveles de sostenibilidad para la empresa, las cooperativas, los municipios y la universidad. El modelo funciona porque está atendiendo una demanda específica de la empresa, aumentando sus beneficios, y a la vez beneficia a la comunidad con la que se trabaja. Se trata de un buen ejemplo de lo que se conoce como valor compartido o shared value, inversiones provechosas tanto para la sociedad como para las compañías privadas.
Esta es la primera experiencia de una empresa de rubro de vehículos pesados que integra comunidades indígenas y afrodescendientes en su cadena de valor. Pero no tiene por qué ser la única.
Este artículo forma parte de una serie de posts que el Sector Social del Banco Interamericano de Desarrollo dedica a la innovación. En ellos, los especialistas del BID analizan metodologías y herramientas tecnológicas ejemplares que contribuyen al desarrollo, a mejorar la vida de las personas. Conozca el resto de las historias:
- “Si quiero y puedo ahorrar, házmelo fácil”, en Factor Trabajo.
- “La importancia de las habilidades socioemocionales”, en Factor Trabajo.
- “Ni blanco ni negro: distintos matices de gris en el uso de tecnología para mejorar los aprendizajes”, en La educación de calidad es posible.
- “Y tú, ¿qué sientes de la lactancia materna?”, en Gente Saludable.
- “Sistemas de salud e innovación, lo mejor de dos mundos”, en Gente Saludable.
Es un proyecto muy interesante, como puedo replicarlo en mi comunidad, donde se cultiva el coco y se deshecha las cascaras y todo lo demás; como es que con ideas innovadoras podemos contribuir al desarrollo de las comunidades, los felicito y ha seguir adelante.