El pasado 15 de junio la Corte Suprema de los Estados Unidos emitió un histórico fallo a favor de la igualdad: dictaminó que las personas no pueden ser despedidas de su lugar de trabajo por su orientación sexual o identidad de género.
La decisión tiene consecuencias profundas no solo para Estados Unidos, sino también para el imaginario social de América Latina y el Caribe, pues, además de proteger a las personas de actos discriminatorios explícitos, implica un cambio de paradigma al admitir que no todos los trabajadores son, ni deben ser, heterosexuales ni cisgénero (no trans).
Aunque parezca contraintuitivo, gran parte de la discriminación contra las personas LGBTQ+ dentro y fuera del espacio laboral no se debe a actos mal intencionados de personas individuales (aunque sin duda esos también existen y tienen devastadoras consecuencias), sino a las muchas (y con frecuencia sutiles) maneras en las que las empresas y organizaciones asumen e institucionalizan la heterosexualidad.
¿Lo normal?
A esto se le llama “hetero-normatividad”. El término, acuñado por Michael Warner, resalta cómo la heterosexualidad deja de ser una orientación sexual individual y se vuelve un imperativo social y una normal legal. Es decir, la “hetero-normatividad” dice que todas las personas son y deben ser heterosexuales, y distribuye inequitativamente los recursos, las oportunidades y los derechos según qué tanto las personas se ajusten a este paradigma.
Lo mismo sucede con las personas trans. En este caso se habla de “Cis-normatividad”. “Cis” es una partícula griega que quiere decir “del mismo lado de”. Las personas “cisgénero” son aquellas cuya identidad de género coincide con el sexo asignado al nacer. Es decir, las personas “cisgénero” son aquellas que no son trans.
Como la hetero-normatividad, la “cis-normatividad” asume que todas las personas son y deben ser cisgénero (no ser trans), y castiga social, laboral, económicamente, e incluso con violencia física a quienes no lo son.
¿Cómo se traduce al campo laboral?
En el mundo laboral, esto implica que las empresas y organizaciones asumen que todos sus empleados, clientes y prestadores de servicio son heterosexuales y cisgénero. En consecuencia, inercias institucionales que van desde la falta del uso de un lenguaje incluyente hasta la ausencia de baños mixtos o de uso individual, pasando por el no reconocimiento de parejas del mismo sexo en servicios y beneficios otorgados a las parejas heterosexuales, hace que la discriminación que enfrentan las personas LGBTQ+ sea mucho más compleja y amplia.
Sin embargo, sabemos muy poco de esta realidad. Este desconocimiento, proveniente de la ausencia de datos robustos sobre las características, experiencias y necesidades de las personas LGBTQ+, es una de las consecuencias más peligrosas y poco reconocidas de la hetero-cis-normatividad. Este vacío se acentúa cuando se trata de personas trans, y en el caso de las personas queer o no binarias, la información es prácticamente inexistente.
Invisibilidad
Debido a la hetero-cis-normatividad la gran mayoría de instrumentos de recolección de información estadística, sobre todo a nivel nacional y regional, asumen que todos los participantes son heterosexuales y cisgénero. Lo anterior genera una carencia de información que impide hacer una caracterización confiable de la situación de las personas LGBTQ+ no solo en el ámbito laboral, sino también en salud, educación, vivienda, participación cívica y política, y experiencias de discriminación y violencia, entre otros, lo cual impide identificar y atender sus necesidades.
Así, un aporte clave hacia la igualdad, consiste en recolectar datos representativos, comparables, desagregados por categorías de orientación sexual e identidad de género, e interseccionales sobre las características y experiencias de las personas LGBTQ+ en la región.
El término “interseccional” se refiere a que es urgente que los datos incluyan preguntas sociodemográficas que den cuenta de otras categorías sociales como la raza, la pertenencia étnica, la religión, la edad, la discapacidad, el nivel educativo y el ingreso económico entre otros. Esto es fundamental pues impide que las experiencias sumamente diversas de las personas LGBTQ+ se homogenicen con información obtenida de los grupos más privilegiados o marginalizados que suelen estar sobrerrepresentados en los datos existentes.
Las personas LGBTQ+ hacen parte de la diversidad humana. Conocer a fondo sus características y experiencias, y reconocer sus necesidades es fundamental, no solo para detener la discriminación en su contra, sino para alcanzar el desarrollo inclusivo y pleno de la región.
Montserrat Dice
Hola, Juliana! He tratado de descargar el informe “Hacia un mejor entendimiento de la discriminación por orientación sexual e identidad de género”, pero la página a la que lleva la liga dice que no se puede acceder. ¿Me podrías indicar otra fuente para descargarlo o nos lo podrían compartir?
Mariangela Mendoza Dice
Hola Montserrat, una disculpa que no hayas podido descargarlo. Podrías intentar con este link: bddy.me/2Z56nGS
Guillermo Rubio Rivera Dice
Para qué escribo sin al final determinan lo que debo describir basado en la interpretación del que lo lee de acuerdo a su moral interna
Este artículo esta mal equivocado. En serio se requiere tantas constructos teóricos para determinar a una persona a partir de adjetivos calificativos. En mi pueblo se les respeta y punto. Sin tanta palabrería….
Silvia opazo Dice
En tu respuesta no veo empatía ni comprensión lectora
Lo que dice el artículo es verdad hace falta integración lamentablemente a la gente le gusta meterse en la sexualidad ajena y es porque hace falta algo en su vida que tiene que estar opinando en la vida ajena
Federico Tomás Manzanares Dice
Buen día Juliana! gracias por tu valioso aporte. Considero que los jóvenes de hoy debemos participar en la reconstrucción de los Estados desde una nueva perspectiva dinámica de los tiempos que nos toca vivenciar, sin atarnos a conceptos de construcción de un Estado según determinadas filosofías dogmáticas de siglos pasados. Es más, primero deberemos de “desarticular” aquellos sesgos y andamiajes que hemos heredado de generación en generación sin que hayan sido cuestionados en algún momento, y como si se trataren de verdades absolutas. La apertura de corazón y de mente, y la unidad aún en la diversidad, es lo que nos conducirá a una comunidad más justa e inclusiva. Estoy de acuerdo contigo, en que se deben recolectar datos representativos, comparables y desagregados para que nadie quedare excluido, y además existen herramientas como la Big Data y la IA para poder hacerlo.
Federico Tomás Manzanares (Arg.)