Lo que no se mide, no se conoce, y lo que no se conoce, no se puede mejorar
Esta frase, adaptada del físico y matemático William Thomson Kelvin encapsula la esencia de la importancia de los datos desagregados por sexo en la búsqueda de soluciones que funcionen para mejorar el acceso a financiamiento de las mujeres en América Latina y el Caribe. Por ello, desde el BID hemos realizado encuestas de demanda a micro, pequeñas y medianas empresas (MiPymes), con el fin de analizar posibles brechas de género en el financiamiento empresarial. Después de haber analizado las encuestas de Argentina, continuamos con el caso de Uruguay.
En un país donde se estima que un 46% del tejido empresarial está concentrado en empresas de propiedad o de liderazgo de mujeres, se podría esperar que el acceso al financiamiento fuera equitativo entre hombres y mujeres. En Argentina, por ejemplo, se estima que solo un 34% de las empresas son de mujeres. Sin embargo, la realidad dista de esta expectativa. Los resultados de una nueva encuesta del BID revelan las barreras persistentes que enfrentan las mujeres empresarias en Uruguay para acceder a créditos. Si bien la encuesta presenta resultados descriptivos del contexto de acceso a créditos, permite visibilizar y dimensionar barreras que usualmente están más presentes en las empresas de mujeres.
¿Cómo acceden al financiamiento las mujeres empresarias de Uruguay?
La encuesta encontró que solo el 15% de las empresas propiedad de mujeres solicitó un préstamo bancario en los últimos tres años. En comparación, el 22% de sus contrapartes masculinos tomó esta decisión. Adicionalmente, las mujeres son más adversas a asumir riesgos en el manejo de sus negocios: 37% de ellas declara actuar con cautela y evitar riesgos en sus negocios, contra un 20% de los hombres. Si bien estas cifras se analizan desde la demanda (empresas), brindan pistas sobre soluciones desde la oferta (instituciones financieras) para nivelar el terreno.
Al ver estos datos, surgen muchas preguntas: ¿A qué se debe este contexto? ¿Es una cuestión de oferta o de demanda? La respuesta es, como suele ser en temas de género, compleja. La falta de productos financieros adecuados a las necesidades de las mujeres empresarias, sumado con factores como normas sociales y sesgos de género, crea un entorno donde 62% de las mujeres prefieren financiar sus empresas con recursos propios. De hecho, la encuesta encontró que el préstamo bancario es, tanto para empresas de hombres como de mujeres, la segunda fuente de financiamiento, después de fondos propios. Sin embargo, más empresas de hombres que de mujeres prefieren dicha fuente de financiamiento: 30% versus 37%.
La paradoja: ¿menos créditos para quienes pagan mejor?
Uno de los temas que la encuesta revela es la paradoja entre el acceso al crédito y el comportamiento financiero de las mujeres empresarias. Aunque ellas acceden menos al financiamiento que los hombres (15% versus 22%), las empresas de mujeres muestran un perfil crediticio más sólido. Solo el 6% reporta dificultades para repagar sus créditos, frente al 20% de las empresas de hombres. Este dato debería considerarse una oportunidad de mercado para las instituciones financieras. ¿Por qué no aprovechar esta oportunidad para diseñar productos financieros que no solo promuevan la inclusión, sino que también permitan a las instituciones financieras capitalizar este beneficio?
La buena noticia, y en línea con este perfil crediticio, es que el estudio arroja que las empresas de mujeres están teniendo tasas de aprobación de los créditos superiores que las de las empresas de hombres. Es decir, el 81% de las empresas de mujeres, versus el 71% de sus contrapartes masculinos, tuvieron créditos aprobados por la totalidad del monto solicitado. Pero este es el caso de Uruguay, que no se asemeja a otros países de la región. Por ejemplo, al contrastar con la encuesta de Argentina, los resultados son diferentes: las empresas de hombres tienen tasas de aprobación más altas que las de mujeres (95,4% versus 90,1%, respectivamente).
Oportunidades para el sector financiero
Las encuestas realizadas por el BID para analizar las diferencias de género en el acceso al financiamiento empresarial revelan tendencias variadas entre países. Por ejemplo, en Uruguay, las mujeres tienen una tasa de rechazo crediticio más baja que los hombres, mientras que en Argentina ocurre lo contrario. Aun así, se subraya la necesidad de seguir profundizando en el conocimiento y análisis para diseñar políticas más efectivas que promuevan la equidad de género en la región.
Los hallazgos no solo exponen una brecha de acceso al financiamiento, sino que también ofrece una oportunidad única para reflexionar y actuar. Si se quiere promover un entorno empresarial más inclusivo y equitativo, es fundamental que las instituciones financieras y los responsables de políticas públicas reconozcan y aborden las diferencias de género en el acceso al financiamiento.
Reducir las brechas de género desde el sector financiero
La publicación sugiere que parte de la solución radica en un cambio de enfoque, tanto desde la oferta como desde la demanda. Del lado de la demanda se hace indispensable que las empresarias cuenten con programas que las apoyen a superar barreras relacionadas con la menor antigüedad, el tamaño de sus empresas, y el acceso a la información financiera. Del lado de la oferta, la perspectiva de las encuestadas apunta a que es necesario un acercamiento más adecuado de las instituciones financieras para que puedan ser más atractivos para las empresas de mujeres.
Las empresas de mujeres tienen el potencial de impulsar la economía, apoyar la generación de nuevos empleos y generar entornos productivos más inclusivos. Promover su crecimiento a través de servicios financieros (y no financieros) es un buen negocio no solo para las mujeres y sus empresas, pero también para las economías de los países de la región.
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