Afro-descendientes en América Latina y el Caribe
La pandemia de COVID-19 ha sido un golpe duro para Latinoamérica y el Caribe. Para los 100 a 150 millones de afrodescendientes de la región, que representan un 20-30% de la población, el impacto ha sido particularmente grave. Las personas afrodescendientes han sido afectadas desproporcionadamente por las inequidades de acceso a los mercados laborales, la educación, y los servicios de salud. El panorama completo del COVID-19 y sus efectos aún está siendo descubierto, sin embargo, mirando hacia el futuro, es crítico que en el proceso de recuperación, las políticas aplicadas aborden estas inequidades, y tomen en consideración el impacto de esta crisis en los afrodescendientes para asegurar una recuperación equitativa para todos.
Inequidad estructural
Aún antes del COVID-19, en toda la región los afrodescendientes enfrentaban tasas de pobreza substancialmente más elevadas que los no afrodescendientes.[i] Además, a pesar de la impresionante disminución de pobreza en la región desde el principio de los 2000, las tasas de pobreza en muchos países descendieron mucho más rápido para aquellos que no eran afro descendientes o indígenas. Otro factor importante para tener en cuenta es que los afrodescendientes experimentan mayores niveles de informalidad laboral. Esto hace que los programas de reducción de pobreza a través de transferencia de dinero sean menos efectivos para ellos en países como Brasil y Uruguay [ii] , y limita su acceso a pensiones y seguros por desempleo.
Aun así, las inequidades en el mercado laboral van mucho más allá de los niveles de pobreza e informalidad. A pesar de que la participación en el mercado laboral es similar entre personas de la misma raza y género en la mayoría de los países de Latinoamérica, los afrodescendientes enfrentan mayores tasas de desempleo que la población general. Esto es una realidad especialmente para las mujeres afrodescendientes.[iii] Las inequidades raciales y de género no son solo evidentes en las tasas de desempleo, sino además en los tipos y calidad de empleos disponibles para los afrodescendientes, es especial para las mujeres. Estudios recientes han descubierto que hay muy pocas mujeres afrodescendientes en posiciones directivas. En el Caribe, estas representan solo un 10% de estas posiciones.[iv]
Siguiendo esta línea, a pesar de representar la mayor parte de la población, los afro-brasileros corresponden a solo un 25,9% de los supervisores y 6.3% de gerentes entre las 500 firmas más grandes de Brasil.[v] En contraposición, los afrodescendientes están sobrerrepresentados entre los sectores de empleos más vulnerables. Entre un 65 a 80% de mujeres afrodescendientes en Brasil, Costa Rica y Ecuador trabajan en labores manuales, en posiciones que suelen ser informales y tienen altas tasas de reemplazo. [vi] Estas desigualdades en las oportunidades de empleo han hecho una gran diferencia en el impacto de medidas de cuarentena implementadas por los gobiernos de la región. Un ejemplo de esto es que a pesar de que dichas medidas restrictivas aplanaron la curva de casos de COVID-19 entre la población blanca en Brasil, la tasa de casos entre los afro-brasileros continuó creciendo.[vii]
La brecha educativa
Otra particularidad de las diferencias de impacto de las respuestas a la pandemia son las inequidades raciales en las oportunidades y resultados con respecto a la educación. A pesar de haber alcanzado importantes logros en niveles educativos, y haber podido cerrar la brecha racial en muchos países, la brecha en el nivel educativo entre afrodescendientes y la población general se mantiene en la mayor parte de la región.[viii] Mientras las tasas de educación de las mujeres afrodescendientes ha superado las de sus contrapartes masculinas, con la excepción de Perú, la brecha se mantiene en la mayor parte de los países, y estos logros no se han visto reflejados en mayores oportunidades en el mercado laboral. Esta situación se da incluso en los casos donde las mujeres afrodescendientes se convirtieron en el segmento más educado de la sociedad.[ix]
Con las medidas contra el COVID-19 que forzaron a muchos a trabajar desde sus casas y a los estudiantes a ingresar en la educación virtual, las inequidades en el acceso a internet han aumentado la desigualdad racial preexistente en el mercado laboral y la educación. La brecha de acceso a las tecnologías de telecomunicación es evidente en toda la región. Estas brechas están presentes en el acceso a celulares, a una computadora en el hogar y acceso a internet. Además, en muchos países, dichas desigualdades raciales han empeorado las brechas de género, con niveles más bajos de acceso entre hogares liderados por mujeres afrodescendientes. Dada la naturaleza del COVID-19 y los esfuerzos por proveer educación de forma remota y oportunidades para el teletrabajo, las brechas raciales y de género en el acceso a tecnología de telecomunicación podría llevar a un aumento de inequidades entre afrodescendientes y el resto de la población en la región.
Recuperación equitativa e inclusiva
Dadas las desigualdades presentes en nuestra región, al buscar recuperarnos del impacto del COVID-19, las políticas y respuestas deben prestar especial atención a áreas como:
- Redes de contención para poblaciones vulnerables
- Sesgo por ubicación: las situaciones de crisis, como el COVID-19, pueden incrementar sesgos y tribalismo. Es por esto que es necesario mitigar la exclusión de forma que se asegure que los afrodescendientes reciban los beneficios de las políticas de respuesta y puedan acceder a los programas del gobierno.
- Diseño de campañas de comunicación focalizadas que prioricen el acceso equitativo a redes de contención para afrodescendientes y construyan diálogos entre la población afrodescendientes y los gobiernos.
- Productividad económica y empleo:
- Expandir programas de transferencia directa de forma que proteja los ingresos de las personas afrodescendientes, particularmente para aquellos que trabajan en el sector informal.
- Asegurar el acceso a internet y las posibilidades de teletrabajo, educación virtual y cuidado de la salud remoto para afrodescendientes y pueblos indígenas.
- Expandir el acceso a crédito para promover a los emprendedores afrodescendientes y las soluciones de empleo locales.
- Aprovechar las oportunidades que ofrece el diálogo con el sector privado para incorporar a los afrodescendientes a las oportunidades de empleo en el sector formal y a las estrategias de búsqueda del sector corporativo.
- Políticas fiscales para aliviar el impacto económico
- Diseñar mecanismo focalizados para garantizar que las poblaciones más vulnerables al COVID-19 estén siendo beneficiadas.
- Tener en cuenta las desigualdades étnicas y raciales al diseñar presupuestos gubernamentales y programas de impuestos.
- Reconocer la vulnerabilidad de los trabajadores informales al evaluar programas existentes de pensiones y transferencias directas, pensiones no contributivas y subsidios, para mejorar la cobertura para afrodescendientes.
- Expandir los seguros de empleo para alcanzar a aquellos empleados del sector informal.
El proceso de recuperación del COVID-19 es una oportunidad única para promover la recuperación equitativa que aborde brechas socioeconómicas históricas. Los aspectos de emergencia de la recuperación ya han pasado, y quienes elaboran políticas públicas deben enfocarse en los aspectos a largo plazo de la recuperación. Este es el momento preciso para pensar en cómo podemos asegurar que las políticas que llevemos adelante saquen provecho de los logros alcanzados y no excluyan a grupos vulnerables.
¿Cómo podrán los formuladores de políticas de la región tomar provecho de estas oportunidades para hacer que esta recuperación sea lo más sustentable y resiliente posible? ¿Podrían las brechas regionales, étnicas y urbanas/rurales poner en riesgo esta recuperación? ¿Qué podemos hacer para incorporar mejor las necesidades de los pueblos indígenas y las personas afrodescendientes en las discusiones de políticas públicas y reformas?
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