Todos reconocen la importancia de la educación para el desarrollo de los países y de las personas. Pero hay un aspecto del desarrollo del capital humano que en América Latina y el Caribe ha recibido poca atención y que podría explicar por qué sus países compiten mejor en el Mundial que en la economía global.
La región está impulsando reformas en educación muy necesarias. Pero se contempla que las mejoras en la educación recién tendrán un impacto pleno en la fuerza laboral dentro de unos 30 años. Hasta entonces, los adultos de hoy son la selección, quienes impulsan el desarrollo de los países de la región. Los millones de personas que ya están en el mercado laboral –a menudo sin una preparación adecuada– van a decidir si en las próximas décadas la región se integra en la liga de países desarrollados o sigue en la liga actual de países de ingreso medio. Por ello, entrenar estas mujeres y hombres y hacerlos más productivos y efectivos, a la vez más plenos como personas, no es sólo una aspiración social, sino un imperativo para ganar el espacio que la región merece en el mundo. Ello implica una apuesta por repensar, rediseñar y transformar profundamente el ecosistema de la formación de las habilidades de la fuerza laboral.
Esto es particularmente importante en una región donde años de políticas que no han enfatizado el aprendizaje han contribuido a que muchas de estas personas carezcan hoy de las habilidades para triunfar en el mercado de trabajo y para hacer triunfar a sus países. Es en parte por ello que 130 millones de trabajadores se desempeñan en empleos de baja productividad en el sector informal, y que 22 millones de jóvenes ni estudian ni trabajan.
Según datos de la encuesta ‘Escasez de Talento 2013’ de Manpower, el 52% de las empresas indiquen que la falta de trabajadores calificados tiene un impacto significativo en su capacidad de servir a sus clientes.
¿Cómo mejorar el desempeño de esta selección? En parte, aprendiendo cómo lo hacen otras, estudiando sus aciertos y tácticas, viendo qué funciona y buscando adaptarlo al contexto local. En los seminarios internacionales ‘TransFormación: habilidades para la productividad‘ organizados por el BID hemos recogido lo mejor de cómo diferentes países trabajan para desarrollar las habilidades de su fuerza laboral. Las experiencias de Alemania, Australia, Austria, Corea, Reino Unido, y República Checa, así como de algunos ejemplos valiosos en Chile y México, entre otros, muestran que existe una variedad de experiencias en el mundo que vale la pena considerar.
Estos países tienen en común que se toman muy en serio la formación de su capital humano, y por eso no es de extrañar que sus fuerzas laborales compitan con mayor éxito en el mundial económico que las de la región. ¿Qué hacen distinto? Todos ellos han convertido el desarrollo de las habilidades de la fuerza laboral en una prioridad. Además, en ellos el sector productivo es una pieza fundamental de esta ecuación. Es decir, todos muestran que formar no es sólo un tema de educadores y de gobiernos, sino que también requiere la participación decidida de los empleadores, ya sea definiendo qué habilidades se requieren y/o formando a los propios trabajadores en el lugar de trabajo. También tienen mecanismos de financiamiento públicos, que complementan los que aportan empresas y trabajadores para esa formación.
Por último, y quizá lo más importante, en todos se han creado importantes mecanismos para lograr la calidad y pertinencia de la formación para el trabajo, asegurando que los recursos invertidos por personas, empresas y Estado se traducen en las habilidades requeridas para triunfar. Si la región quiere competir en las mejores ligas de la economía mundial y al mismo tiempo lograr un mayor desarrollo social se requiere un cambio de paradigma en la formación de su fuerza laboral, dotando a los trabajadores y trabajadoras con los instrumentos y las habilidades para competir en igualdad de condiciones en esta contienda global.
*Artículo publicado originalmente en la edición de julio de la revista ‘América Economía’.
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