La cuarta revolución industrial (4RI) se caracteriza por la automatización y la robotización de los sistemas en los que vivimos. A través de nuevas tecnologías como la inteligencia artificial, la cadena de bloques (blockchain), el internet de las cosas, la impresión 3D o la bioingeniería, hoy es posible realizar tareas complejas en segundos. Una de las características de la 4RI es la velocidad exponencial a la que suceden los cambios y el hecho de que tiende a innovar sistemas enteros, no solamente productos o servicios concretos. Por ello, la 4RI es sustancialmente diferente respecto a las anteriores. ¿Cómo afectará la 4RI al empleo y nuestros sistemas de pensiones y seguridad social? ¿Cómo pueden los gobiernos de América Latina y el Caribe aprovechar los avances de la 4RI para brindar mejores servicios a los ciudadanos?
La Cuarta Revolución Industrial y su impacto en el mercado de trabajo
La 4RI está modificando gradualmente los patrones de trabajo en el mundo. Según un estudio del BID que recopila datos del Instituto McKinsey Global, el Banco Mundial, el Foro Económico Mundial y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, las nuevas tecnologías podrán reemplazar alrededor de la mitad de las actividades laborales en América Latina y el Caribe en sectores como la manufactura, los servicios contables o los servicios legales. De hecho, en solo 10 años, un 15% de empleos podría desaparecer.
Las nuevas tecnologías podrán reemplazar alrededor de la mitad de las actividades laborales en América Latina y el Caribe en sectores como la manufactura, los servicios contables o los servicios legales.
Sin embargo, mientras que algunas actividades están siendo rápidamente reemplazadas por la 4RI, también están emergiendo oportunidades en campos que requieren nuevos conocimientos técnicos y habilidades blandas (como lo son la resolución de problemas, la empatía y la comunicación). Pero los cambios vertiginosos no acabarán aquí; de hecho, la mayoría de nuestros hijos tendrán trabajos que aún no han sido inventados. Por lo tanto, los sistemas educativos deben fortalecerse y adaptarse a la nueva demanda laboral para que América Latina y el Caribe pueda competir con otras regiones del mundo y ser fuente de talento humano.
Algunas iniciativas innovadoras en América Latina y el Caribe ya sobresalen. Por ejemplo, el proyecto Puentes Educativos en Chile tiene como objetivo que los estudiantes de escuelas rurales chilenas desarrollen habilidades del siglo XXI. Socios estratégicos como Telefónica y Samsung ofrecen a los profesores tablets e internet móvil gratuito para acceder a contenido educativo en la red en el aula. Los docentes tienen la oportunidad de planificar clases en línea y organizar jornadas de estudio online con los estudiantes. En la región también se han desarrollado portales interactivos para que los docentes compartan sus experiencias e ideas innovadoras para el aula, entre ellos Eduteka en Colombia y Docentes Innovadores en Perú. Es necesario que los gobiernos de la región sigan promoviendo iniciativas de educación innovadoras.
¿Y la seguridad social?
La 4RI también revolucionará los sistemas de seguridad social. Como resultado de los cambios en los patrones de empleo, será necesario flexibilizar la seguridad social y crear sistemas sostenibles más inclusivos y adaptables. En un mundo dinámico, donde el modelo de empleo continuo está quedando obsoleto, es necesario garantizar un sistema de protección social que pueda cubrir a los ciudadanos que optan por trayectorias laborales no convencionales (como aquellas que ofrece la economía gig).
Los expertos hablan de crear un modelo de “flexiguridad” que separa los beneficios del empleo y que, por tanto, brindaría servicios de salud y protección social a personas en situación de subempleo, empleo informal o autónomo. Dinamarca ya ha implementado este modelo en su mercado de trabajo. Así, las personas depositan sus contribuciones de jubilación a un fondo que no está vinculado a la empresa donde trabajan. Entonces, si pierden su empleo, no perderán su pensión de jubilación.
Otra opción es modernizar los sistemas de pensiones para adaptarlos al contexto actual, en el cual las tasas de interés y la vida útil de las compañías han decrecido al tiempo que la expectativa de vida de las personas se va incrementando. Será un desafío para los gobiernos de la región poner en práctica políticas públicas que se acomoden a la realidad de la 4RI; sin embargo, es clave que los gobernantes y líderes de la sociedad civil presenten agendas inclusivas y transparentes para ofrecer servicios sociales que se adapten a la realidad de la 4RI.
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*Este artículo cuenta con la autoría de Melina Villavicencio, consultora de la División de Comunicación del BID y estudiante de maestría en gobernanza global y seguridad internacional (American University).
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