Escuchamos a menudo que “los jóvenes son el futuro”. En realidad lo son, pero ¿qué tipo de futuro podemos ofrecerle a los 22 millones de jóvenes latinoamericanos y caribeños que ni estudian ni trabajan? A pesar de que muchos de ellos han estudiado y entrenado duro en algún tipo de empleo, no siempre encuentran un buen trabajo. Esta puede que sea una de las razones por las que tantos jóvenes están desanimados, no contemplan un futuro prometedor para sí mismos y no hallan motivación para perseguir sus sueños. Así que nos planteamos una nueva pregunta: ¿cómo podemos ofrecerle un mejor futuro a nuestros jóvenes?
Una reciente encuesta sobre salarios, productividad y capacitación realizada a empleadores en Bahamas ofrece nueva evidencia sobre este tema. Los empresarios apuntan al déficit de habilidades como la principal dificultad a la hora de reclutar nuevos empleados. En particular, la falta de experiencia y de habilidades aparecen como los mayores obstáculos en los procesos de contratación (Fazio y Pinder, 2014). Además, dos de cada tres trabajadores pierden su empleo debido a la falta de habilidades blandas, lo que hace que esta sea la principal razón de los despidos que se producen en el país. Las habilidades básicas, socioemocionales y técnicas son fundamentales para abrir nuevas oportunidades para los jóvenes.
Ante esta realidad, ¿qué tipo de políticas y programas pueden ser útiles para cerrar la brecha de habilidades e impulsar el crecimiento económico? Hay una necesidad de capacitar a los jóvenes tanto en habilidades técnicas como básicas y socioemocionales, asegurando que quedan conectados con el mercado laboral a través, por ejemplo, de los servicios de intermediación o de algún tipo de experiencia profesional, como los programas de aprendices.
Ejercitar las habilidades blandas es esencial para los países del Caribe que basan su economía en servicios como el turismo o la venta de productos. En estos sectores, las empresas precisan de empleados puntuales, respetuosos, con capacidad para trabajar en equipo y con una adecuada orientación de servicio al cliente. Un estudio reciente realizado en la República Dominicana indica que los programas que refuerzan la capacitación en habilidades blandas no solo tienen un impacto significativo en la probabilidad de conseguir empleos de calidad (Ibarraran et al, 2014), sino que dicho impacto prevalece hasta seis años después de concluir el entrenamiento (Ibarraran et al, 2015).
Necesitamos, por tanto, capacitar a nuestros jóvenes para trabajos reales, con un entrenamiento pertinente y de calidad. Muchos países han avanzado en el desarrollo de habilidades, como aprendimos recientemente en los eventos de TransFormación que el BID celebró en ocho países de América Latina y el Caribe. Las mejores prácticas en la formación de la fuerza laboral combinan una interacción frecuente entre empleadores y proveedores de entrenamiento orientados a la demanda, y una fuerte vinculación entre las instituciones educativas y los estudiantes dentro de un marco institucional de ámbito nacional, que facilite esta adaptación continua de la formación a las necesidades del sector productivo. Estos elementos se pueden adaptar a la realidad específica de los países del Caribe.
*Este artículo es la adaptación en español de ‘Skills Needed: Training Young People for Real Jobs’, texto publicado en el blog Caribbean DEVTrends, que puede leer haciendo clic aquí.
Francisco J Rodriguez dice
Excelente artículo.
alex droppelmann dice
En Chile ocurre lo mismo con los jovenes.Casi imposible encontrar jovenes con habilidades blandas,y con ganas de trabajar.
María Mejía Matute dice
En Honduras la calidad educativa en el sistema público, tiene resultados muy bajos en las evaluaciones nacionales como en las internacionales. Por ende el desempleo juvenil aumenta.