Actualizado el 28 de febrero de 2018 incluyendo los datos de la publicación Reasignando el tiempo de los niños: estrategias de supervivencia después del terremoto de Haití 2010.
De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo, a nivel mundial el 11% del total de niños entre 5 y 17 años trabaja. Si bien el promedio de América Latina y el Caribe es un poco menor (9%), varios países dentro de la región tienen un porcentaje que duplican o triplican el promedio mundial. Al margen de las necesarias consideraciones éticas, ¿por qué debe preocuparnos el trabajo infantil? Básicamente, porque reduce la posibilidad de que los niños acumulen capital humano, ya sea porque disponen de menos tiempo para estudiar o capacidad para aprender de la escuela, o porque trabajan en actividades que pueden dañar su salud y su desarrollo físico y emocional. Esto, además, reduce la productividad y capacidad de crecimiento de los países en el largo plazo.
Pero si los padres saben los posibles efectos negativos sobre sus hijos, ¿por qué algunos los envían a trabajar y no a la escuela? Entre las principales razones detrás de esta decisión se ha encontrado que: los hogares más pobres son aquellos que se ven obligados a enviar a sus hijos a trabajar (al final la educación puede ser un bien de lujo que sólo pueden comprar si su riqueza es superior a cierto nivel); que, en otros casos, las ganancias netas esperadas de la educación son muy bajas (ya sea porque los retornos a una educación de pobre calidad son escasos, o los costos asociados a atender a la escuela son muy altos, como puede ser el caso de largas distancias para llegar al centro educativo o altos costos de matrícula, uniforme, útiles…); y también que en algunos hogares existen diferencias de preferencias de los tomadores de decisiones (ya sea en base al sexo del niño, su grado de cercanía biológica, su capacidad para aprender, etcétera). En los casos donde el nivel de baja riqueza del hogar es muy fuerte, incluso algunos padres muy altruistas pueden verse ‘obligados’ a sacrificar el tiempo de sus hijos y ponerlos a trabajar en lugar de enviarlos a estudiar.
Medir cuánto importa el nivel de riqueza del hogar en la decisión sobre el tiempo de los niños no es en absoluto fácil. En un reciente estudio para Haití, utilizamos datos de un evento que afectó grandemente el nivel de riqueza de muchos hogares en el país para ver la reacción de estos sobre cómo usar el tiempo de los niños. En particular, calculamos el efecto de mediano plazo que el fuerte terremoto del 12 de enero de 2010 tiene sobre la decisión del uso del tiempo de los niños haitianos. Este desastre natural, que dejó decenas de miles de muertos cerca de un millón y medio de desplazados, también provocó que los niños del país estudien menos (tanto en la probabilidad de ir a la escuela como en el número de horas de estudio) y que trabajen más (tanto en la probabilidad de trabajar como en el número de horas de trabajo semanales).
Sin embargo, no toda la población infantil se ve afectada por igual. Mientras que los niños aumentan relativamente más sus horas de trabajo “para el mercado”, las niñas lo hacen relativamente en actividades domésticas. De acuerdo con los resultados de este estudio, vivir con un tomador de decisiones del hogar con quien la relación biológica es menos fuerte hace también que los menores trabajen más en la casa y estudien menos.
A pesar de ser aún alto, el trabajo infantil se ha venido reduciendo en los últimos años a nivel mundial. Esto se debe, en parte, a políticas sociales como los programas de transferencias condicionadas, al aumento de la oferta educativa y al crecimiento económico reciente experimentado por algunos países en desarrollo. Sin embargo, todavía queda mucho por hacer para asegurar la inversión en el capital humano de los niños, ante por ejemplo shocks climáticos inesperados o cambios en el nivel socioeconómico de sus hogares.
*Este artículo cuenta con la coautoría de Claire Zanuso, investigadora especializada en el impacto de desastres naturales que cursa su doctorado en la Universidad de París Dauphiné.

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