* Las opiniones expresadas en este blog son las de los autores y no necesariamente reflejan las opiniones del BID, su Directorio Ejecutivo o los países que representan.
La pandemia del COVID-19 ha causado estragos en América Latina tanto desde el punto de vista sanitario como el económico y social. Varios países de la región encabezan las listas de infectados y muertos, y, según proyecciones recientes, este año el PIB podría caer en alrededor del 8%. Además, más de 160 millones de niños y jóvenes se han visto afectados por el cierre de escuelas y universidades. Es de esperar que este cúmulo de shocks negativos se traduzca en un aumento de la desigualdad y la pobreza por las caídas en el empleo y los ingresos. En el largo plazo, por el impacto que tendrá la pandemia sobre los niveles de escolaridad de las cohortes afectadas, la movilidad intergeneracional se reducirá. En este artículo compartimos varios resultados interesantes de un estudio que hicimos para medir los impactos distributivos del COVID-19 en los cuatro países latinoamericanos con mayor población: Argentina, Brasil, Colombia y México.
Impacto sobre la pobreza y la desigualdad en el corto plazo: ¿De qué orden de magnitud estamos hablando? ¿Qué grupo de ingreso está siendo más afectado?
En ausencia de medidas compensatorias, el impacto potencial de la caída en el nivel de actividad sobre la pobreza es muy significativo. Para los cuatro países citados juntos, habría entre 20 y 25 millones de pobres adicionales. El coeficiente de Gini —el indicador más utilizado para medir la desigualdad económica— podría llegar a crecer entre uno y cuatro puntos porcentuales. El grupo de ingreso más afectado no es la población más pobre: los que más pierden son los pobres moderados y los grupos vulnerables y sectores medios. Los más pobres pierden relativamente menos gracias a los programas de transferencias monetarias introducidos en las dos últimas décadas que se han constituido en un “piso” de ingreso para esta población. Claro que —en términos absolutos— cualquier pérdida de ingreso para la población pobre puede ser devastadora, mientras que los sectores medios —se espera— cuentan con un mayor número de mecanismos para protegerse. Además, la población en pobreza extrema sufre de manera desproporcionada una caída en sus niveles de vida en dimensiones más allá del ingreso: aumentos en la inseguridad alimentaria, la violencia y el abuso intrafamiliar y la prevalencia de enfermedades físicas y mentales. Por su parte, los grupos de mayores ingresos pierden menos porque suelen trabajar en ocupaciones que pueden desempeñarse de manera remota.
¿Hasta qué punto las medidas de mitigación han podido contener el impacto de corto plazo?
Los gobiernos de la región han tomado diversas medidas para proteger a la población de la crisis ocasionada por la pandemia y el confinamiento. Brasil, Argentina y —en menor grado— Colombia expandieron los programas de transferencias existentes y lanzaron nuevos esquemas. En el caso de Brasil, las medidas han sido tan contundentes que estimamos que la incidencia de la pobreza, al menos en el corto plazo, incluso pudiera ser menor que antes de la pandemia. En Argentina se ha reducido el número de nuevos pobres a la mitad de lo que podría haber sido sin dichas medidas. En Colombia, el efecto mitigador es pequeño. El gobierno de México optó, en cambio, por adelantar un par de meses las transferencias de los programas existentes de becas y pensión universal, pero no incrementó los recursos de estos programas y tampoco lanzó nuevos. Nuestro análisis proyecta que esta decisión estaría contribuyendo a que el número de pobres adicionales sea significativo y el más alto de los cuatro países analizados. Aun en los casos en que las medidas de contención han sido efectivas en mitigar el efecto negativo, es importante recordar que el aumento de las transferencias no es necesariamente permanente. De hecho, en Brasil se implementó la reducción del monto a la mitad a partir de octubre. Estos cambios podrían revertir los resultados sobre todo si la recuperación del empleo y los ingresos de los hogares se ralentiza.
El impacto de la pandemia sobre la movilidad intergeneracional
Si bien las medidas de corto plazo pueden amortiguar el impacto sobre la pobreza y la desigualdad cuando se expande la asistencia social lo suficiente, el efecto negativo de largo plazo es mucho más difícil de contener. Según nuestro análisis, la pandemia puede resultar en una reducción de la probabilidad de completar la escuela secundaria para los niños de hogares con padres de baja educación de 46 a 38% en Argentina; 57 a 23% en Brasil; 26 a 18% en Colombia; y, 54 a 24% en México. En contraste, para los niños de hogares con padres que completaron la secundaria o más, la probabilidad de graduarse con secundaria es de casi 90% y casi no se altera a raíz del COVID-19. De hecho, para los primeros, el impacto podría implicar un retraso tal que la probabilidad de completar la secundaria pase a ser similar a la de las cohortes nacidas en los años sesenta del siglo pasado, borrando así medio siglo de progreso para la generación afectada. Si bien las intervenciones en el ámbito educativo han amortiguado en parte el efecto negativo del cierre de las escuelas, no han contribuido lo suficiente como para cerrar la brecha salvaguardando el proceso educativo de las familias más vulnerables. Esto significa que, para estos niños y jóvenes, el impacto negativo los podría acompañar el resto de sus vidas. Ante este panorama, es urgente centrar la atención de las políticas públicas y la asignación de recursos para que este retroceso se contenga.
A causa de la emergencia sanitaria y la recesión mundial, más del 1 % de la población del mundo caerá en la pobreza extrema”, mencionó un analista. Con la finalidad, de dar por terminado este duro revés para el avance del desarrollo y la reducción de la pobreza, los países deberán prepararse para una economía diferente tras la COVID permitiendo que el capital, la mano de obra, el personal especializado y la innovación se trasladen a nuevos sectores y empresas, formando parte de un impedimento para la sociedad en general.
La pandemia ha afectado gravemente no solo la salud de las personas, sino también, los diferentes aspectos que condicionan la calidad de vida que comprende el ser humano, entre ellos está la dinámica económica, como la pandemia generó un impedimento y desequilibrio en la calidad de vida de la sociedad. Finalmente, es fundamental e importante agregar que las diferentes perspectivas generan un gran impacto en la vida cotidiana, sobre todo, en el aspecto económico y laboral