La cultura y la creatividad siempre han sido fundamentales para la identidad de América Latina y el Caribe, pero durante los últimos diez años es que hemos comprendido mejor su impacto económico y su capacidad de generar empleos. A nivel global, las industrias culturales y creativas (IIC) representan el 3% del PIB y generan 25,9 millones de empleos, constituyendo lo que se conoce como la economía naranja. Para nuestra región, estas industrias han logrado el 2,2% del PIB y han generado casi 1,9 millones de puestos de trabajo. Sin embargo, a pesar de todo esto, aún queda mucho por hacer.
Los trabajadores de la economía naranja: los más afectados durante la pandemia
Las ICC se vieron gravemente afectadas durante el periodo más crítico de confinamiento de la pandemia por COVID-19 por la restricción de la demanda de bienes y servicios. Por ejemplo, las ventas de las empresas de las ICC decayeron en un 80% (y es notable que los más afectados fueron los trabajadores autónomos o freelancers, que se desempeñan en el sector informal con escasa protección social y económica). Por otro lado, las instituciones culturales como los museos vieron caer sus ganancias entre un 40% y 80% a nivel mundial, según las cifras de ICOM. En el caso de América Latina, el 47% de los museos perdieron el 50% de sus ingresos durante 2020, lo que los llevó a reducir su personal al 32%.
Los trabajadores de las ICC son un potencial de innovación
A pesar de todos los factores desafiantes que enfrentan las ICC, me gustaría evidenciar el enorme papel que estos sectores desempeñan como puntas de lanza en los esfuerzos de recuperación regional. La economía creativa se reconoce cada vez más como un importante motor del desarrollo económico, y contribuye directamente a la economía de un país en términos de valor agregado, exportaciones, empleo, inversiones y aumento de la productividad. A pesar de las dificultades a las que se enfrentan actualmente, algunos sectores de las ICC se destacan entre los mejor posicionados a la hora de impulsar la innovación y el crecimiento económico en los próximos años. Por ejemplo, en el 2019, el sector audiovisual en América Latina y el Caribe invirtió más de US$ 5,7 mil millones y creó más de 1,6 millones de empleos directos (30%) e indirectos (67%). Estos empleos indirectos se dan en sectores como construcción, viajes, transportes, hoteles, servicios alimenticios, vigilancia, salud, entre otros.
El sector de los videojuegos es un excelente ejemplo del gran potencial de las ICC. La capacidad de innovación de esta industria le permitió convertirse en una de las más reivindicadas: más allá de entretenernos durante la pandemia, los videojuegos han servido como espacio para socializar y aprender. Este sector —del que poco se ha hablado— generará ganancias de más de $175,8 mil millones en 2021 a nivel global y está en camino de superar los $200 mil millones para 2023. Y es que, a pesar del panorama tan crítico, las ICC han experimentado una acelerada transformación digital, pasando de ofrecer un 38% de sus servicios en digital a un 56%. Incluso sectores como las artes (26% – 56%) y las actividades culturales (25% – 51%) llegaron a doblar su oferta de servicios creativos digitales.
¿Cómo imaginar los aportes de esta industria en otros sectores?
Para que la economía latinoamericana se recupere rápidamente de los impactos de esta crisis, debemos incorporar a los sectores de la economía naranja. La buena noticia es que el aporte de estos sectores es cada vez más reconocido, tanto así que la producción creativa se incluyó como uno de los pilares del último Índice Mundial de Innovación. Al apoyar activamente las ocupaciones creativas, la región construirá una fuerza de habilidades que podrá transferirse a otros sectores y nos permitirá construir los puestos de trabajo del mañana.
Trabajar de la mano con las ICC como parte de los esfuerzos de recuperación económica significa más que simplemente ayudarlas a volver al estado en el que estaban antes de la pandemia. Significa brindarles apoyo para que sus modelos de negocios se adapten a una nueva realidad digital. Significa aprovechar el potencial de la industria del entretenimiento —que ha sabido mantener a nuestros jóvenes cautivos— para construir soluciones que aporten herramientas al sector de la educación y potenciar el sector que se conoce como Edutainment. Significa trabajar con los desarrolladores de videojuegos para descubrir las formas en que las simulaciones o el modelado 3D puede ser aplicado para la industria de la salud y otras.
Sin embargo, hoy en día, las ICC no podrán sobrepasar estos obstáculos si no creamos instrumentos financieros y espacios digitales a través de los cuales los emprendedores de estos sectores puedan hacer crecer sus negocios. Los tomadores de decisiones necesitan ver que los millones de músicos, artistas, trabajadores audiovisuales y diseñadores de videojuegos de la región son más que simples trabajadores: su creatividad es lo que hace que nuestra región sea especial, y sus habilidades serán especialmente valiosas en las próximas décadas. El mundo pivota hacia una nueva economía en la que la creatividad toma el escenario central como el atributo humano más valioso, uno de los pocos rasgos humanos que los robots y los algoritmos no podrán igualar.
Los gobiernos necesitan creatividad
Un estudio reciente del Center for Strategic and International Studies (CSIS) afirma que las ICC se recuperarán más rápido de esta crisis que otras industrias. Esta resiliencia es especialmente valiosa para los grupos vulnerables, que representan un porcentaje importante de la fuerza laboral de la economía naranja. Los trabajadores jóvenes representan casi el 20% de las ocupaciones culturales en Perú, Paraguay y Honduras. A esto hay que sumarle que los emprendimientos creativos tienen un 13% más de mujeres y todo el potencial para emplear a personas de poblaciones desfavorecidas.
América Latina y el Caribe tiene la oportunidad de maximizar esta flexibilidad y fomentar nuevas asociaciones que incorporen a las ICC como parte de la solución ante el desafiante futuro que nos espera. A fines de marzo de 2020, cuando se anunciaron las medidas de confinamiento en todo el mundo, la comunidad creativa se apresuró a ofrecer su apoyo. Los cines transmitieron sus obras en Zoom, los autores regalaron copias digitales de sus libros, los chefs abrieron las puertas de sus restaurantes, los DJ ofrecieron conciertos a través de Instagram Live, los estudios de videojuegos ofrecieron descargas gratuitas de sus últimos lanzamientos… Así, las ICC han contribuido a la salud mental de la sociedad y han mantenido el ánimo de las personas en estos tiempos difíciles.
Si queremos superar esta crisis, necesitaremos que los legisladores hagan lo que han hecho los artistas: mostrar algo de creatividad. Lo que está en juego es algo más que la recuperación económica: es el momento adecuado para empezar a construir nuestra economía futura, en la que la creatividad es el recurso fundamental.
GALO MACIAS ESPAÑA dice
EXCELENTE
La economía naranja, a la vanguardia de la recuperación económica
Lidia Torres dice
Excelente tema, cómo nos pueden ayudar a desarrollar nuestra idea de proyecto. Cultural?
Gabriela Aguerrevere dice
Hola Lidia, te escribe la editora de este blog. Puedes contactar a la oficina del BID en tu país para contarles sobre el proyecto. El correo lo encuentras en nuestro sitio web, haciendo clic en la pestaña de países y seleccionando luego tu país de residencia. ¡Saludos!
José Crespo dice
Interesante artículo.
César Iván Gasca López dice
Magnifico
Sofía dice
Concuerdo y veo muy reflejado nuestro sector. Haría un énfasis especial en que la economía naranja y las ICC no sólo innovan a nivel productivo económico sino en el enorme valor intangible que aportan a la sociedad, dando sentido, identidad y valores para la convivencia y la diversidad de América Latina y el mundo.